Roberto Barrientos Mollo / Para EDUCACCIÓN
El 23 de mayo de 1991 se produjo el último caso de infección de poliomielitis salvaje en el Perú, en un distrito llamado Pichanaki de la provincia de Chanchamayo (Junín). Seis años antes el Perú se había sumado a la exhortación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Dicho llamado decía “llegó el momento de declarar inaceptable que cualquier niño en las Américas sufra de poliomielitis”, dando inicio a la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis. La erradicación a nivel de todos los países de América se se logró en 1994 ¡Se pudo llegar al 0% de casos en pocos años! Una triste enfermedad que llevaba décadas diezmando vidas y trayectorias ¿Por qué tuvieron que pasar varias décadas después de haber sido descubierta la vacuna? ¡La vacuna para la poliomelitis fue desarrollada en la década de los 50! Se tenía la cura, pero tuvieron que pasar dos generaciones para que llegase a todos los individuos de América. Es un logro que hay que celebrar, pero también es necesario decir que en el mundo aún es endémica en tres países.
Como se sabe, la polio es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central y que en su forma aguda causa inflamación en las neuronas motoras de la médula espinal y del cerebro y lleva a la parálisis, atrofia muscular y muy a menudo la persona afectada termina con un miembro afectado de por vida. Es una enfermedad cruel, sin embargo debemos preguntarnos ¿Por qué tomó tanto tiempo inmunizar a toda la población? Se pueden ensayar muchas respuestas: la logística del momento, la infraestructura, la tecnología existente, la falta de capacitación, la conciencia de las personas o la inversión en la misma. Pero para mí, el motivo central fue la decisión y el uso de una adecuada teoría del cambio. Hacia el año 1986 el número de infectados por el virus se había reducido considerablemente y se venía reduciendo pausadamente. La OPS se hubiese podido contentar con avanzar progresivamente con pequeños porcentajes, para en unas décadas haber erradicado la enfermedad. Pero no fue así, dados los antecedentes de su erradicación en algunos países y la experiencia acumulada, se decidió fijar un año límite. Se fijó el año 1990 como el año de la erradicación total de la polio. Y se logró. Con el trabajo conjunto y, en algunos casos, sin precedentes de diversos organismos. Acción masiva similar a la que se realizó 20 años antes en la lucha contra la viruela. Como se puede ver, se tuvo que ser drástico con la decisión y tener un fuerte sentido de urgencia.
Frente a los males educativos tenemos dos caminos: el camino fácil y el camino difícil. El camino fácil, en mi opinión, es decir que todo es progresivo y poco a poco. Por ejemplo a nivel nacional, los resultados en la Evaluación Censal de Matemáticas hasta el año 2013 estaban mejorando a dos puntos porcentuales por año. Si se seguía esa progresión hubieran hecho falta 50 años para llegar a la equidad educativa en la enseñanza de matemática ¡50 años de injusticia para muchos niños! Una buena noticia ha sido el crecimiento de cerca de 10 puntos (16.8 a 25.9%). El camino fácil es creer que la justicia demorará. El camino difícil es recuperar nuestra pasión inicial cuando nos consagramos a la docencia e hicimos una promesa en nuestros corazones de hacer todo lo posible, todo lo que esté a nuestro alcance cueste lo que cueste, por el bien de nuestros niños y jóvenes.
¿Cuál es el camino difícil? Antes de responder a esta pregunta, quisiera comentar un pasaje de la película animada Grandes Héroes. En ésta el protagonista Hiro Hamada, un joven genio de 14 años que había preferido dedicarse a las peleas de robots en busca de diversión y dinero fácil, se queda anonadado cuando visita el centro de investigaciones tecnológicas en el que trabaja su hermano, un joven investigador. El profesor Callaghan, encargado del centro, le dice que si lo suyo es lo fácil quizá el centro de investigación no sea para él. En ese momento Hiro decide dejarlo todo para ingresar al mismo a pesar de la exigencia que ello implicaba. El camino difícil es hacer cosas que no estamos acostumbrados a hacer. Es exigente, pero es plenificante.
Si usted lector trabaja en un colegio privado. Lo invito a darse una vuelta por un colegio público de zona. Toque la puerta preséntese y verá que hay mucho que puede hacer por ellos y ellos pueden hacer por usted. Si su colegio tiene buenos resultados compártalos, deje que sus docentes se sienten periódicamente con otros colegas, que compartan planificaciones, que se observen entre colegas de otros colegios, etc. Si usted trabaja en un colegio público. Visite a otro colegio público cercano. No es bueno mirarse el ombligo, a veces las soluciones están más cerca de lo que pensamos, en escuelas de contextos similares. La idea es que nuestra mentalidad, al igual que el caso de la poliomelitis, sea que declaremos inaceptable que siga ocurriendo la inequidad educativa en nuestro distrito o ciudad. Recuerda que todos somos familia y por la familia uno debe de darlo todo, hasta la propia vida.
En síntesis, debemos desatar un tsunami de colaboración entre escuelas, entre padres, abuelos, empresas, municipios. Muchos lo están haciendo, pero necesitamos que lo hagan más personas y con más fuerza. El año 2016 puede ser el año que inició un cambio histórico en nuestra querida ciudad y nuestro querido país. Un año donde educación dejó de ser un tema sectorial para ser un tema central en las políticas municipales y regionales. Sin un pueblo educado no hay posibilidad de una salud adecuada, una convivencia ciudadana sana, un electorado consciente y una disminución drástica de la delincuencia. Pero para realizar esto necesitamos convencidos y convencidas que elijan el camino difícil, pero que actúen en conjunto. En efecto, para esto hay que pensar fuera de la caja. El tiempo apremia y los niños y jóvenes no satisfacen sus necesidades en el modelo de escuela que estamos replicando desde hace años. Urge nuevas respuestas y, a veces, lo nuevo está en volver a lo esencial.
Lima, 06 de marzo de 2016