Kristel Oyola | EDUCACCIÓN
Nuestras competencias pedagógicas se ponen nuevamente en vitrina en este nuevo inicio de año escolar, con un poco más de experiencia en esta nueva normalidad. Si bien es cierto que el Ministerio de Educación nos brinda soporte una vez más a través de la estrategia “Aprendo en Casa”, nos sentimos retados a dar lo mejor de cada uno, desde nuestro rol en el sistema educativo, para que los procesos cognitivos pesen más que los contenidos, para que el memorizar no sea el foco sino el aprender a aprender, para que el rol activo del estudiante en su proceso de aprendizaje no sea malentendido. Entonces, la pedagogía más que nunca se impone.
El sistema educativo y cada uno de sus actores han realizado el mayor de los esfuerzos para salir a flote durante este largo periodo de emergencia sanitaria. Tuvimos múltiples desafíos, desde no saber cómo hacer uso de las plataformas de aprendizaje hasta aprender a lidiar con las mínimas condiciones de interacción con los estudiantes y las familias. A pesar de que muchos docentes, directivos y familias han dejado en evidencia sus altas competencias profesionales, todo proceso o servicio es siempre perfectible. En ese sentido, de manera sumamente osada, redacto estas líneas para invitar a la reflexión a muchos de nosotros los maestros.
Sabemos que esta nueva normalidad nos brinda condiciones mucho más limitadas que las que solíamos tener, sin embargo, nuestro sistema educativo se mantiene enfocado en desarrollar competencias. Las competencias buscan que nuestros estudiantes desarrollen habilidades para la vida, como persona y como ciudadano, del Perú y del mundo. Es necesario recordar que hoy, para la mayoría de nuestros estudiantes, la información está más que disponible. Entonces, la cantidad de información o contenidos que volquemos en ellos no es importante, pero sí es vital enseñarles a reflexionar sobre esa información, a analizar cómo puede afectar mi presente y futuro, cómo hechos suscitados tantos años atrás, por ejemplo, aún afectan a mi comunidad y mi país. Es fundamental hacer el gran esfuerzo de cambiar algunas de nuestras antiguas prácticas. Sé que no es fácil, los cambios nunca lo son, son pequeños lutos, pero existe una gran necesidad de desarrollar pensamiento crítico en nuestras aulas, sumamente importante hoy para nuestro país. Pero esta forma de pensar no será promovida por las enormes cantidades de información que les hagamos repetir, sino por la calidad de los procesos cognitivos que incentivemos en los estudiantes.
El contar con un mejor país depende de cada uno de los actores de la comunidad educativa. En ese sentido, no es solo responsabilidad de las instituciones educativas promover en los estudiantes la reflexión, la autonomía y la capacidad de resolución de problemas, lo es también de las familias. Por ello, el habituar a los estudiantes a formarse como pensadores responsables de su libertad, es la tarea más importante de las familias. Existe un conocido proverbio chino que dice: «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». Los docentes y familias que se orientan al desarrollo de procesos cognitivos forman personas capaces de tomar decisiones a partir de la reflexión y evaluación de soluciones múltiples, personas resilientes y fuertes para el resto de su vida.
El Ministerio de Educación realiza un gran esfuerzo en poner a disposición recursos de aprendizaje a través de diferentes medios de comunicación, para que el docente realice las adaptaciones según las necesidades de los estudiantes. Sin embargo, muchos de nosotros invertimos horas en volcar ese material en una presentación digital o en hacerlo interactivo, con el único propósito de hacerlo «más bonito». Siempre hemos sabido que el tiempo es oro, mucho más ahora. Invirtamos tiempo, entonces, en complementar los esfuerzos del Ministerio, no en duplicarlos.
Nuestra labor es encontrar mecanismos para lograr el acompañamiento que el estudiante requiere, una labor sumamente ardua. Nuestro nuevo rol, según el enfoque por competencias, es ser el “entrenador” de los estudiantes, lograr que ellos aprendan cómo aprender por sí mismos. En ese sentido, debemos enfocarnos en profundizar los saberes de los estudiantes, en promover espacios de construcción de saberes entre pares, siempre que sea posible.
