Edición 40

Enfoque de género y formación ético-espiritual: ¿son incompatibles?

Las posturas políticas o ideológicas que se formulan desde la religión, deben estar sujetas a los principios universales de la dignidad humana y la convivencia democrática

Print Friendly, PDF & Email

Juan Fonseca/ EDUCACCIÓN

Una percepción errada se ha instalado en el imaginario colectivo, a raíz del debate sobre el enfoque de género en la educación escolar: la que cree que esta perspectiva afecta la formación ético-espiritual de los estudiantes[1]. Esta idea se ha construido sobre la base de un conjunto de percepciones equivocadas que quisiera clarificar en este breve artículo, con el fin de mostrar que el enfoque de género, no solo no es incompatible, sino que se constituye en una perspectiva necesaria para una formación ético-espiritual integral.

El enfoque de género no es una novedad ni una imposición

Una de las primeras falacias que afirman los opositores al enfoque de género es que es una incursión relativamente reciente en el Currículo Nacional. Eso no es cierto. Justamente, uno de los elementos que ha permanecido, y se ha consolidado en la política educativa en lo que va del siglo, es el enfoque de género. Dicho enfoque ha convivido sin problemas con el área de educación religiosa, que también es parte del Currículo Nacional.

Así, en el Diseño Curricular Nacional (DCN) del 2005, aprobado bajo la gestión del ministro Javier Sota Nadal, el concepto “género” aparece doce veces en su sentido sociológico, en particular en la formulación de uno los contenidos centrales del área de Persona, Familia y Relaciones Humanas (PFRH): Sexualidad y género (Ministerio de Educación, 2005, pp. 16, 22, 189, 193 y 195-197). En el DCN del 2009, aprobado bajo la gestión del ministro José Antonio Chang y todavía vigente, el concepto “género” aparece catorce veces en el mismo sentido: equidad de género, roles de género, discriminación por género (Ministerio de Educación, 2009, pp. 35, 36, 62, 211, 220, 224, 402, 410, 413, 415, 417, 419 y 421)[2]. Este DCN incluso propone que uno de sus temas transversales es la “educación para la equidad de género” (p. 35) y plantea la equidad de género en los contenidos de primaria y secundaria. En el caso de secundaria, bajo la subsección “Sexualidad y género” del curso Persona, Familia y Relaciones Humanas (PFRH) (pp. 413, 415, 417, 419 y 421). Este DCN, como sabemos, fue reajustado el año 2015 bajo la gestión del ministro Jaime Saavedra. En este documento también se sigue incluyendo el concepto de género en la lista de los indicadores de desempeño planteados para desarrollar los contenidos del DCN (Resolución Ministerial N° 199-2015-MINEDU). En todos estos documentos, no se han debilitado ni disminuido las capacidades ni los contenidos de la educación religiosa.

Es decir, en estos últimos años ha habido una política consistente y progresiva a favor de la inclusión del enfoque de género, no solo en el sistema educativo público, sino que se ha transversalizado en los distintos niveles del Estado (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, 2012). El MINEDU no ha “impuesto” nada, sino que se ha limitado a aplicar una política pública. Lo mismo podría decirse con respecto a la educación religiosa católica, a la que algunos sectores laicos se oponen, pero que el MINEDU está obligado a incluir debido a las condiciones establecidas en el Concordato firmado por el Estado peruano y la Santa Sede en 1980.

No todas las familias ni todas las iglesias se oponen al enfoque de género

Una segunda falacia es que la oposición al enfoque de género involucra a todos los padres de familia y a todas las iglesias. Esta idea, machacada con objetivos propagandísticos por los sectores conservadores, es frecuentemente replicada en los medios de comunicación e incluso en los agentes del Estado cuando indican que “los padres de familia se oponen al Currículo”. Lo más preciso sería indicar que existen colectivos de padres de familia de orientación conservadora que se oponen a la aplicación del enfoque de género, uno de los cuales es el conocido como Padres en acción y que entabló la demanda contra la aplicación del nuevo Currículo Nacional. No existe evidencia de que este colectivo represente realmente a la totalidad de padres y madres de familia del país

Por otra parte, desde el lado de las iglesias, efectivamente, un sector importante de ellas se ha expresado en contra del enfoque de género. Sin embargo, también es cierto que hay grupos religiosos que se han expresado a favor. Por ejemplo, en medio del fragor de los debates del año pasado en relación con la supuesta “ideología de género”, fue resaltante que el presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), la principal y más antigua federación de iglesias evangélicas en el país, expresara su respaldo al enfoque de género (“Igualdad de género”, 2017). Desde el lado católico, fue notorio el respaldo que expresaron los maestros y directores de los colegios Fe y Alegría (“Los grupos religiosos que sí están a favor…”, 2017). Uno de sus directores, Reyles Rivera, sustentó magistralmente su posición con estas palabras: “Promovemos la igualdad de género, porque eso forma parte de la dignidad humana”.

La tradición cristiana ofrece posibilidades para el enfoque de género

Una última falacia es aquella que sostiene que el enfoque de género es contrario a las creencias cristianas y que su aplicación pone en peligro el derecho a la libertad de opinión de los cristianos. Ha sido suficientemente demostrado que esto último no es cierto, no solo porque en nuestro país los opositores al enfoque de género pueden expresarme libremente sin sufrir ninguna sanción por ello, sino porque el enfoque de género se fundamenta justamente en lo esencial del mensaje cristiano: la dignidad del ser humano.

