Edición 96

Estudiar era un delirio para mí

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Luna Estrella

Hace un año pasé por esto, sin considerar los años en los que prácticamente me autodestruí, porque desde los 13 años, encerrada, sin saber nada de la vida, estuve consumiendo contenido que no me hacía crecer ni como persona ni como hija y peor como ciudadano. Esto causó que yo entre en el mundo de los trastornos alimenticios, me sentía mal con mi cuerpo y conmigo misma, dejé de comer, me aislé y no contaba con nadie. Mi familia me llamaba la atención, tenía que comer, adelgacé de 60kg a 52kg, hacía ejercicio por cuatro horas y estaba muy delgada, e imagínate como quedé con los estudios, no tenía ni cabeza para eso, pero siempre ingresaba a las clases virtuales, leía y participaba literalmente en todo, mis amigos no saben por lo que pasé en ese tiempo.

Creo que en nuestro día a día como adolescentes tenemos que terminar bien la secundaria y para lograrlo hay que estudiar. Yo tengo claro el concepto de por qué me esfuerzo tanto, lo hago por mi familia, por una carrera profesional, para tener más conocimientos y para ser alguien en esta vida.

Quiero ayudar a las personas que sufren alguna patología o situación que no les esté haciendo bien, me gusta saber más de las personas, me llama la atención por así decirlo el mundo lleno de células, animales, bacterias, anatomía, composición, etc. Ya deben saber a qué me refiero.

Antes pensaba negativamente… Claro, daba todo de mí en el colegio, pero en pandemia tuve un estancamiento y me surgieron muchas inseguridades. No confiaba en mí, ni en mis conocimientos, no me gustaba hablar con alguien porque pensaba que todo lo que decía era tonto e ignorante, me conformaba con que me digan cosas repugnantes y yo me lo creía. Lo peor que pude haber hecho fue eso porque me hundía cada vez más, me decían, no sabes ni que decir, ¿sabes algo con respecto al tema?, sé más inteligente, no te soportan, no eres útil tienes que hacer algo. Las cosas lindas que me podían decir y los halagos desaparecieron por un tiempo… un duro y largo tiempo. Mi papá trabajaba siempre y para ese momento yo ya me había aislado lo suficiente como para no reconocer ningún halago y me sentía como un error, tuve pensamientos suicidas y me deprimía porque me sentía sola (el error fue aislarme).

En mi colegio fui primer puesto siempre, pero talento o don no era, era exigencia y eso está bien hasta cierto punto, pero hasta el de lesionarte a ti mismo y sentirte terrible cuando salías mal en un examen, no. Me comparaba con el anterior primer puesto (mi mejor amiga) y con mi más cercano pariente que también había “logrado más cosas”. Me sentía inferior a todos y nadie notaba eso.

Estudiar era un delirio para mí, ya regresando a la presencialidad en el 2022, me cansaba, estudiaba con lágrimas en los ojos, me dolía la cabeza, a mis amistades no les contaba nada y sentía que no eran las personas correctas para mí. Básicamente yo me sentía hipócrita porque era feliz y sonreía delante de ellos, pero en realidad me adaptaba a cómo eran ellos para encajar y así no se sientan incómodos conmigo. Un profesor se dio cuenta de la sobre exigencia y de mi desánimo para las cosas, que era tímida e insegura, yo intentaba mejorar, pero tenía muchas recaídas.

Tuve dos intentos de autolesión en plena semana de exámenes y mis papás se dieron cuenta, en realidad en la primera entraron y me vieron en el acto; en la segunda no aguanté y llame a mi hermana para decirle que me sentía mal. Yo sentía un vacío tan grande. Me volví mejor y tenía muy buena memoria en el colegio, pero eso no me hacía sentir bien. Yo me rompía por dentro, cada vez más. Eso pasa cuando permites que cosas negativas entren en ti.

Cuando finalizó el colegio, entré en vacaciones y me seguía sintiendo mal, nunca fui a un psicólogo, ni alguien estuvo para animarme y abrazarme con cariño. Pero ahora ya en vacaciones decidí darme un tiempo para mí y tratar de mejorar. Solo si tienes el coraje de tratar de salir adelante lo lograrás, así como yo y como todas las personas que nos hemos perdido a nosotros mismos pero que finalmente hemos salido y ahora nos encontramos aquí, porque esto, esto es para valientes y sé que tú, así como yo, también lo puedes lograr. Porque la autoexigencia académica esta bien, hasta cierto punto.

Ya no me afectaba lo que el resto me decía ni lo que hablase de mi físico (porque al amanecerme estudiando para ser mejor, tenía unas ojeras muy notorias) o de mí en general. Creo que estuve tan metida en el lodo que lo que también pienso ahora es que Dios es realmente bueno, porque, aunque esos problemas eran míos Él siempre me ayudo, me escuchó y me da la fuerza para seguir de pie, aunque antes yo deseaba morirme. Yo los invito a conocerlo.

Con respecto a los estudios, ahora estudio en paz y me concentro mejor, un dato curioso sobre mí es que no puedo estudiar sola, no me gusta, porque siento que vuelvo a esos tiempos. Estudio en mi sala, con mi familia presente, me ayudaron, me hacen reír ahora, y nos bromeamos, aún doy gracias por tener a personas tan especiales en mi hogar, siempre que estoy en el colegio pienso cuando llegaré porque son los únicos que me hacen reír, los únicos que me entienden, o que me oirán de verdad sin molestia alguna, si les digo que estoy mal, son mi familia.

Siempre hice resúmenes y hablé en voz alta (hasta ahora). Por un tiempo odié estudiar por esos problemas, pero ahora puedo estudiar sin estresarme tanto y me las ingenio en múltiples ocasiones. Me adapte a estudiar en cualquier lugar. Si salimos a la calle, estudio. Si vamos a la casa de un familiar, estudio.

Cómo digo, el método de estudio más efectivo creo que es leer, entender o sino ver un vídeo o hablar con alguien para que te explique. Pero para mí, es practicar, leer, tener ejemplos, enseñarle a alguien más, hacer resúmenes, grabar audios y luego escucharlos, hacer esquemas y dibujar. ¡Gracias!

Lima, enero de 2024

 

María Gracia
María Gracia Ruíz Panta, estudiante peruana de 17 de años de edad, una persona apasionada por la literatura, ciencias de la salud y la cultura. Desde temprana edad, descubrió su pasión con una fascinación por las palabras, se sumergió en la lectura de diversos géneros y se convirtió en una ávida impulsora de la escritura. Su amor por las letras la llevó a explorar el mundo de la escritura creativa y la poesía, expresando sus pensamientos y emociones a través de las palabras. Además de su pasión por la literatura, Maria Gracia siempre se sintió atraída por las ciencias de la salud, lo que la llevo a saber a qué se quería dedicar más tarde. Con su dedicación y perseverancia, Maria Gracia busca combinar su amor por las letras y su pasión ciencias de la salud, con el objetivo de hacer una diferencia positiva en la vida de las personas creando el proyecto de Escritura de Artículos relacionando este con la salud mental ¡Su espíritu creativo y su compromiso con el bienestar la convierten en una persona inspiradora y valiosa para la comunidad!