Sergio Barrio Tarnawiecki / Para EDUCACCIÓN
«¿Qué vamos a hacer cuando el mundo se haga pedazos? ¿Vamos a refugiarnos en alguna de nuestras posiciones fundamentalistas para tratar de que nada se derrumbe? ¿O vamos a dejar de lado nuestras viejas ambiciones y metas, y vivir la vida como un experimento, construyéndola en la medida en que avanzamos?»
Pema Chodron
Las posiciones y planteamientos que ofrezco sobre la educación se sustentan en el reconocimiento de algunos hechos y procesos fundamentales que quiero enumerar en forma de síntesis:
1. Dentro de muy pocas décadas, el futuro será total y radicalmente imprevisible. El desarrollo científico y tecnológico ha llegado al punto en que vamos a “caer” en lo que se ha dado a llamar el estado de “singularidad”, como en un “agujero negro” social y tecnológico. Por ahora, sólo sabemos que la inteligencia artificial, la hiperconectividad (entre objetos y personas), la robotización y la vida sintética, serán algunos de los ejes centrales de este nuevo paradigma científico y tecnológico emergente que nos lleva a ese umbral de lo impredecible.
2. Este proceso está transformando radicalmente esquemas y creencias básicas, ideas e hipótesis del pensamiento sobre las disciplinas del conocimiento, creando nuevos conceptos y nuevas disciplinas hoy inimaginables. Las “profesiones” conocidas cambian en períodos cada vez más cortos y se desconocen a sí mismas en pocos lustros.
3. Por una ruta paralela, pero minuciosamente imbricada al proceso anterior y fortalecida tanto por la hiperconectividad como por los desarrollos de la filosofía de la ciencia que surgen de aquel, observamos un asombroso desarrollo intelectual, ético y espiritual en el que las corrientes del pensamiento, creyentes y no creyentes, se nutren mutuamente como nunca pudo ocurrir antes en la historia.
4. En medio de estos cambios radicales, se dan replanteamientos drásticos de los currículos y métodos educativos, así como en las mismas estructuras educativas, rompiendo con los esquemas habituales e incluso con las asignaturas e instituciones consideradas como fundamentales. Las novísimas formas de la educación que están naciendo tienden a minimizar la “enseñanza” formal, los “cursos”, las “clases” e incluso las “aulas” para ser sustituidas por “espacios” y “ágoras” personales y grupales. Allí se está experimentando con los procesos de autoaprendizaje y autoevaluación asistidos, donde se enfatiza la temática de “hechos” y “situaciones” y las necesidades sociales y personales, en lugar de “asignaturas” o “materias”. Los “grados” o “años” de la enseñanza parecen perder el sentido y se pone muy en relieve la colaboración inter-etaria para los procesos del aprendizaje. Se incorpora la experiencia de vida y el “aprender-haciendo” interactivo, la intersubjetividad y la inmensamente rica gama de miradas que cada idioma, cada cultura y cada persona y grupo aportan al saber.
5. Lo corporal, lo emocional y lo espiritual, pasan a ser reconocidos como un componente central, inseparable del proceso del conocimiento. Más que la docencia abstracta y distante de los “cursos magistrales”, que hemos considerado siempre tan valiosos, lo que prima de manera poderosa es la energía vital, el vínculo emocional y la amistad espiritual del educando con el docente.
6. Cada vez es más evidente que el saber del maestro es sólo un absolutamente necesario, pero frágil, “supuesto saber”.
7. Adquieren creciente importancia los estudios “en línea” abriendo el problema de la acreditación.
8. Se está universalizando el concepto de “aprendizaje por vida” y “aprendizaje en la vida”, reconociéndose la educación como un derecho permanente.
9. Contrariamente a la idea más generalizada, si se toman medidas sólidas de política científica y tecnológica, se abren oportunidades muy significativas a los países más pobres para acceder a los niveles más sofisticados del conocimiento y de la tecnología. Por otro lado, son grandes los riesgos también de no asumir esas políticas.
10. Lo ético no encuentra caminos fáciles para ser incorporado en el avance científico y tecnológico, debido a las formas fragmentadas de pensar y hablar, a las limitaciones de la lógica formal y a la transformación sistemática de los conocimientos en mercancías para ser comprados y vendidos con el móvil de las ganancias.
Considerando todo lo anterior sintetizado en 10 puntos, lo más importante y urgente a evaluar, permanentemente, es el acceso a los recursos, instrumentos y espacios para el aprendizaje durante toda la vida, bajo una sólida guía ética, desarrollada deliberadamente.
En Internet todo está disponible (hasta ahora y de hecho a muy bajo costo), y las instituciones educativas deben de ser capaces de suplir el vacío del Internet anónimo con la presencia del maestro-guía que facilite la transformación de esa información masiva en conocimientos y que apoye el desarrollo del saber y de las habilidades humanas del estudiante lo más plenamente posible. Y va de suyo que esa presencia no sustituye el desarrollo ético, moral y espiritual de los educandos sino que lo asume como el elemento central de su proceso, puesto que es la fuente e impulso principal de la sana y bella angustia del saber humano.
