No siempre tomamos nuestras decisiones de una manera libre. Es como si un mago supiera qué carta del mazo vamos a elegir, incluso antes de haber estirado la mano para tomarla. El mundo en que habitamos está lleno de estos magos. No hay diseño neutral, siempre nuestras elecciones están enmarcadas. Es como cuando a un niño le preguntas si quiere ponerse el polo A o el B; rara vez elige un C. Podemos aceptarlo o aprender algunos trucos.
Thaler y Sunstein, en Nudge, señalan que la investigación demuestra que, cualesquiera sean las opciones por defecto, la gente suele permanecer en ellas. Pensemos en la última vez que revisamos en qué plan de jubilación estamos. La mayoría seguro se mantiene en la opción que eligió con su primer trabajo. Lo mismo sucede con la suscripción a revistas o a servicios de streaming. En un contexto de política pública, por señalar un ejemplo, se consiguió que la gente “decida” donar órganos simplemente variando la forma en la que se hacía la pregunta.
Esta “arquitectura de las elecciones” no obliga, sugiere. Es como ese amigo que nos da un pequeño golpecito para que prestemos atención a algo. James Clear, en su libro Atomic habits, relata cómo una médico del Massachusetts General Hospital de Boston consiguió que las ventas de agua embotellada de la cafetería del Hospital subieran en un 25% y las de gaseosas bajaran en un 11%. Lo único que hizo fue colocar el agua cerca de las cajas registradoras y de las estaciones de comida.
Casos como estos hay muchísimos: Tomamos café en starbucks porque está disponible en ubicaciones estratégicas; los bancos han logrado que las personas ya no olviden su tarjeta en el cajero, devolviéndola antes de entregar el dinero; normalmente compramos los productos que están cerca de las cajas (la sección de impulsos del supermercado), en las esquinas de los pasillos o al nivel de los ojos en los estantes. Hay un ejemplo clásico en el que se consiguió reducir los costos de limpieza del baño de hombres del Amsterdam’s Schiphol Airport colocando en el urinario el dibujo de una mosca a la cual apuntarle.
Vistas así las cosas, el diseño importa. Y aquí viene el lado positivo de esta historia: podemos construir los espacios en los que tomamos decisiones para que nos sea más sencillo tomar las que consideramos correctas o mejores para nosotros. James Clear señala que las personas más disciplinadas no son aquellas que resisten a la tentación sino quienes acomodan su entorno para que esta ya no esté presente.
¿Qué podemos hacer? Aquí dejo algunas ideas de Atomic Habits. Si queremos comer más saludable, es importante tener estas opciones disponibles: un frutero en un lugar visible de la cocina, una botella de agua en el lugar donde más andamos; si queremos leer, podemos dejar el libro de turno en la almohada; para comer porciones más moderadas, podemos usar una vajilla más pequeña. Las posibilidades son infinitas y podemos pensar lo que más conviene a nuestros intereses. Algo que ayuda a configurar nuestros propios espacios es hacer visible y sencillo lo que activa los hábitos que queremos instalar y, por la misma razón, hacer más cuesta arriba los que queremos abandonar.
Clear sugiere atribuir a los objetos un papel específico en nuestras vidas. Un sillón puede ser el lugar donde leemos o el lugar donde tomamos cervezas, comemos snacks y nos damos atracones de series de Netflix. Una regla útil para instalar nuevos hábitos es asignar a una cosa o lugar, un uso específico. Por ejemplo, usar la computadora para trabajar o ir al dormitorio cuando tenemos sueño y queremos descansar (un grupo de personas con insomnio mejoraron así sus hábitos de sueño).
Mención especial tiene el celular. Haruki Murakami dice que son tan convenientes que son un inconveniente. La opción por defecto de estos aparatos, que todos tenemos en las manos, es llamar nuestra atención constantemente. Además, su uso es multifunción, por lo que es difícil seguir el consejo del párrafo precedente. No obstante, siempre tenemos opciones: apagar notificaciones, dejar el celular fuera de nuestro dormitorio o no tenerlo a la vista si queremos estar realmente conectados en una conversación cara a cara con amigos.
El diseño del contexto en el cual decidimos tiene grandes implicancias para nuestra vida. La pregunta es si queremos ser nosotros quienes lo diseñamos o si dejamos que alguien más lo haga.
Lima, 20 de julio de 2023