El País
En el norte de Siria, muchos colegios ya no saben de libros ni lecciones porque se han convertido en hogar para la población desplazada, familias enteras con hijos que nunca asistieron a una clase. La educación ha sido relegada en un conflicto que dura ya una década. Los pupitres de lo que antes era un aula y donde ahora vive Riham sirven a su madre para cambiarle los pañales a su hermano pequeño. La pizarra se ha convertido en un perchero, y unas cuantas ollas cuelgan de los clavos de la parte superior. La mesa en la que antes solía sentarse el profesor es la que utiliza la familia para guardar la mayoría de los utensilios, mientras que ellos se sientan en el suelo para comer. Los pupitres se desplazan a un lado de la habitación, donde se colocan los colchones durante el día. Por la noche, la familia duerme en esos mismos jergones, puestos en el suelo… Leer más