Edición 26

Educación sexual integral: abordar temas sensibles o lamentarse como nación

Por un Programa de Educación Sexual Integral pertinente a las necesidades de los adolescentes

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Vanessa Toribio Vargas / Para EDUCACCIÓN

La educación sexual tiene que ver con lo que está en la cabeza de la gente
Donna Shalala

El embarazo adolescente es un problema social que incrementa la probabilidad de deserción escolar y resta las oportunidades para encontrar un trabajo digno, por lo que impide a la mayoría de chicas se ven en esta situación, crecer y desarrollarse con libertad. Asimismo, sigue siendo una de las principales causas de mortalidad materna e infantil. Para ponerlo en blanco y negro, actualmente en el Perú 15 de cada 100 mujeres entre los 15 y 18 años de edad ya son madres o están embarazadas. Según datos del INEI del 2015 el embarazo adolescente en el Perú subió al 14,6% en el 2014, lo que representa un incremento del 1,6 % desde el año 2000.

Otras cifras que nos recuerdan los desafíos en materia de educación sexual de los adolescentes, son las de VIH. De acuerdo con el MINSA, el 70% de los nuevos casos reportados son de adolescentes y jóvenes. Asimismo, a partir de los casos denunciados se cuenta con algunas cifras sobre abuso infantil, explotación sexual y violencia.

Naturalmente, el desarrollo de políticas educativas públicas de protección a la niñez y adolescencia requiere de cifras y datos sobre la situación actual que permitan justificar su necesidad y los consiguientes programas de formación. Ahí está el INEI y los centros que brindan atención a niños y adolescentes (DEMUNA, CEAM, centros de salud, ONG entre otros) como fuentes principales. Sin embargo, nuestra mirada no puede quedarse solo en las cifras. Hay aspectos cualitativos, más complejos de registrar pero posibles, sobre las causas de fondo y sus factores asociados.

Al respecto caben varias preguntas: ¿Cuáles son las inquietudes de los niños y adolescentes peruanos de hoy con relación a la sexualidad? ¿Qué les interesa saber y qué les perturba? ¿Qué tipo de relaciones establecen? ¿Cómo expresan sus afectos? ¿Cómo manejan los conflictos? ¿Cuántos saben reconocer situaciones de peligro frente al abuso sexual? ¿Cuántos saben qué hacer ante una situación de riesgo o en caso de abuso, propio o ajeno? ¿Cuál es la edad promedio de inicio de las relaciones sexuales de los peruanos? ¿Esta edad ha retrocedido o ha avanzado en los últimos años? ¿Cuál es el porcentaje de uso de métodos anticonceptivos? ¿Cuáles son los comportamientos y actitudes de los adolescentes y jóvenes de hoy frente a la sexualidad? ¿Sabemos en qué comportamientos de riesgo están involucrándose mayoritariamente y desde qué edad?

Estos datos, que pudieran parecer abrumadores, son necesarios si lo que buscamos es contribuir a que los adolescentes y jóvenes “adquieran los conocimientos y competencias necesarias para tomar decisiones conscientes, sanas y responsables acerca de sus relaciones y su sexualidad” (UNESCO, 2016a). Así como también aprender formas de cuidarse y protegerse. No podemos ofrecerles la oportunidad de reflexionar de manera crítica sobre las diferentes situaciones que viven si nos negamos a mirar estos sucesos y a escuchar lo que piensan los niños, adolescentes y jóvenes de hoy.

De todas las preguntas formuladas líneas arriba, las únicas que podemos responder actualmente (con cifras) son las del inicio de las relaciones sexuales y el uso de métodos anticonceptivos. No contamos con cifras nacionales sobre las inquietudes y comportamientos de los adolescentes respecto a la sexualidad. Con ello, nuestra tendencia a mirar desde el mundo adulto nos ha llevado a dejar de lado lo que piensan y sienten o la forma cómo actúan los beneficiarios directos.

Un programa de Educación Sexual Integral (ESI) debe ser pertinente a las necesidades críticas de aprendizaje, al enfoque curricular, a la cultura y las expectativas de los estudiantes. Sin embargo, debe nutrirse de un amplio conocimiento sobre las etapas de desarrollo para ser armónica con las posibilidades cognitivas de los estudiantes y aceptada sin tropezar con su sensibilidad.

La gran repercusión de la ESI se puso de manifiesto en marzo del 2016, en el informe “Emerging Evidence, Lesson and Practice in Comprehensive Sexuality Education – A global review 2015” [Nuevas pruebas, experiencias y prácticas en materia de educación sexual integral – una evaluación mundial de 2015] relativo a la situación de 48 países del mundo, entre ellos el Perú. El informe publicado por la UNESCO en consulta con el Fondo de poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA) y la secretaria ONU/SIDA, concluyó que el 80% de los países examinados tenían políticas o estrategias que apoyaban a la ESI. El informe mostró que la ESI contribuye a mejorar la salud sexual y reproductiva, lo que se traduce en una reducción de las enfermedades de transmisión sexual, el VIH y los embarazos no deseados. En ese sentido la ESI no sólo promueve la igualdad de género y las normas sociales más equitativas, sino que además ejerce una repercusión positiva al promover conductas sexuales más seguras, aplazar el inicio de la actividad sexual y fomentar el uso del preservativo (UNESCO, 2016b).