Los jóvenes aprenden cómo obtener información desde muy temprana edad, y muchas veces mejor que sus maestros y mentores. Por su capacidad auto-constructiva, van creciendo en ese “saber-hacer” y son cada vez más diestros para usar esa información y transformarla en conocimientos significativos y/o prácticos. Necesitan, no obstante, apoyo para crecer en la sabiduría que nace de la experiencia bien informada y pensada, construida con organizadores sanos de la experiencia. Necesitan el acompañamiento de personas capaces de seguir con ellos ese camino arduo, sin juicios, sin críticas, sin calificaciones, sin el juicio de las “notas”, y la mano amable, el corazón sano, la actitud de ayuda y orientación espiritual del maestro, nutrido por su experiencia en su “supuesto saber”,
Luego de estas reflexiones, me permito afirmar que la “evaluación” de los estudiantes es inseparable de la evaluación del sistema educativo en su conjunto y de los maestros en particular. Si se la separa se vuelve una crítica, un juicio contraproducente, un camino de “comparaciones” intra-etarias indeseables.
Lo más importante en el desarrollo de los estudiantes es su fascinación y motivación para el estudio, su orientación ética autogenerada hacia el conocimiento (el primer movimiento de la psiquis humana) y su desarrollo humano. Lo más importante en el desarrollo del maestro en particular y del sistema educativo en su conjunto, es exactamente lo mismo: sólo puede inspirar humanidad plena quien cultiva su propia plenitud humana. Y nada de esto es acreditable en términos de notas del 0 al 20, ni con una A, una B, una C, o una D.
El aprendizaje más significativo acerca de qué hacer en la educación ocurre en el conflicto que se da entre, por un lado, el desarrollo de las gigantescas fuerzas productivas que surgen del avance vertiginoso de la ciencia y de la tecnología, y, por el otro, el deseo y necesidad del ser humano de ser dueño de su propio destino. Y ese conflicto se resuelve sólo a través de la revolución permanente de la educación, tanto en formas como métodos y contenidos, así como instituciones. No se da en la puesta en marcha de ningún esquema rígido, único, que no sólo no resistirá las presiones de los cambios sino que se volvería inevitablemente en un freno y en un obstáculo.
El papel del maestro
Escribo estas líneas, consciente del complejo camino que tenemos que recorrer a muy corto plazo. No debemos abrumarnos por la tarea ni ponernos en una perspectiva de largo plazo. Tenemos que actuar rápido, aliviar el sufrimiento que crea este tema y tomar medidas audaces. Creo que el mismo desarrollo científico y tecnológico nos da extraordinarias herramientas para lograr el cambio pero no es lo más importante. Lo más importante son los maestros.
Ellos han sido humillados, atemorizados, violentados por la falta de reconocimiento de su verdadero rol. Se les humilla si no saben matemática pero nadie evalúa si saben hablar con un niño(a) o un(a) joven, si sabe dar aliento a los que tienen hambre o han caminado horas para llegar a la escuela. Nadie evalúa si el maestro o la maestra respetan y admiran el dominio que tienen sus alumnos sobre Internet. Nadie valora su capacidad para inspirar amor al conocimiento, si hay sabiduría en su andar por la escuela y por los caminos de la vida.
Sus resentimientos son capitalizados por visiones mesiánicas que tampoco valoran a la persona sino sus odios para justificar su terrorismo pequeñoburgués ajeno al socialismo o por iglesias igualmente mesiánicas que siembran ignorancia y terrorismo espiritual con culpas y pecados ajeno al cristianismo.
Creo que la ruta a seguir tiene aristas profundamente humanistas y científico-tecnológicas a la vez. Creo que se debe dar facilidades a los maestros para que ellos mismos abran Escuelas Permanentes para ellos, en las que se cultiven sus valores y tradiciones, y a la vez se les den facilidades para adquirir todas las herramientas tecnológicas más avanzadas. Verdaderas ágoras. No tienen que saber a priori matemática ni química ni siquiera gramática para eso. Tienen que tener el espacio para cultivar sus cualidades como seres humanos plenos y ser felices al hacerlo.
Y lo más hermoso, pueden hacer todo eso al lado de sus alumnos, con sus alumnos y al lado de los mayores, de los padres, de los ancianos, nutridos por sus valores y tradiciones. Ese camino propio (no centralizado, no dirigido ni menos impuesto por un ministerio) los puede llevar al sendero del profundo cambio de paradigma científico-tecnológico y espiritual-humanista en curso. No sé si hay otro camino. Pero creo en este.
Lima, 28 de junio de 2015