Edición 83

El reto de la ciudadanía plena desde la educación

Solo dialogando, escuchando, argumentando, y siendo parte de la solución de los problemas se aprende a confiar en las personas y en las instituciones, a evitar la violencia y la discriminación

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Desde hace varias décadas se viene profundizado la crisis de los partidos políticos y a sus actores. Se ha normalizado la relación de desconfianza, se ha perdido la capacidad de diálogo, prima la violencia y la discriminación, y se han deteriorado los valores democráticos. Sin embargo, estas problemáticas no son exclusivos de los actores políticos, sino también de los ciudadanos, tal como se muestra en un estudio sobre ciudadanía (Proyecto Bicentenario, 2020): “1 de cada 2 personas piensa que los demás no practican ningún valor, 8 de cada 10 personas no confía en los demás, 9 de cada 10 peruanos piensa que no sabemos dialogar y que eso genera retraso en el país, 7 de cada 10 peruanos piensa que no sabemos resolver problemas a través del diálogo, 5 de cada 10 peruanos apuesta por ponerse de acuerdo sin violencia, 6 de cada 10 personas cree que, solo dejando de discriminar al que piensa diferente genera retraso en el país”.

Es por ello, que es impostergable que se desarrollen capacidades ciudadanas y de esta manera tengan mejores elementos para que se involucren en los asuntos públicos, no solo para que ejerciten su derecho a la participación ciudadana, sino también para tener mejores ciudadanos que incursionen en la arena política. Dialogar, debatir, participar, decidir y actuar son capacidades ciudadanas que se aprenden. En ese sentido, la educación tiene una tarea fundamental, tal como lo señala el Proyecto Educativo Nacional al 2036: el reto de la ciudadanía plena.

Las instituciones educativas son lugares de encuentro donde se pueden ejercer ciudadanía y además es considerada como una de las instituciones públicas que generan confianza, así lo demostró un estudio sobre ciudadanía desde la escuela (IEP, 2016). Dicho estudio, además enfatiza que se debe romper la manera tradicional como se aborda la formación ciudadana, pasar de los conceptos abstractos hacia prácticas cotidianas en las aulas, la escuela y la comunidad y, que desde la participación y la organización se puedan resolver problemas concretos, como por ejemplo, el poco apoyo de las familias, el bullyng y la indisciplina.

De igual manera, una de las conclusiones del Estudio Internacional de Cívica y Ciudadanía (Minedu, 2016) enfatizó: “Es preciso que desde las aulas se promueva una convivencia democrática y se fomente la participación de los estudiantes desde una ciudadanía activa”. El PEN al 2036 (CNE, 2020), también destaca que “… los aprendizajes que se entroncan de manera más firme en nuestro espíritu son los que se construyen desde preocupaciones y problemas reales, y cuyo abordaje supone saberes específicos”. Es por ello que la incorporación de cursos o materias relacionadas son propuestas desencaminadas, más aún si desde el currículo nacional a partir de sus enfoques transversales (Minedu, 2016) -más allá que actualmente se encuentre en proceso de actualización-, destacan las nociones de la participación ciudadana, la igualdad de género, identidad, bienestar de las personas, convivencia, democracia, atención a la diversidad, asuntos públicos, el bien común, actores sociales, ciudadanía, derechos y autonomía, las cuales deben ser traducidas en las competencias para ser desarrolladas en las personas. De igual modo, el artículo 6 de la Ley Universitaria señala como uno de los fines de la universidad colaborar de modo eficaz en la afirmación de la democracia, el estado de derecho y la inclusión social, y en el III Informe Bienal sobre la realidad universitaria (Sunedu, 2022), uno de los hallazgos respecto a las percepciones sobre la democracia se señala: “La visión que tienen los egresados universitarios acerca de la democracia presenta rasgos distintivos, pues la vinculan con la libertad y le otorgan una mayor preferencia a este sistema de gobierno”.

Pistas para el ejercicio de la formación ciudadana

A continuación, algunas pistas que pueden contribuir en esta apuesta de la formación ciudadana desde la perspectiva de las escuelas:

A nivel de la organización y funcionamiento de las instituciones, son indispensables adoptar medidas que favorezcan condiciones adecuadas para propiciar organizaciones horizontales, donde los miembros de la comunidad educativa cuenten con mecanismos efectivos de comunicación y sus decisiones sean en base a los acuerdos como resultado de diálogos sostenidos y permanentes. Asimismo, es clave establecer una relación con la comunidad y los actores presentes en el territorio, de tal manera que la práctica institucional sea modelo del trabajo coordinado y articulado para el bien común, en este caso, asegurar el derecho de la educación y las experiencias educativas de las de las personas.