Si bien la inclusión de la Educación Sexual Integral en la agenda política educativa latinoamericana no es tan alarmante como en los países del medio oriente, su implementación presenta una serie de desigualdades, incluso en los países con leyes específicas que respaldan su obligatoriedad. Asimismo, sigue siendo un tema complejo de abordar, porque diversos enfoques e ideologías se traducen a menudo en obstáculos para su incorporación en los currículos formales de educación (Baez, 2016, p.72)

¿Cuáles son los obstáculos que mantienen este panorama?

El tema de la educación sexual en las escuelas ha generado en reiteradas ocasiones serios debates. Para ilustrar esta situación haré referencia a dos casos suscitados algunos meses atrás que tuvieron repercusión nacional en países aledaños.

Dos ejemplos concretos

En Chile, el lenguaje directo en materia de sexualidad presente en el libro “100 preguntas de sexualidad” elaborado y distribuido por la Municipalidad de Santiago a las bibliotecas de las escuelas de su jurisdicción, abrió la polémica sobre el grado de participación de los municipios en la educación sexual de los adolescentes. Independientemente de lo mejorable que puedan ser las respuestas -en una futura edición- es necesario resaltar dos aspectos importantes: el proceso de construcción y su aplicación. Para que tenga el panorama más amplio sobre este caso, es necesario mencionar que luego de dos años de que este municipio iniciara un programa de educación sexual en las escuelas (Programa “Espacio amigable”), que incluyó charlas y consultorios itinerantes para despejar las dudas de los adolescentes (más de 2000 consultas) a cargo de especialistas, se decidió que una forma de lograr un mayor alcance sería poner por escrito todas aquellas preguntas que comúnmente solían plantearles. Es así como se recogieron preguntas formuladas por los adolescentes de todas las escuelas y luego se seleccionaron 100, las más reiteradas. En la selección participaron 13 adolescentes representantes de esas escuelas, quienes conformaron el Comité Editorial. Para dar respuestas a las preguntas se conformó un equipo multidisciplinar. Finalmente, para la edición, nuevamente se convocó al Comité Editorial, quien participó de la redacción final de las respuestas. Sobre su aplicación, la alcaldesa fue clara al mencionar que el libro cumplía su función de brindar información sin ningún tipo de sesgo, ya que formaba parte de un programa más amplio y que era en las aulas y los hogares donde tocaba problematizarlas de modo que los adolescentes aprendan a tomar una postura.

“Los adolescentes tienen preguntas, tienen el derecho de recibir respuestas y muchas veces los adultos no se atreven a responderlas. Las cifras son alarmantes por culpa de hacer cerrado la puerta a estos temas […] Cuando los padres o algunas autoridades se oponen, toca problematizar la situación dejando ver las consecuencias de seguir pensando así y que esto es un derecho de los adolescentes” (Carolina Tohá, Ex Alcaldesa de Municipalidad de Santiago)

El segundo caso polémico sucedió en Colombia, a raíz de las preguntas de la “Encuesta de comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados” que se aplica a adolescentes entre los 11 y 18 años de edad en colegios públicos y privados de Bogotá, Cali y Cartagena. Esta encuesta indaga de manera anónima desde el año 2006 sobre diversos aspectos como las actividades de recreación, problemas familiares, uso de alcohol y sustancias, maltrato y sexualidad. Y son precisamente algunas preguntas explícitas sobre comportamientos sexuales contenidas en este punto las que dieron origen a una fuerte controversia y presión por parte de diversas organizaciones conservadoras, hasta lograr que la encuesta entre en proceso de reformulación.

Mauricio Perfetti, director del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) organismo encargado de su elaboración y aplicación, explicó que lo que se buscaba era “recabar información para diseñar políticas públicas que protejan a la infancia”, y aclaró que “el lenguaje que se usa es lo más exacto posible para no dar lugar a equivocaciones y que todo sea claro y evidente para el estudiante que responde” (Granja, 2016). Asimismo, presentó los hallazgos más recientes que esta encuesta permitió sacar a la luz: El 12,4% de los niños, niñas y adolescentes reportaron que les han tocado alguna parte de su cuerpo de manera sexual sin que lo quisieran. Del total de niños, niñas y adolescentes que han tenido relaciones sexuales, el 3,0% informaron haber recibido algo a cambio. El 6,2% de niños, niñas y adolescentes que han tenido relaciones sexuales, informaron haber sido forzados a tenerlas. Las cifras resultan alarmantes pero reflejan la realidad que a veces parece que no queremos ver.

El análisis del panorama

Las noticias recientes de Chile y Colombia sobre la controversia pública que han desatado las decisiones adoptadas por la política educativa en materia de educación sexual, ponen sobre el tapete diversos obstáculos.

