Editorial
En el modesto rincón de la web que ocupa nuestra revista, se cumple ahora una década de existencia. Diez años de artículos, de reflexiones, de debates, abiertos o silenciosos sobre esa quimera llamada educación peruana.
No habrá fuegos artificiales, ni celebraciones fastuosas. Son solo diez años. Una década de palabras, de ideas, de argumentos que se despliegan en las pantallas de nuestros lectores cada mes, como un torrente silencioso pero pertinaz. Por que Educacción no es una fiesta, es una trinchera.
No hemos buscado grandes titulares ni condecoraciones. Nuestra labor ha sido más parecida a la de un artesano que pule con paciencia una pieza hasta arrancarle un destello de belleza. Así, mes a mes, hemos ido publicando análisis, ideas, a veces críticas, a veces esperanzadoras, siempre con la convicción de que la educación es la mejor herramienta capaz de hacer germinar las conciencias, las manos y los corazones que transformarán nuestro país.
Diez años de mirar la educación peruana a los ojos, sin pestañear. De desmenuzar sus fracasos, de celebrar sus triunfos, por efímeros que sean, de hurgar en sus claroscuros buscando esa chispa que encienda la hoguera del cambio. No nacimos para adormecer conciencias, sino para sacudirlas.
Hemos visto desfilar ministros y presidentes, reformas y contrarreformas, promesas, cumplidas e incumplidas. Pero también hemos sido testigos de la entrega de miles de maestros, más allá de aciertos y errores, del esfuerzo de estudiantes que luchan contra toda clase de adversidades, de padres que sueñan con el futuro que sus hijos merecen. Esas historias, esos rostros anónimos, son los que nos dan fuerzas para seguir adelante.
Nuestra revista no pretende tener todas las respuestas. No es un catálogo de soluciones mágicas. Es un espejo, a veces cruel, a veces esperanzador, que busca reflejar la realidad de la educación en nuestro país. Es un espacio de combate, donde las ideas se enfrentan, se discuten, se pulen, se combinan, porque nadie se siente dueño de la verdad. Es un espacio de encuentro, donde diversas voces puedan dialogar y construir, ladrillo a ladrillo, el complicado edificio de una educación pública de calidad para todos. Un edificio a prueba de sismos.
Diez años después, confirmamos que el camino es largo y empinado. Que la inercia es poderosa, que los intereses creados son tenaces, que las resistencias son muchas, que no hay nada bueno que sea irreversible, que la frustración acecha a cada esquina. Pero también sabemos que hay miles de peruanos que se niegan a resignarse, que luchan cada día por una educación que sea motor de transformación, no de perpetuación de desigualdades.
A todos ellos, a nuestros lectores, colaboradores y amigos, les estamos infinitamente agradecidos. Les decimos gracias por acompañarnos en esta silenciosa labor. Gracias por creer, como nosotros, que la educación es el mejor camino para construir un Perú más justo, menos dividido, más republicano y democrático. Gracias por ser cómplices de esta obstinación. Gracias por recordarnos que, incluso en la oscuridad, siempre habrá una luz por encender y alguien dispuesto a hacerlo.
Nuestro reconocimiento es igualmente emocionado para este pequeño grupo de soñadores que hace diez años decidió embarcarse con nosotros en esta aventura, que ha sostenido esta revista con uñas y dientes, donando tiempo e ideas con generosidad e ilusión. Gente, sigamos adelante. Que cada artículo sea un golpe certero a los problemas que más duelen, que cada análisis sea una herida que sane, que cada propuesta una semilla que germine.
Diez años. Punto. Y seguido. Porque la historia de Educacción no acaba aquí. La educación peruana necesita de más voces, lúcidas, críticas, esperanzadas y, a la vez, más valientes que nunca.
Comité Editorial
Lima, setiembre de 2024