A nivel de los actores de la comunidad educativa, se debe promover el respeto y el cumplimiento de las reglas de juego institucionales, ello fortalece la institucionalidad, propicia una mejor convivencia y confianza entre sus miembros. También se debe potenciar el accionar del liderazgo pedagógico de los directivos, el trabajo colegiado y colaborativo de docentes como expertos del aprendizaje y referentes ciudadanos, la participación activa de los estudiantes en temas de su interés individual y colectivo, y el involucramiento de las familias como aliados estratégicos para la práctica de valores democráticos.

A nivel de la participación y la organización, se debe habilitar a los estudiantes para que sean espacios de decisión efectivos, con lo cual tienen la experiencia de ejercitar sus derechos y al cumplimiento de sus deberes. La organización entre los estudiantes es la oportunidad de construir un objetivo común, establecer espacios de diálogo, buscar la mayor cantidad de consensos posibles y de también aprender a convivir con los desencuentros. Allí tienen un rol importante los docentes, quienes deben acompañar y orientar desde la perspectiva pedagógica.

A nivel de prácticas y hábitos de ejercicio ciudadano, estos deben partir de los problemas sentidos de los mismos estudiantes, es decir, la búsqueda de soluciones y resolver las que se enfrentan cotidianamente como son el relacionamiento entre los mismos estudiantes, utilización de los diversos espacios de las aulas y la escuela, sobre las normas de convivencia en la escuela, entre otras. Asimismo, debe fomentarse vínculos con el entorno de sus escuelas- por ejemplo, respecto al comercio fuera de las escuelas para organizarlas- y con la comunidad, de tal manera, el ejercicio ciudadano es parte de la formación y se hace un hábito el interés público.

Estas pistas también son válidas en los actuales tiempos de pandemia. El cumplimiento de los protocolos de bio seguridad, el buen uso de las mascarillas y el distanciamiento social, son parte del cumplimiento de las reglas de juego donde los diversos actores de la comunidad ejercitan su cumplimiento y exigen el derecho de la continuidad de sus experiencias educativas. Cabe destacar que un desafío es lograr que los estudiantes tengan un rol más protagónico para escuchar sus voces y propongan alternativas, precisamente desde una participación activa y se organicen para promover la interrelación de la comunidad educativa en general y de los estudiantes en particular.

En resumen, si la educación logra el desarrollo de estas capacidades ciudadanas, se pueden tener mejores elementos para que se ejerzan sus derechos y cumplan con sus obligaciones, se reconozcan y respeten a las personas, las instituciones y sus normas. Solo dialogando, escuchando, argumentando, y siendo parte de la solución de los problemas tanto individuales y colectivas, se aprende a confiar en las personas, en las instituciones, a dialogar, a evitar la violencia, a disminuir la discriminación, a practicar valores democráticos y exigir una educación pública de calidad para todos y todas, es decir, el reto de la ciudadanía plena desde la educación.

Lima, 18 de agosto de 2022

Referencias

Estudio de valores y ciudadanía. Datum para el Proyecto Bicentenario, 2020.  https://bicentenario.gob.pe/la-mitad-de-peruanos-considera-que-no-practicamos-ningun-valor-segun-encuesta-nacional-del-proyecto-bicentenario/

La ciudadanía desde la escuela: vivir en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos (2016) https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2015/12/ciudadania_desde_la_escuela___estudio_encarte-1.pdf

Resultados del Estudio Internacional de Cívica y Ciudadanía- ICCS 2016. Minedu. http://umc.minedu.gob.pe/wp-content/uploads/2017/11/Presentaci%C3%B3n-de-resultados-ICCS-2016.pdf

Proyecto Educativo Nacional al 2036. Proyecto Educativo Nacional al 2036. CNE (2020). Cuadro 26 ¿Por qué es necesario dejar de pensar que los nuevos “cursos” resolverán las necesidades de los aprendizajes de las y los estudiantes? (página 67). https://www.gob.pe/institucion/cne/informes-publicaciones/1942002-proyecto-educativo-nacional-al-2036

Enfoques del Currículo Nacional. Minedu, 2016. http://curriculonacional.isos.minedu.gob.pe/index.php?action=show&cat=2&seite=4

III Informe Bienal sobre la realidad universitaria en el Perú. Sunedu, 2022. Capítulo 5. Egresados universitarios. Percepciones sobre democracia (página 225). https://www.gob.pe/institucion/sunedu/informes-publicaciones/2824150-iii-informe-bienal-sobre-la-realidad-universitaria-en-el-peru

Roman Aller Zárate
Licenciado en Educación (Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”). Egresado de la Maestría en Política Social (Universidad Mayor de San Marcos) y Diploma en Gestión Pública (Universidad Continental). Experto en políticas educativas. Ha sido profesor de aula, especialista y coordinador en proyectos de desarrollo, especialista en el Ministerio de Educación (en la Oficina de Coordinación Regional y en la Dirección de Fortalecimiento de Capacidades). Actualmente es parte del equipo técnico del Consejo Nacional de Educación y es autor del Blog El Ágora del Escribidor.