Rosa María Palacios | La República
La caída de Pedro Castillo por la comisión en flagrancia del delito de rebelión parece haber generado una percepción de victoria propia en el Congreso peruano. Pero, francamente, ¿a quién le han ganado? La captura y prisión de Castillo se debe a sus propios hechos y a la rápida intervención de la policía y fiscalía. Nunca se sabrá si había, esa tarde del 7 de diciembre, los votos para vacarlo porque Vladimir Cerrón, que actuó en esto con absoluto cálculo, nunca le confirmó el apoyo total de su bancada, siendo su verdadero verdugo.
Con el apoyo de todas las izquierdas, que hoy lo lloran, no había votos suficientes. De ahí el tuit de Cerrón de ese día diciéndole: “te has anticipado”. No se refería a otro, que no fuera a él mismo. Que ahora mueva a sus bases pidiendo “Castillo libertad” es de un cinismo mayúsculo. Castillo da un golpe de Estado porque creía que Cerrón lo iba a abandonar con una votación partida, suficiente para vacarlo. Ed Málaga, gestor de los votos provacancia, cree lo mismo.
La crisis política entra a un pico en donde lo que está en juego es la supervivencia de la democracia como forma de gobierno. ¿Qué papel debe cumplir el Congreso en esta hora? Con un 8% de aprobación popular y con serias acusaciones sobre su desempeño, las que incluyen la compra de votos de casi 20 congresistas (caso “Los Niños” en investigación fiscal) lo mínimo que se podía esperar es su allanamiento ante las demandas ciudadanas. Es decir, dejar por unos meses la codicia por el poder, el dinero, las agendas particulares o todo lo demás junto y hacer, por una vez en la vida, algo que fuera provechoso para la mayoría de los peruanos.
¿Qué hemos visto en cambio? Una conducta delincuencial. Asalto tras asalto a instituciones del Estado para ver cuán rápido las capturan. El caso de Sunedu es emblemático del modus operandi y de los extremos a los que pueden llegar. El negocio de las universidades privadas no licenciadas es poderoso en recursos, los que no quieren invertir en mejoras que les darían la licencia, porque es más barato (y lo sabía Castillo) comprar políticos. El TC, totalmente desprestigiado hoy, ha hecho que 33 congresistas “pierdan” una acción de inconstitucionalidad para tirarse abajo una reforma buena para miles de universitarios y docentes. Solo un magistrado denunció lo que es obvio, con la esperanza de que algún colaborador eficaz futuro se anime a contarlo todo.
Pero ahí no queda la cosa. Reviviendo el fraudismo, Avanza País quiere derrocar a las autoridades electorales para poner las que les plazca. Es absolutamente inconstitucional, pero no dudo que el TC los complacerá. Es su nuevo papel. Y Muñante de Renovación quiere “menos votos” para elegir al defensor del Pueblo. Como no le alcanza para 87, quiere 78. Esto es tan salvaje como pedir una asamblea constituyente, la renuncia de Dina Boluarte, el cierre instantáneo del Congreso o la libertad de Castillo. Es lo mismo, ¿no se dan cuenta? Por supuesto que se dan cuenta, si hasta tienen una granja de trolls contratados en Twitter para insultarme. Están todos invitados a darse una vueltita y leer miles de veces “caviar, caviar, caviar” (no hay para más IQ en la planilla) por exponer sus mañas.
La Comisión de Fiscalización y la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, ante un próximo proceso electoral, están en modo chaira. “A mis amigos todo, a mis enemigos la ley”. Usan una supuesta lucha contra la corrupción para proteger a Alarcón, Merino o la intocable Luciana León, pero persiguen a Toni Alva para “inhabilitarla” (léase impedir que postule) por ¡comprar pruebas rápidas en marzo del 2020! En ese contexto, la reelección parlamentaria y la bicameralidad (reformas necesarias) terminan dando náuseas cada vez que esta tira de sinvergüenzas las menciona como “reformas mínimas”.
El adelanto de elecciones nunca fue iniciativa del Congreso. Dos congresistas, Susel Paredes y Digna Calle, fueron insultadas en la Comisión de Constitución por siquiera proponerlo. Si se ha logrado es por presión popular y, como van las cosas, nada garantiza una oportuna segunda votación. Un nuevo levantamiento popular será de su entera responsabilidad.
No, el Congreso no está a la altura de esta hora. No olvidarlo, porque estos sujetos y estos partidos tarde o temprano se irán. La democracia nos da la nueva oportunidad de castigar con nuestro voto a quien nunca lo mereció.