Edición 40

Equidad de género: dos recomendaciones

Un reparto más equitativo de las tareas domésticas mejoraría las oportunidades para las mujeres en los mercados de trabajo y en los estudios

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Hugo Ñopo / EDUCACCION

Hace poco conmemoramos internacionalmente el día de la mujer. A propósito, compartí un par de recomendaciones en Twitter para ir más allá de simplemente saludar y resaltar la necesidad de tomar acciones concretas por la equidad de género, basándonos en evidencias. Aquí las presento en formato de artículo para persistir en que aún no hay mucha razón para celebrar. La equidad tendrá que ser construida por todos.

La primera recomendación parte de la constatación de un elemento clave: las brechas salariales por género. Existe una percepción popular, según la cual las brechas salariales existen porque un empleador discriminador opta por pagar más a los hombres que a las mujeres. Aquí estamos en el error. Resulta que las brechas salariales son mucho más marcadas en el autoempleo, en los empleos informales y en el trabajo a tiempo parcial (menos de 30 horas de trabajo por semana).

En esos segmentos del mercado de trabajo no existe un empleador que de manera discriminatoria, macabra o abusiva decida pagar menos a las empleadas que a los empleados. La pregunta clave sería, ¿quién decide cuánto se le paga a una autoempleada? La respuesta es sencilla, ya que responde a un proceso de negociación entre ella y su cliente, o sea, cada uno de nosotros somos los clientes de las autoempleadas.

En este país, todos negociamos diariamente con autoempleadas: en el mercado, en la casa, en la calle, en la oficina, a la salida del colegio de nuestros hijos, a la hora del almuerzo, etc. Aquí, encontramos una variedad de contextos, donde los clientes tenemos cierto poder de negociación. Por esto, la primera recomendación es, en la medida de lo posible, tratar de no abusar de ese poder de negociación.

La segunda recomendación parte de la misma constatación de las mayores brechas salariales en el autoempleo y el trabajo a tiempo parcial. Preguntémonos, ¿por qué en esos segmentos del mercado de trabajo las brechas salariales por género son mayores? ¿Por qué en esos segmentos, además, hay más mujeres que hombres? Una de cada cuatro mujeres que trabajan lo hacen a tiempo parcial, mientras que uno de cada diez hombres que trabajan lo hacen a tiempo parcial. Reitero, ¿por qué?

La respuesta es sencilla: por los roles de género al interior de los hogares. Así, por ejemplo, un hogar promedio en el país para que funcione normalmente se requiere de 30 horas semanales de trabajo doméstico no remunerado. Dentro de este tiempo caben múltiples actividades: mantener en orden las finanzas del hogar, hacer las compras, mantener la casa limpia, tener la comida preparada, acompañar el desarrollo socioemocional de los hijos, ayudarles en la organización de su vida escolar, velar por el bienestar de los adultos mayores del hogar, hacer reparaciones eléctricas, mecánicas y sanitarias, y un largo etcétera.

En las 30 horas de trabajo semanal no estoy considerando las horas de trabajo que desarrollan las empleadas domésticas. Esas horas son las que no se pueden delegar. Por lo tanto, deben ser ejercidas por los miembros del hogar sin remuneración alguna, porque de esas 30 horas, 24 están a cargo de las mujeres del hogar y solo 6 a cargo de los hombres.

De esta manera, las mujeres, antes de salir de las puertas de sus hogares, ya enfrentan una desigualdad de oportunidades enorme. No pueden dedicarse con la misma intensidad al trabajo y al estudio, porque disponen de menos tiempo que los hombres. Aquí me parece importante subrayar que esta situación no es «culpa de otros», ya que estas acciones las hacemos nosotros en nuestros propios hogares.

La segunda recomendación, entonces, es clara: Para los hombres, dedicar mayor tiempo a las labores del hogar y para las mujeres, negociar mejor con los hombres del hogar para que dediquen mayor tiempo al trabajo doméstico. El actual reparto de tareas es muy desigual. Parece inverosímil que esto esté sucediendo entre seres que se quieren (esto es, los miembros de una misma familia). Hay una tarea inmediata y cotidiana aquí: revertir estas estadísticas, y eso depende de todos.

Aumentar la participación masculina en las tareas del hogar debería tener doble impacto: el primero, ya mencionado: un reparto más equitativo de las tareas de la casa con la consiguiente mejora en las oportunidades para las mujeres en los mercados de trabajo y en los estudios. El segundo, con un impacto potencialmente más importante: educar con el ejemplo. Así, las futuras generaciones podrían involucrarse más naturalmente en las responsabilidades del hogar.

En los tuits que escribí por el día de la mujer, renové además un compromiso personal: evitar los paneles de solo-hombres y visibilizar mejor el trabajo de mis colegas mujeres. Este compromiso es también relevante para la comunidad de lectores de Educacción y, siendo esta una comunidad de educadores, tratemos siempre de buscar un balance de género en los paneles de discusión.

Tal como trato de ejemplificar con estas recomendaciones, una parte importante del trabajo por la equidad de género depende de nosotros mismos. Para ponerlo en práctica, no necesitamos un Estado, una legislación o que otros hagan la tarea por nosotros.

¡Es hora de trabajar por la igualdad ya!

Lima, 09 de abril de 2018

Hugo Ñopo
Doctor en Economía por la Northwestern University (Evanston, Illinois), Magister en Economía Matemática por el Instituto de Matemática Pura e Aplicada (Rio de Janeiro, Brasil) y dos grados universitarios, uno en Matemáticas por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y otro en Ingeniería de Sistemas por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Actualmente es Investigador Principal de GRADE. Desde ahí ha desarrollado estudios para el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, UNESCO, PNUD y el Consorcio de Investigación Económica y Social. Es miembro de directorios de emprendimientos sociales y patronatos para el desarrollo social en el país y Latinoamérica. Ha sido Economista Líder de la División de Educación del Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID). Fue Profesor Asistente en Middlebury College, Investigador Afiliado de GRADE y Asesor en el Ministerio de Trabajo.