Por Oscar Amat y León Pérez / La Mula
Durante el año 2014 el Ministerio de Educación del Perú elaboró una propuesta de nuevo marco curricular para los diferentes niveles de la Educación Básica. Esta currícula fue organizada en base de Aprendizajes Fundamentales (AF), dentro de los cuales se encuentra el AF que señala como meta educativa: “Se desenvuelve con autonomía para lograr su bienestar”. Lo significativo del caso es que dentro de las competencias que conforman este aprendizaje se formuló una en particular que tiene que ver con el cultivo de la espiritualidad: “Busca el sentido de la vida”, es el nombre de la competencia que, sobre la base de la propuesta teórica del desarrollo de la Inteligencia Espiritual, como parte del esquema de Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, reconoció la importancia de incorporar la búsqueda del sentido y de la felicidad en la propuesta pedagógica peruana, de manera explícita.
Es importante señalar que el término “espiritualidad” no debe jugarnos una mala pasada conceptual. El hecho que la espiritualidad esté incluida dentro de un Aprendizaje Fundamental supone que la propuesta del MINEDU es de alcance universal y promueve el desarrollo de esta capacidad tanto para personas de fe, como para personas que se mantienen ajenas a las instituciones religiosas e incluso para personas que creen que no creen. Desarrollar la sensibilidad, la capacidad de asombro y el sentido de la vida es una tarea para todos y todas sin exclusión.
El desarrollo de esta propuesta técnica no fue un proceso sencillo. Conocido el interés del MINEDU en el tema de espiritualidad, se suscitó una primera observación de parte de la ADECOPA (Asociación de Colegios Particulares Amigos) integrada por algunos colegios religiosos y otros ubicados en distritos residenciales de Lima, quienes reconocieron la urgencia de contar con una competencia sobre espiritualidad, pero más orientada a la inculcación de valores, y el reconocimiento de la centralidad de la defensa de la familia.
De otro lado, la Directora de la ONDEC (Oficina Nacional de Educación Católica) María Torres Castro, de manera pública hacía conocer sus dudas sobre la conveniencia de que los niños/as de los centros educativos del país sean educados hacia la autonomía en materia de espiritualidad y, adicionalmente a esto, cuestionaba que dicha espiritualidad pretenda construirse de manera independiente de la educación religiosa católica -que en esta propuesta, a su entender- quedaba limitada solamente a un curso .
La profundización del trabajo del MINEDU en el tema de espiritualidad llevó a sectores de la Iglesia Católica a hacer circular el rumor infundado, entre las parroquias y los centros educativos católicos del país, que el MINEDU pretendía reemplazar el curso de religión quitándolo de las escuelas y reemplazándolo por esta nueva propuesta. La (CEP) Conferencia Episcopal Peruana, hizo un llamado a juntar firmas entre los padres de familia y fieles católicos para protestar frente a estos hechos, llegando a negar la existencia de una competencia sobre espiritualidad en la propuesta de nuevo marco curricular. Así lo hizo conocer el diario La República:
“La Conferencia Episcopal Peruana informó que el marco curricular nacional publicado por el Gobierno contempla ocho aprendizajes de tipo tecnológico y científico para la educación primaria y secundaria, pero ninguno incluye “la dimensión espiritual y religiosa.”
Esta situación obligó al ministro de Educación a precisar que la propuesta de espiritualidad no pretendía reemplazar al curso de religión, el cual se debía mantener “sí o sí” en la propuesta curricular existente, en función de los acuerdos con la Santa Sede.
Con todo ello, sin embargo, al finalizar el 2014, se culminó la propuesta técnica incluyendo la competencia sobre Espiritualidad, propuesta que ha quedado a consideración de la Alta Dirección del MINEDU a fin de establecer cuál será el destino que seguirá para su implementación a nivel nacional.
La Mesa Interreligiosa de Educación y Espiritualidad
En el camino hacia la construcción de un Estado laico, el rol de la educación juega un papel estratégico. Y dentro del ámbito educativo, las personas y las instituciones que promueven la fe han tenido un rol central. La mayoría de veces los líderes religiosos y sus comunidades han estado cercanamente vinculados a la promoción de la educación, sea como animadores de un proyecto modernizador del país; como constructores de una propuesta de educación en la fe o como diseñadores de una estrategia proselitista que ingresa hasta los hogares con su propia visión del mundo a través de la oferta educativa.
Muchas de estas acciones han estado reñidas con los objetivos de promoción de un Estado laico y esto porque las comunidades religiosas mayoritarias (la Iglesia Católico Romana y las iglesias evangélicas más numerosas) han visto la realidad educativa como un espacio de poder sobre el cual hay que ejercer influencia mediante su presencia en espacios de asesoría al MINEDU; a través de sus think-tanks educativos especializados; o abiertamente a través de operadores dedicados a influenciar en las políticas públicas del sector. Se cree que mediante estas formas se aseguran la presencia y/o la visibilidad de su credo en la conciencia en formación de los/las nuevos/as estudiantes.
De otro lado, el desborde de la realidad peruana en materia religiosa ha llevado al cuestionamiento de la situación de monopolio religioso de parte de una sola Iglesia respecto de la gestión de los bienes simbólicos de salvación, abriéndose más bien, el Perú del siglo XXI a una situación de mercado religioso con una oferta lo suficientemente amplia y variada para el cultivo de diversas sensibilidades y para la existencia de diversas propuestas de espiritualidad . En este contexto se articula la urgencia por consolidar la perspectiva de un diálogo interreligioso, más allá de las tradiciones cristianas, que pueda reflejar los aportes que en materia educativa nos permitan profundizar la perspectiva de la espiritualidad desde una mirada más intercultural . Por ejemplo desde el importante aporte educativo de la Comunidad Baha’i en el Perú o desde la propuesta educativa desarrollada por los devotos Vaishnavas de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna.
Es así que a partir del trabajo realizado por el MINEDU sobre la competencia que promueve el desarrollo de la espiritualidad en los/as escolares peruanos/as, se han venido sumando voluntades pedagógicas provenientes de diversas tradiciones religiosas con el fin de constituir una Mesa Interreligiosa sobre Educación y Espiritualidad que haga suyo el desafío de precisar los aportes a la educación que las diferentes comunidades de fe vienen realizando desde el marco del desarrollo de sus propuestas más específicas.
No se trata, entonces, de defender la hegemonía axiológica de una sola corriente de pensamiento religioso que intente partir desde una noción tutelar sobre el campo educativo. Nada más alejado de la realidad. De lo que se trata, más bien, es de promover el esfuerzo de distinguir entre religión y espiritualidad, de re-conocerse como comunidades de fe que tienen una riqueza espiritual para aportar a la educación peruana y construir una noción de sagrado laico que contribuya al desarrollo de la capacidad de asombro; al interrogarse sobre el sentido de la vida; y a ser capaces de profundizar en una sensibilidad que permita a las nuevas generaciones orientarse a la felicidad desde sus proyectos de vida.
Fuente: La Mula / Lima, 27 de julio de 2015