Edición 44

¿Democracia en la escuela?

Cuando viajé a Finlandia, presencié con asombro cómo es que construyen un país desde sus escuelas. ¿Somos conscientes aquí de ese rol de la escuela?

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Liz Pasco Carmona | EDUCACCIÓN

«Falta más democracia en las escuelas de Finlandia». Cuando Matti Rautiainen, Vice Director del Departamento de Educación de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia), pronunció estas palabras, pensé que lo que había visto hasta ese momento era una mera actuación y que él estaba desarmando el teatro. El día anterior yo había visitado un colegio público de educación secundaria en Helsinski, donde tres estudiantes opinaban con espontaneidad sobre las clases, su escuela, sus compañeros, en fin, sobre lo que significaba ser estudiante en este país. Luego escuché a la directora, al coordinador y a un docente, todo esto en una escuela pública tan bien o mejor equipada que los mejores colegios privados del Perú. Daban cuenta de todo lo que hemos leído de la educación en Finlandia: atención a la diversidad, participación activa de los estudiantes, independencia en la gestión de su aprendizaje, respeto a la carrera docente, tiempo de ocio y otros logros a los que aspiramos todos.

Le describí estas impresiones a Matti y él me dijo que todo eso era real. Menos mal, pensé. ¿Dónde está la falta de democracia, entonces? En la organización de la escuela, me respondió. Los estudiantes saben que pueden opinar, pero su voz no tiene ninguna influencia sobre lo que sucede más allá de sus clases. ¿Cómo se han dado cuenta que eso es un problema? En el 2012 ganó el partido conservador, luego de 30 años de gobernanza del partido Social Democrático, y este año ese presidente fue reelegido. Cada vez hay una percepción mayor de desesperanza, de no poder cambiar las cosas. Empiezo a entender. Estudiantes que no solo tengan voz en las clases, sino en la organización de la escuela y que, además, puedan poner en acción o movilizar cambios tangibles en ella. La verdadera democracia en la escuela, el microestado.

El presidente Martín Vizcarra, en su último mensaje a la nación por 28 de Julio, dijo que “se requiere de ciudadanos comprometidos con la república, dispuestos a conocer lo que pasa y tomar una posición de participación en la solución del problema…” ¿Qué rol cumple la escuela en esto? Hoy en día, el compromiso con la república es más que dar a conocer lo que pasa. La mayoría de mis estudiantes sabe lo que está sucediendo, sobre la corrupción de la que se habla en los medios y sobre la que no se habla en ellos. El problema es que nadie se sorprende, nadie se indigna. Han asumido la misma postura que el adulto promedio, que la política es para gente corrupta y que no hay nada que podamos hacer al respecto. Más desesperanza.

En Perú hay una herencia militarista que aparece cada vez que los problemas rebalsan. Son incontables las veces en que he escuchado que necesitamos un militar que ponga las cosas en orden. Esta idea no es gratuita. Vemos con absoluta normalidad las formaciones en las escuelas. Descanso. Firmes. Atención. Silencio. Obedece, malcriado. Pienso que el primer paso para que todos los que nos dedicamos a enseñar seamos parte de la solución, es deconstruir nuestra idea de disciplina y reconstruir nuestra apuesta por la democracia.

Dewey[1], explica que “una democracia es más que una forma de gobierno, es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia conjunta comunicada”. Así, el segundo paso es instaurar esta práctica en todos los niveles de la escuela. Como bien advierte la experiencia finlandesa, hacerlo solo en las clases es insuficiente. Es necesario brindar oportunidades donde los estudiantes pongan en práctica la democracia más allá de ellas. Hacerlos conscientes de su poder para elegir y controlar, y aprender cómo hacerlo. El último paso –o uno paralelo al segundo- es despertar la indignación por las injusticias y la búsqueda del bien común, ingredientes indispensables para crear una comunidad.

Cuando viajé a Finlandia, pensé entender de cerca su sistema educativo, pero en realidad sentí que presencié cómo es que ellos construyen un país. En Perú, ¿somos conscientes del rol que cumple la escuela en la construcción del Estado? ¿Sabemos que esa desidia de la que nos quejamos todos, está gestándose precisamente en nuestros colegios?

Coda

Siempre intento terminar con algún mensaje esperanzador, pero esta vez lo dejo en las manos de los lectores. ¿Conocen alguna experiencia educativa peruana que esté trabajando la democracia en las escuelas? Los leo.

Lima, 3 de agosto de 2018

[1] DEWEY, J. (1995). Democracia y Educación. Pág. 82. Buenos Aires: Morata.

 

Para citar este artículo en APA:
Pasco, L. (2018). ¿Democracia en la escuela?Educacción, Año 4 (44). https://bit.ly/2nlmP3h

Lizbeth Pasco Carmona
Psicóloga especialista en diversidad, equidad e inclusión en espacios educativos y alumni de Enseña Perú. Actualmente coordina el Programa de Becas del Colegio Roosevelt. Trabajó diseñando estándares docentes en la Dirección de Formación Docente en Servicio, y en la Dirección de Evaluación Docente (MINEDU). Ha planificado, ejecutado y evaluado proyectos de acompañamiento, capacitación, clima y cultura para ONGs, empresas e instituciones públicas. Además, ha desarrollado proyectos de lectura, escritura y expresión oral para mejorar habilidades personales e interpersonales de adolescentes.