La planificación inversa sigue siendo fundamental al momento de diseñar nuestras sesiones de aprendizaje, sin importar si son presenciales, semipresenciales o completamente virtuales. Es la que nos va a garantizar no caer en prácticas tradicionales enfocadas en solo la estrategia, en la herramienta digital, o en el contenido. Debemos establecer propósitos de aprendizaje claros y realizables para este contexto y diseñar un camino que lleve a nuestros estudiantes al logro de las competencias través de las experiencias de aprendizaje, las cuales le permitan en una libertad responsable tomar decisiones y asumir un rol activo. Sabemos que el desarrollo absoluto de las competencias en condiciones tan limitadas es bastante complejo, sin embargo, hagamos nuestro mayor esfuerzo para hacer con lo logren con la calidad necesaria.
Tarea de los docentes: ¡Aprender a reinventarse!
Para darle viabilidad a lo anteriormente descrito es necesario fortalecer nuestras competencias docentes a partir de algunos pequeños pasos, sugeridos a continuación:
Aprendamos a desaprender
Desaprender es una de las tareas que nos resulta más difícil, no solo como profesionales sino también como personas. Sin embargo, no busquemos lograr cambios radicales de la noche a la mañana, seamos pacientes con nosotros mismos, iniciemos la mejora de nuestras prácticas docentes de manera realista y alcanzable. No nos abrumemos intentado lograr mejorar muchos aspectos al mismo tiempo. Sugiero siempre recurrir al Marco del Buen Desempeño Docente y trazarse como meta un desempeño que consideren necesario mejorar, analizar a detalle el desempeño y buscar apoyo en colegas es siempre muy útil.
Aprendamos a hacer las preguntas correctas
Para lograr desarrollar pensamiento crítico en los estudiantes es fundamental que los docentes aprendamos a elaborar las preguntas correctas. En ese sentido, es muy importante entrenarnos en esta práctica no solo para la retroalimentación sino también para la metacognición. Me doy la libertad de compartir en este texto el enlace de un artículo anterior llamado “La pedagogía de la pregunta”.
Aprendamos a no perder de vista el aprendizaje
Los docentes estamos también en un constante entrenamiento express para el uso de herramientas digitales. Sin embargo, el entusiasmo a veces nos ciega y no nos permite ver que nosotros lo aprendemos para que los estudiantes puedan ser orientados en el proceso correctamente, es decir, por ejemplo, para que mi estudiante pueda trabajar colaborativamente aprendo a hacer un wiki y así acompañarlo sin problemas en el proceso. Sucede lo mismo al encontrar un software o app novedoso y divertido; lo más importante es identificar su significatividad respecto al propósito de aprendizaje; no cometamos el clásico error de elegir una herramienta por su novedad y no por su valor en el proceso pedagógico.
Aprendamos a no perder de vista el rol activo del estudiante en su aprendizaje.
En la primera entrevista que sostuve con Luis Guerrero, nos explicaba que el estudiante activo no es aquel que está en constante movimiento, porque la «actividad» no está relacionada con el tema kinestésico; por el contrario, podría ser que un estudiante casi estático cumpla un rol activo, si su mente está trabajando constantemente. En ese sentido, es crucial que promovamos actividades que permitan que el estudiante se cuestione todo el tiempo para comprender mejor su entorno, su problemática y sus posibles opciones de solución.
Tomando en cuenta que mi especialidad es inglés, me daré la libertad de brindar un ejemplo del área: Si al exponer al estudiante un texto escrito u oral, le doy la traducción del léxico de manera inmediata, he mutilado por completo su derecho a pensar, ya no necesita pensar para inferir nada porque ya todo está hecho. Por ello, dejemos la puerta semiabierta a la indagación, para que el estudiante se asome y quiera sumergirse en ella por completo. No llenen la habitación con todo listo, ya que después seremos los más grandes culpables de que ellos ya no quieran salir de allí.
Sin duda alguna, este 2021 nos permite afrontar el mismo contexto de una mejor manera, más conscientes de lo que tenemos, de lo que sabemos, de lo que se necesita, de lo que somos. No tengamos miedo a estos lutos que nos demanda el cambio, las transformaciones suelen ser siempre positivas y a favor no solo de la persona que lo experimenta, sino de las que la rodean. Promovamos una educación que complementa, suma, aporta, tal como lo hemos hecho a lo largo de años muchos maestros peruanos.
Lima, 08 de marzo de 2021