Susana Frisancho | EDUCACCIÓN
El proceso electoral de los últimos días nos ha dejado varias lecciones que son importantes de atender desde la educación. Enumeraré solamente algunas, que me parecen urgentes.
En primer lugar, ha resultado evidente que la educación, en todos los niveles, ha fallado en dar a las personas herramientas para clasificar e interpretar el mundo de manera compleja, multidimensional y organizada, y para hacer distinciones finas entre conceptos y evitar sobre simplificar. Hemos visto a muchas personas, por ejemplo, siendo incapaces de diferenciar entre diversos “ismos”, poniendo al socialismo y al comunismo, con todas sus variantes, en un mismo lugar, sin entender sus diferencias. La falta de información histórica y sociopolítica, que se traduce en las limitaciones observadas en los sistemas categoriales del pensamiento de muchas personas, es sin duda alguna consecuencia de una educación muy deficiente que hay que remediar.
En segundo lugar, hemos visto también las dificultades que tienen las personas para el pensamiento crítico, para llevar a cabo procesos de análisis de las propias ideas, y para someterlas al juicio de los otros. En numerosos casos, aun cuando se presentaban evidencias de los errores conceptuales o lógicos en que incurrían, muchas personas se resistían al análisis, y mucho menos aceptaban estar equivocadas o se permitían revisar sus propias ideas en base a la nueva evidencia aportada por otros, o confrontarlas con los puntos de vista de los demás.
En las redes sociales se ha visto que, luego del intercambio de ideas, las personas simplemente se mantenían en su postura a pesar de haberse mostrado sus inconsistencias, y terminaban el debate de mala manera o con un simple y rotundo “no me parece” que hacía evidente que eran insensibles a sus propias contradicciones. En resumen: la capacidad de realizar procesos complejos de auto análisis y reflexión, y de corregir ideas erradas gracias al debate sostenido con otros en una comunidad de diálogo, parece estar muy poco desarrollada. Urge también remediar esta deficiencia que es uno de los pilares del ejercicio ciudadano y la democracia.
Por último, hemos observado también que las personas son capaces de relativizar principios éticos y pasarlos por alto sin problemas, así como ignorar delitos, cuando se trata de defender sus puntos de vista e intereses. Por ello, fortalecer la educación moral desde los primeros años de escolaridad es un imperativo si queremos formar ciudadanos más democráticos, con mayor capacidad de razonamiento y moralmente más sensibles.
Lima, 10 de junio de 2021