A diferencia de lo que muchos piensan, la teología cristiana ofrece recursos que sustentan la igualdad de género y, en general, los derechos humanos. Por ejemplo, en el primer relato de la creación en el Génesis se afirma que “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (Gn. 1:27). Es decir, para la cosmovisión cristiana, la dignidad del ser humano se basa en la condición de ser imagen de Dios, de entrañar en sí algo del Creador; y esa imagen no es exclusivamente masculina o femenina. La imagen de Dios se constituye desde el rostro diverso de ser “hombre”, como también “ser mujer”, sin superioridad ni inferioridad. Así como este pasaje, existen muchos otros en la Biblia y en los textos teológicos cristianos que pueden ser escrutados desde la riqueza que ofrece la perspectiva de género. La propia figura de Jesús, siempre horizontal y empático con las mujeres en una sociedad fuertemente patriarcal, ofrece posibilidades para ser analizado como modelo relacional entre hombres y mujeres.

También es cierto que existen elementos en la Biblia y la teología que refuerzan el machismo y la inequidad de género. Justamente por ello, es que también dichas fuentes de fe están siendo repensadas desde la perspectiva de género para aggiornar su mensaje y hacerlo relevante para nuestros tiempos, sin afectar la esencia de su contenido ético. Las teologías feministas, por ejemplo, lo están haciendo hace mucho tiempo.

La formación ético-espiritual y el enfoque de género pueden enriquecerse mutuamente

Así, en lugar de propiciar una confrontación entre el enfoque de género y la perspectiva de fe, convendría más bien pensar en cómo ambas áreas pueden enriquecerse mutuamente para alcanzar los logros educativos de nuestros estudiantes. No soy de los que cree que la perspectiva ético-espiritual deba ser desaforada de los programas formativos escolares. Además, no es posible hacerlo en tanto el Concordato siga vigente. Pero sería constructivo que, en lugar de concentrarse en impartir doctrinas de una sola confesión religiosa, la educación religiosa se abra al aporte de las diversas tradiciones religiosas y espirituales de nuestros pueblos. No solo ello, sino también que se enriquezca con el aporte del enfoque de género. Así, la formación ético-espiritual podría proveer también de herramientas discursivas y pedagógicas que fortalezcan la importancia de la equidad de género desde la propia fe las personas, al menos de los creyentes.

Por su parte, el enfoque de género podría también enriquecerse desde la perspectiva que ofrecen las tradiciones religiosas, para reforzar su significatividad en entornos tan ubérrimos de fe como el nuestro.

En países como el Perú, es importante entender que todo programa formativo de alcance nacional tiene que tomar en cuenta la variable religiosa, necesariamente. Pero también quienes postulan sus posturas políticas o ideológicas desde la religión, deben entender que ella debe estar sujeta a los principios universales de la dignidad humana y la convivencia democrática, y la equidad de género es parte de ellos.

Lima, 9 de abril de 2018

Referencias bibliográficas

Igualdad de género: Concilio Nacional Evangélico respalda enfoque de igualdad en la educación. (3 de marzo de 2017). Gestión. Recuperado de https://bit.ly/2GAOTrj [Consulta: 1 de abril de 2018].

Los grupos religiosos que sí están a favor del enfoque de igualdad de género. (4 de marzo de 2017). Publimetro. Recuperado de https://bit.ly/2JotqDR [Consulta: 1 de abril de 2018].

Ministerio de Educación. (2005). Diseño Curricular Nacional de Educación Básica Regular – Proceso de articulación. Recuperado de http://bit.ly/2gDuasa [Consulta: 1 de abril de 2018].

Ministerio de Educación. (2009). Diseño Curricular Nacional de Educación Básica Regular. Recuperado de http://bit.ly/2hVAtYd [Consulta: 1 de abril de 2018].

Ministerio de Educación. (25 de marzo de 2015). Modificación del Diseño Curricular Nacional [Resolución Ministerial N° 199-2015-MINEDU]. Recuperado de http://bit.ly/2hUzCqO [Consulta: 1 de abril de 2018].

Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. (2012). Orientaciones para transversalizar el enfoque de género en las políticas públicas. Recuperado de https://bit.ly/2uRaY3C [Consulta: 1 de abril de 2018].

[1] Prefiero este concepto en lugar de formación religiosa, que tiene un sentido principalmente confesional. La formación ético-espiritual alude al hecho de que los valores éticos se fundamentan no solo en la reflexión filosófica sino también en el legado espiritual de las tradiciones religiosas presentes en nuestra sociedad

[2] Hay que agregar que el ex ministro de Educación, Idel Vexler, ejercía el cargo de Viceministro de Gestión Pedagógica

Juan Fonseca Ariza
Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con estudios culminados de Maestría en Historia y con estudios de Maestría en Estudios Culturales en la misma universidad. Es actualmente profesor de Humanidades en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Investigador de las minorías religiosas cristianas del Perú y su relación con la política. Entre sus publicaciones se encuentran «Misioneros y civilizadores: protestantismo y modernización en el Perú, 1915-1930» (2002), «Protestantismo y movimientos sociales en el Perú» (2008), «El púlpito en la calle: evangélicos, sociedad y política en el Perú: 1960-2011» (2014), y otros artículos científicos.