Cecilia L. Meléndez / Museología Didáctica Patrimonio
La modalidad del ecomuseo es un complejo fenómeno, cuyo estudio involucra por un lado la conservación del patrimonio cultural y natural dentro de sus contextos o ambientes reales; y por otro lado, involucra métodos museológicos y museográficos independientemente de la amplitud o extensión del sitio o territorio. Es decir, la propuesta museológica es aplicada a gran escala y la conservación del patrimonio cultural y/o natural es predominantemente in situ.
Georges Henri Rivière, padre fundador del movimiento de los ecomuseos, revolucionario museólogo francés, a finales de los sesenta rompe los paradigmas del museo tradicional y propone la idea de este nuevo modelo de museo. Esta transformación cualitativa de la institución conocida como ecomuseo, dio inicio a complejas y ambiciosas especulaciones sobre los nuevos métodos y funciones de la institución. Dicho debate fue extendiéndose por toda la comunidad museológica mundial.
El movimiento del ecomuseo precede al nacimiento del movimiento de la “nueva museología” que comienza a consolidarse en los años setenta. De estos movimientos surgen diferentes corrientes: en Europa, especialmente en Francia, se crean en 1967 los Parques Naturales Regionales aplicando en ellos una política de desarrollo económico y cultural; nacen los museos escandinavos al “aire libre” (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia) que no sólo consistían en trasladar edificios a un lugar creado artificialmente, sino en reconstruir espacios tal como existieron y cuyo objetivo principal era el de dar a conocer la relación del hombre con su entorno natural y cultural; sobresaliendo Suecia donde se discute de manera mucho más amplia el papel de los museos en la sociedad.
Aunque años antes, en Francia, la idea de “ecomuseo” ya había sido conceptualizada por Georges Henry Rivière, en 1971 el término es acuñado por su discípulo Hughes de Varine-Bohan, quien en la IX Conferencia Internacional del ICOM en Grenoble – Francia, ante especialistas en museos de todo el mundo presenta el nuevo experimento museológico que había sido recientemente inaugurado en Borgoña, al Noreste de Francia: el “Ecomuseo de la Creusot-Montceau-les-Mines”. Dicho ecomuseo se crea con la idea de recuperar el patrimonio histórico industrial de la zona, para lo cual se contó con el apoyo de especialistas y, sobre todo, de los pobladores de la comunidad.
Alrededor de 1974, en Portugal se crearon numerosos museos municipales, los cuales reflejaban gran compatibilidad con los principios teóricos y prácticos del movimiento de los ecomuseos, que fueron bien recibidos por la población y por muchos dirigentes locales. Ya en 1979 surge la idea de la creación de su primer ecomuseo, bajo la supervisión de Georges Henri Rivière, que visitó dos veces el lugar. Lamentablemente el proyecto no se llegó a ejecutar, pero en 1982 se concretó un nuevo proyecto: El Ecomuseo Municipal de Seixsal, el mismo que fue candidato al Premio Europeo del Museo del Año, en 1983. A partir de entonces se crearon más ecomuseos en Portugal.
Por otro lado, en Québec, Canadá se iban también introduciendo las nuevas formulas museológicas, como los centros de la naturaleza, los centros de interpretación, siendo uno de sus principales promotores el museólogo René Rivard. Surgen entonces, importantes programas de intercambio cultural entre Francia y Québec. En 1979 Georges Henri Rivière viaja a Québec e introduce también la idea del Ecomuseo, lo cual contribuye en el desarrollo del movimiento ecomuseológico de esta región.
El experimento francés se convirtió en los años setenta en un nuevo modelo ideológico para todo el mundo museístico, extendiéndose rápidamente por toda Europa.“La creación de este museo es el resultado de una reflexión que pretende asociar la ecología y la etnología regional para conseguir un nuevo tipo de museo más participativo y de autogestión. De esta forma se configura un museo del tiempo y del espacio, “un laboratorio IN SITU”. *Fernández, F.
