Un osito de peluche, un pedacito de tela o una almohada, pueden convertirse en un objeto especial del cual un niño no quiere separarse. A este objeto especial se le denomina objeto transicional, ya que lo quiere junto a sí cuando está triste, cuando siente miedo, cuando quiere dormir o cuando va por primera vez al Jardín infantil.
Algunas veces esta necesidad es motivo de preocupación para los adultos, puesto que el niño establece una relación afectiva y pasa gran parte del tiempo con su “objeto especial”; lo abraza, lo aprieta y le habla, también lo estira, lo ensucia o lo rompe, pero es difícilmente sustituible ya que sobrevive al amor y al enojo. El objeto transicional genera en los niños una sensación de seguridad y placer tan parecida a la que sienten con la presencia y los cuidados de mamá o papá, estableciendo un vínculo de apego que es importante respetar.
El ingreso al Jardín es un evento importante, pero al ser un lugar nuevo es natural que los niños manifiesten sus emociones, surgiendo posiblemente la necesidad de tener cerca un objeto que les de tranquilidad y le recuerde a mamá, a papá y a su casita. De darse el caso, es importante que puedan llevar al Jardín su objeto especial, pues a medida que se vayan sintiendo más seguro, lo irá dejando por otros intereses como jugar y relacionarse con los amigos de manera espontánea.
Es recomendable no forzar a los niños a dejar su objeto transicional, para que puedan hacerlo desde su iniciativa. Podemos ofrecerles un lugar en donde lo puedan guardar y cogerlo en caso de volverlo a necesitar, hasta que llegue el momento en que lo puedan dejar en casa sin sentir angustia. Recordemos que el reconocimiento, respeto y valor de los procesos afectivos que viven los niños, les permiten vivir un sentimiento de seguridad que los ayuda a desarrollar confianza en sí mismos.
Lima, 20 de marzo de 2023
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