EDITORIAL
Empieza el año escolar con retraso y en medio de varios problemas que no fueron prevenidos a tiempo pese a contar con la información necesaria. Uno de ellos ha sido el fenómeno del Niño Costero y las graves consecuencias de las que estamos siendo testigos, alertada como posibilidad desde setiembre pasado. El tema ha sido argumento para postergar clases de forma generalizada, a pesar de no estar todas las escuelas afectadas ni en el mismo nivel de riesgo, como tampoco todos los distritos, provincias y departamentos del país. Cuando más evidente era la necesidad de gestionar en clave de territorio, respetando la capacidad y autonomía de los niveles descentralizados de gestión (incluyendo a las escuelas mismas), se ha persistido en tomar medidas uniformes, perjudicando a muchos. Algunas regiones, como Cajamarca, con buen tino, han distinguido las zonas donde las clases deben postergarse y zonas en las que pueden empezar ya.
Por cerca de una década, el Minedu ha venido impulsando lo que se dio a conocer como el Buen Inicio del Año Escolar (BIAE), estrategia de movilización y articulación de esfuerzos entre el Ministerio, las Direcciones Regionales de Educación (DRE) y las Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL), con la finalidad de garantizar la presencia de tres condiciones básicas desde el primer día de clases: docente (contratado o nombrado oportunamente), material educativo y mantenimiento de la infraestructura escolar. Estrategia que incluso ganó el premio de Buenas prácticas de gestión pública (2014). Dada la compleja logística detrás, para que tales condiciones se encuentren garantizadas en cada institución educativa, su preparación debe empezar con varios meses de anticipación.
Con respecto a lo primero, según fuentes oficiales (Minedu, Décimo sexto reporte del proceso de encargatura y contratación 2023), más de medio millón de estudiantes (516,425 aproximadamente) aun no contaban con sus profesores para iniciar el año escolar al 13 de marzo; la mayoría en Piura (62,700), La Libertad (57,225), Loreto (56,500), Lima Metropolitana (54,575), Amazonas (21,850), Ucayali (21,050). Del total de plazas vacantes (sin docente) 9297 (45%) son de secundaria, 6732 (32,6%) de primaria y 2571 (12.4) de inicial. Más crítico aun es saber que cerca de la mitad de las plazas sin docente se ubican en el ámbito rural 1 y 2 (29.6% y 17.7% respectivamente), que son precisamente los de mayor dispersión y complejidad, donde residen estudiantes con mayor desventaja en cuanto a logro de aprendizaje (y otras condiciones).
En cuanto a los materiales educativos. Reportes indican que solo el 12,7% de estos materiales había llegado a los colegios porque la partida presupuestal para la distribución en las regiones recién fue aprobada el 6 de marzo. Hay regiones donde, a la fecha, no se distribuyó nada, como Amazonas, Cusco, Lambayeque, Arequipa, Moquegua y Tacna.
Sobre el mantenimiento, informes del propio Minedu señalan que, al 13 de marzo, el porcentaje de avance en mantenimiento regular era de 0% (196 de 54,986 locales escolares). Cabe precisar que los montos de mantenimiento son transferidos a cuentas a nombre de los directivos de las instituciones educativas. Son ellos los que deben retirar y ejecutar el monto, para luego declarar el gasto, sólo así es posible saber si la actividad de mantenimiento se ha efectuado. En una gestión por resultados no basta con decir “ya lo transferí”, la responsabilidad efectiva culmina cuando el presupuesto ha sido ejecutado para realizar la acción.
Todo lo señalado expresa un escenario crítico, en momentos cuando más se requiere que todo esfuerzo y preocupación se concentre en atender estas tres condiciones para empezar, sin considerar los temas pedagógicos que representan otro problema de grandes dimensiones. ¿Cuál ha sido, por ejemplo, el balance de dos años de evaluación diagnóstica en las escuelas (2021-2022)? ¿Se han hecho bien y han arrojado resultados confiables? ¿Se ha diversificado la programación para atender las distintas necesidades detectadas? ¿Hay evidencias objetivas de los progresos logrados? ¿Se mantendrá con prioridad la atención al bienestar socioemocional de los estudiantes?
Son años muy malos para la educación, agravados por institucionalización de las fake news como estrategia oficial de comunicación social. Por lo mismo, la vigilancia ciudadana se hace más necesaria que nunca.
Lima, 20 de marzo de 2023