En 1972 se lleva a cabo la Mesa Redonda organizada por la UNESCO en Santiago de Chile, que trata sobre la función del Museo en la América Latina de hoy. De esta reunión surge el concepto de “mueso integral” que guarda grandes relaciones con el ecomuseo europeo.
Todos estos movimientos se cristalizan en Octubre de 1984, con la Declaración de Québec, Canadá, la que proclama los principios básicos de la nueva museología, reafirmando la proyección social del museo sobre las funciones tradicionales del mismo. Se reconoció con esta declaratoria, que la experiencia de más de 25 años de la nueva museología (ecomuseología, museología comunitaria y demás formas de museología activa) en todo el mundo, han sido factor de desarrollo de las comunidades que han optado por esta opción y que sus teorías han nacido de las experiencias realizadas en diferentes lugares durante este tiempo, hecho importante que influyo en la inserción de los museos en el medio popular y rural.
Casi simultáneamente, el mismo año 1984 se lleva a cabo la “Declaratoria de Oaxtepec” en Morelos, México, en el marco del Seminario Internacional “Patrimonio Territorial – Ecomuseos Comunitarios: el Hombre y su Entorno”, en ella se manifiesta que concentrar el patrimonio en un edificio, modifica el contexto original que le corresponde y que debe considerarse también al espacio territorial como ámbito museográfico. Además, se afirma que los ecomuseos permiten fomentar y afianzar la identidad local y regional.
Entre otros acontecimientos realizados en pro de los ecomuseos y la nueva museología, está la Reunión que se llevó a cabo en Montreal, en 1983, en el marco de la “Jornada de Estudio sobre los Ecomuseos”, bajo la orientación teórica de Hugues de Varine-Bohan. También se fundaron asociaciones defensoras de estos principios como “Museología Nueva y Experimentación Social” MINES en Francia y la Asociación de Ecomuseos de Québec, además de la organización de diversos cursos basados en estas ideas y la publicación de numerosos artículos.
En 1985, se estableció el “Movimiento Internacional para la Nueva Museología” MINOM, con el cual se consolidó el reconocimiento mundial del movimiento y con el las teorías de la nueva museología.
Asimismo, en mayo del 2000 se lleva a cabo el “Manifiesto de Santa Cruz” en Río de Janeiro, Brasil; en él se consideró que los ecomuseos y museos comunitarios son agentes activos para la participación y relación de la comunidad con su patrimonio integral. Se recomendó, además, que todos los museos deban contemplar la participación comunitaria y fomentar programas de desarrollo sostenible.
Latinoamérica por su lado, también se alimenta de estos nuevos conceptos y teorías, los mismos que traslada a su contexto, desarrollando además otros modelos similares basados en la idea del ecomuseo, por ejemplo los llamados “museos integrales” y los “museos comunitarios”. Actualmente el mayor exponente de museos comunitarios en Latinoamérica es México, con un centenar de estos y con mucho éxito. Países como Brasil, Venezuela y otros han desarrollado ejemplares ecomuseos y/o museos integrales como por ejemplo: el Museo de Barquisimeto, en Venezuela, donde se ha dedicado un espacio a la tradición, para evitar que su memoria colectiva se dispersara y borrara, un museo abierto, participativo y dinámico, que considere como objeto de atención primordial el patrimonio comunitario, que incluya manifestaciones físicas y espirituales del pasado y las vivencias y manifestaciones del presente.
Todos estos acontecimientos indican claramente el inicio de una nueva era museológica que reafirma como nuevo punto de partida, el cometido social del museo y su primacía frente a sus funciones tradicionales. Es así como se abandona la idea del museo estático y más bien surge un modelo más dinámico con una importante carga de aspectos humanos. En lugar del tradicional espacio centrípeto que se basa en el concepto de un museo como polo centrífugo o de irradiación de producción cultural. Sobre todo es predominante su carácter regional y está íntimamente ligado a la población la cual debe influir en su desarrollo.