Edición 71

De la pandemia al futuro: Agenda educativa para una nación dividida

No se puede construir un país con mirada hacia el futuro sin una educación que tienda puentes, que incluya, que acoja

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Inés Kudó | EDUCACCIÓN

En este fatídico año de pandemia, la riqueza acumulada entre los 6 peruanos más ricos creció más del doble: de 5 mil millones de dólares a 11 mil 400 millones, según mediciones de Forbes y análisis del PNUD, Mientras tanto, 3 millones de nuevos pobres se sumaron a los 6 millones que ya vivían en la precariedad, según datos de INEI. La pobreza no solo se extendió, sino que se profundizó, es decir, las familias pobres hoy están más lejos de cubrir su canasta que hace un año, y a 1.6 millones de peruanos y peruanas no les alcanza ni para comer. En términos de inclusión, en un año hemos retrocedido una década, hasta el 2011. Pero los millonarios se hicieron billonarios.

¿Habrá borrado también la pandemia los modestos pero valiosos avances logrados en la última década en cuanto a calidad educativa? No lo sabemos con exactitud, pero sí sabemos que, más allá de los inmensos esfuerzos del sector en todos sus niveles (Minedu, DRE, UGEL, directivos, docentes, estudiantes, familias), la educación no fue una prioridad en la agenda nacional durante la pandemia, y las desigualdades se profundizaron aún más.

¿Qué hacer ahora? Tenemos desafíos coyunturales montados sobre desafíos estructurales. Para hacerles frente, se necesita una agenda compartida entre el Ejecutivo, los gobiernos locales y regionales, el Congreso, el Poder Judicial, el sector privado y la ciudadanía. Sin un trabajo conjunto, hacia los mismos objetivos va a ser mucho más lento y costoso superar la crisis actual. En esta oportunidad, no quiero aquí detenerme en lo clásico (que es necesario): fortalecer la carrera docente y mejorar sus remuneraciones, continuar con el licenciamiento de universidades, mejorar la infraestructura educativa, entre otras. Quisiera más bien ofrecer lo que pienso es la ruta de la pandemia hacia el futuro.

1) Mejorar el aprendizaje en medio de la pandemia

Como mínimo: agilizar y expandir el equipamiento, conectividad y materiales para estudiantes y docentes de todos los niveles educativos, y mejorar Aprendo en Casa. Pero eso no basta. Es necesario personalizar el aprendizaje para que cada estudiante avance a su ritmo y en el nivel que le corresponda y pueda así ponerse al día en lo que necesite.

A la par, se requiere flexibilizar la promoción, para que cuando un estudiante logre los aprendizajes de un grado pueda pasar al siguiente sin esperar que sea fin de año, y así avanzar dos o hasta tres grados en un año si se lo propone. Esto requiere de sistemas ágiles y transparentes de seguimiento, evaluación y certificación de los aprendizajes para que los y las estudiantes puedan formalizar todo lo que aprenden en los diferentes contextos en los que se están desenvolviendo. Sistemas que sean automatizados en todo lo posible para minimizar la carga burocrática de docentes, directores y especialistas.

2) Asegurar las condiciones para el retorno seguro a lo presencial o semipresencial

Empecemos por los lugares con menor acceso a internet. Como mínimo: vacunas al personal educativo y a estudiantes en edad de vacunarse, condiciones de bioseguridad en las instituciones, y protocolos claros, con autonomía y participación local para la toma de decisiones. Pero eso no basta. Esta es una oportunidad para consolidar el enfoque mixto de lo presencial con lo remoto, de lo sincrónico con lo asincrónico, tomando en cuenta las diversas necesidades de los y las estudiantes, en especial de quienes viven en zonas rurales alejadas, hablan una lengua materna distinta al castellano, tienen alguna discapacidad o condición de neuro diversidad. A la par que se continúa avanzado hacia la inclusión digital, el reto en esta etapa será el de probar la tecnología como una oportunidad de inclusión postpandemia.

Esto permitirá, por ejemplo, que estudiantes de zonas rurales puedan conectarse desde sus casas, trabajen a su ritmo unos días, y se reúnan con su docente una o dos jornadas por semana para aclarar dudas, compartir proyectos, discutir aprendizajes. Esos estudiantes reemplazarán los largos trechos de caminata o traslado diario por tiempo para estudiar y jugar con sus vecinos. Sus docentes tampoco tendrán que alejarse de sus hogares tantos días o viajar muchas horas a diario, y tendrán tiempo para compartir con sus familias. También facilitará que estudiantes que hablan una misma lengua originaria puedan compartir aula y proyectos online, aunque no sean de la misma institución, porque sus docentes comparten colegiadamente la labor de planificación y organización del material y el seguimiento, aunque cada quien se encarga en su institución de los encuentros presenciales. Y también permitirá que estudiantes con discapacidad física o vulnerabilidad inmunológica puedan trabajar, según sus necesidades, desde casa o de manera mixta, con dispositivos adaptados para su inclusión.

3) Consolidar verdaderas comunidades de aprendizaje

Sobre todo, cuando toda esta pesadilla haya terminado, será necesario recoger y aprovechar las lecciones que esta crisis nos deja, las nuevas capacidades instaladas para consolidar un modelo educativo diferente, uno que esté centrado en el bienestar de las personas y la vida en comunidad. A la personalización del aprendizaje, la promoción flexible y la certificación de competencias en todos los niveles educativos, deberá sumarse la construcción de comunidades de aprendizaje. Las instituciones educativas, desde inicial hasta superior, deben ofrecer múltiples y diversas oportunidades de trabajo en comunidad y convivencia en la diversidad, así como de apoyo mutuo entre quienes ya han logrado ciertos aprendizajes y quienes están en ruta. Ese será su gran valor agregado en el siglo XXI, en un mundo donde puedes aprender lo que desees por tu cuenta, excepto vivir en comunidad.

Los impactos de la pandemia y la polarización en el reciente proceso electoral evidencian un país dividido, excluyente, asustado. No se puede construir un país con mirada hacia el futuro sin una educación que tienda puentes, que incluya, que acoja. El Currículo Nacional contempla enfoques transversales para educar ciudadanos y ciudadanas que sepan, por ejemplo, respetar los derechos de los demás, cuidar el medio ambiente, combatir los prejuicios, actuar con libertad, responsabilidad, empatía y solidaridad, buscar consensos a través del diálogo, actuar de manera justa, y reconocer el valor de cada persona y de las diversas identidades culturales, sin menospreciar ni excluir a nadie por su forma de hablar, su apariencia su lengua, sus costumbres o sus creencias, su género. Urge ponerlo en práctica en cada comunidad educativa, y en la sociedad en general, empezando por el ejemplo que dan nuestros líderes, lideresas y autoridades electas.

Lima, 10 de junio de 2021

Inés Kudó
Inés Kudó es Especialista Senior en Educación en el Banco Mundial, con sede en Perú. Con una maestría en política de educación internacional de la Universidad de Harvard. Liderando el programa de educación del Banco en Perú desde 2008, la Sra. Kudo ha brindado asistencia técnica al Ministerio de Educación, al Ministerio de Finanzas y a los gobiernos regionales, al Consejo Nacional de Educación y al Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación. Psicóloga de formación, es una de las expertas del Banco Mundial en educación socioemocional y clima escolar.