Sebastián Zavala / CINENCUENTRO
Steven Spielberg y Melissa Mathison. Dos nombres que a lo largo de los años se han convertido en sinónimos de una de las más grandes películas de fantasía jamás hechas: E.T.: El Extraterrestre. Es por ello que, más de 30 años después del estreno de aquel clásico, muchos estaban esperando con ansias el reencuentro de esta dupla director-guionista. Las expectativas eran altísimas y -tal como ocurrió con “Indiana Jones y El Reino de la Calavera de Cristal”- este filme simplemente no pudo cumplirlas. El Buen Amigo Gigante es una correcta película familiar de aventuras y fantasía, pero definitivamente pudo ser algo más.
Nuestra protagonista es Sophie (Ruby Barnhill), una niña que vive en un orfanato inglés. Una noche, mira con curiosidad por su ventana y es raptada por el BAG (Buen Amigo Gigante), interpretado a través de captura de movimiento por Mark Rylance, un personaje que se encontraba paseando por las calles londinenses buscando sueños. Con miedo de que la niña haga ruido y los encuentren, se la lleva al Mundo de los Gigantes, en donde se volverán grandes amigos. Pero su felicidad no durará mucho: un grupo de tontos y feos gigantes planearán comerse a Ruby, por lo que, junto con su nuevo amigo, desarrollará un plan para derrotarlos. Y para ello, tendrán que llevar al BAG donde la Reina (Penelope Wilton).
Si “El Buen Amigo Gigante” no funciona tan bien como previos blockbusters dirigidos por Spieberg, es porque no está basado en un material con potencial cinematográfico. El cuento original del gran Roald Dahl (a quien afortunadamente tuve la oportunidad de leer repetidas veces cuando estaba en el colegio) es un clásico, pero también es breve y sencillo. La primera hora de la cinta, por ende, carece de trama, simplemente vemos al BAG y a Sophie relacionándose y conociéndose. Y el último tercio, aunque visualmente atractivo, termina con un anticlímax.
Asimismo, tuve la impresión de que muchos gags e incluso escenas enteras fueron estirados únicamente para evitar que la cinta termine siendo un mediometraje. “El Buen Amigo Gigante” contiene conversaciones y secuencias puramente cómicas (que poco tienen que ver con la trama) que duran demasiado, tanto así que comencé a aburrirme durante la primera hora de película. Entiendo que la relación entre Sophie y el BAG sea el foco de la historia, pero hay un punto en el que es necesario introducir conflicto para que los procedimientos no se tornen monótonos. Lamentablemente, El Buen Amigo Gigante se pasa ese punto y se pone las pilas demasiado tarde.
Lo cual es una pena, porque al ser un filme de Spielberg, está lleno elementos brillantes flotando en un mar de mediocridad. Los primeros quince o veinte minutos de metraje son especialmente buenos —sobre todo la introducción de Sophie, al igual que la primera entrada del BAG y su breve viaje al mundo de los gigantes. Spielberg mueve su cámara de manera interesante, obligando al espectador a mover sus ojos de un lado del encuadre al otro, acercándonos al mundo de Sophie, utilizando una paleta de colores que le permite resaltar a los elementos más fanáticos de la historia (como los sueños que el BAG atrapa en frascos).
Además, los efectos visuales son muy impresionantes. El diseño del BAG es muy fiel a lo que uno podía ver en las ilustraciones de los libros de Dahl, modificando tan solo algunos detalles para volverlo más realistas. Las texturas en las pieles de los gigantes, sus movimientos, el diseño de su ropa e incluso la manera en que se mueven, todo personaje digital se ve realmente bien. Algunas interacciones entre actores reales y personajes generados por computadora se ven forzados —hay planos en los que el uso del chroma se hace demasiado evidente—, pero no es nada que logre sacar al espectador de la ficción. La música de John Williams complementa bien la trama, pero no me pareció especialmente destacable.
Es a nivel actoral que “El Buen Amigo Gigante” verdaderamente brilla. Como el personaje del título, el talentoso Mark Rylance hace un muy buen trabajo, otorgándole humanidad y calor a un personaje que fácilmente hubiese podido irritar o desesperar. Su manera algo particular de hablar me cansó de cuando en cuando, pero en general se trata de un personaje con el cual es muy fácil encariñarse (aunque jamás llega al nivel de ternura de un E.T., por ejemplo). Y como Sophie, la novel Ruby Barnhill es encantadora, es una niña inteligente y despierta y con mucha curiosidad, con la cual la mayor parte del público se identificará.
No obstante, uno de los mayores defectos de la cinta está, precisamente, en la manera en que es presentada la relación entre Sophie y el BAG. Mientras que uno realmente sentía pena y cariño por Elliot e E.T., Sophie y el gigante no logran extraerle el mismo tipo de reacción emocional al público. Spielberg le dedica mucho tiempo a estos dos, pero en vez de crear algo verdaderamente poderoso, algo humano y cálido, abusa de los gags simplones —e incluso de los chistes de flatulencia. Definitivamente no esperaba ese tipo de humor en una cinta como esta.
En general, “El Buen Amigo Gigante” maneja un tono demasiado infantil, el cual no hace más que alienar a una buena porción de su potencial público. Mientras que un filme como Kubo y la Búsqueda Samurai logra balancear lo divertido con lo serio, lo tenso con lo ligero, y el humor con una trama sencilla pero madura, “El Buen Amigo Gigante” parece estar más interesado en contar chistes infantiles, presentar un mundo fantástico genérico, o introducir personajes que se comportan de manera exageradamente inocente. En E.T., los adultos se comportan como adultos y algunos incluso representan una amenaza real. En “El Buen Amigo Gigante”, todos se comportan como niños y la tensión es casi inexistente.
Esta es una película bien dirigida, visualmente llamativa y llena de sólidas actuaciones —aunque talentosos actores como Rafe Spall oRebecca Hall son desperdiciados en papeles inconsecuentes—, pero que lamentablemente no logra cumplir las expectativas que conlleva una producción de un director de renombre como Spielberg. Se trata de una cinta de aventuras fantásticas correcta y entretenida, pero nada más. Los más pequeños de la casa se divertirán al verla, y sus padres podrán tomar una siesta sin temor a perderse de mucho.
Fuente: CINENCUENTRO / Lima, 31 de agosto de 2016