En primer lugar, el problema del derecho a la información del que debieran gozar niños y adolescentes, más aún en temas que les conciernen de un modo tan directo. Vuelven a plantearse viejas preguntas sobre qué deben saber, hasta dónde y para qué, en un contexto donde la habitual desinformación a la que han sido sometidos por el sistema educativo está teniendo consecuencias graves, al dejar sobre todo a las niñas y adolescentes en una situación de vulnerabilidad, expuestas a engaños, distorsiones y manipulaciones. El viejo principio conservador, que señala el riesgo de despertar un interés morboso sobre el sexo por el solo hecho de hablarles de él es insostenible en el contexto de una sociedad hiperinformada y de una generación con acceso ilimitado a fuentes diversas y por diversos medios.

El otro tema tiene que ver con la manera de enfocar la educación sexual de niños y adolescentes, pues hay quienes eligen limitarse a darles información médica sobre las funciones del cuerpo humano, otros que lo hacen desde una perspectiva moral, como si les estuvieran hablando de las drogas, y otros que prefieren asociar el tratamiento de la sexualidad al de la afectividad y la identidad solamente. En este último ámbito hay también corrientes, entre radicales y moderados en relación al enfoque de género. Habría que hacer un balance de estas opciones, sabiendo que estamos dirigiéndonos a una generación muy distinta a la nuestra, nativos digitales, con otra mentalidad y con una conducta social menos atada a códigos morales como la nuestra.

El tercer tema es el de los docentes, cuán preparados están para asumir esta responsabilidad y cuánto reflejan en su interior las mismas contradicciones, tabúes y controversias que se aprecian en el ámbito social. Surge la pregunta sobre su preparación y sobre su disposición para asumir la educación sexual de una generación diferente, con responsabilidad y sin prejuicios. Habría que ver qué es lo que están en posibilidad de ofrecer en un nivel muy básico y cuánto más podrían dar con una preparación mayor, asumiendo que no se trata solo de manejar más información, sino de desarrollar capacidades y de moverse en el ámbito de las llamadas habilidades blandas.

Al respecto, la revista científica British Medical Institute (Pound, Langford & Campbell, 2016) publicó una investigación sobre 55 estudios previos de diversos países alrededor del mundo acerca de las percepciones de las clases de educación sexual en sus escuelas. Lo que concluyeron es que bajo la percepción de los adolescentes las clases son en demasía moralistas, científicas o alejadas de su realidad como para ayudarles a superar las situaciones que enfrentan, con lo cual se expone a quienes más preguntas plantean al escarnio del resto de compañeros.

El panorama está planteado. O aprendemos a abordar temas sensibles o nos lamentamos como nación.

Referencias

Baez, J. (2016). La inclusión de la educación sexual en las políticas públicas de América Latina. Los organismos internacionales y sus formas de intervención. Revista Latinoamericana De Educación Comparada. 7, (9), 71-86. Recuperado de http://www.saece.org.ar/relec/revistas/9/art5.pdf

Pound, P, Langford, R & Campbell, R (2016) What Do Young People Think About Their School-Based Sex And Relationship Education?: A Qualitative Synthesis Of Young People’s Views And Experiences. British Medical Journal. (6). Recuperado de http://bmjopen.bmj.com/content/6/9/e011329.full.pdf+html

Granja, Simón (20 de setiembre de 2016). ¿Por qué levantó ampolla la encuesta sobre sexualidad para niños? El tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/encuesta-del-dane-sobre-sexualidad-en-menores-de-edad-genero-polemica/16706941

UNESCO. (6 de noviembre de 2016). La UNESCO presenta un nuevo video sobre educación sexual de amplio espectro. UNESCO. Recuperado de http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/unesco_launches_new_video_on_comprehensive_sexuality_educati/

UNESCO. (7 de marzo de 2016). Estudio mundial concluye que la educación sexual de amplio espectro es esencial para la igualdad de género y la salud reproductiva. UNESCO. Recuperado de http://es.unesco.org/news/estudio-mundial-concluye-que-educacion-sexual-amplio-espectro-es-esencial-igualdad-genero-y

Radio La Clave. [Radio La Clave]. (2016, setiembre 28). #CombinacionClave Beatriz Sánchez y debate sobre libro “100 preguntas sobre sexualidad adolescente” [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_4LYol6j6PY

 

 

Vanessa Toribio Vargas
Ex viceministra de Gestión Pedagógica y Asesora de la Alta Dirección en el Ministerio de Educación de Perú (Minedu). Psicóloga con más de quince años de experiencia liderando equipos interdisciplinarios para el sector educación en las líneas de innovación educativa, formación docente, EdTech en educación, desarrollo socioemocional, así como en la gestión de políticas, programas y proyectos educativos. Estudió la Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo, y la Maestría en Integración e Innovación Educativa de la Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido Coordinadora del FONDEP (Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana), Directora en Perú de la Asociación Internacional Mensajeros de la Paz, Especialista de Formación Docente en el programa Construyendo Escuelas Exitosas de IPAE, entre otros. Actualmente se desempeña como consultora senior en formación virtual, temas educativos e investigación en Enacción SAC, colaborando con diversas organizaciones como Enseña Perú, Unesco, Unicef, Ministerio de Trabajo, entre otros. Es miembro del Instituto Educacción.