Luis Guerrero Ortiz | EDUCACCIÓN
Cinco escenas de la vida cotidiana en muchas escuelas del país, recogidas del testimonio de varios colegas docentes en diversos talleres:
- ESCENA 1. Una docente pide 5 soles a cada uno de los 30 padres de familia de su aula, para fotocopiar un material que usará en clases y se lo cuenta después a una colega. Su amiga le recrimina: ¡pero 5 soles por unas fotocopias es demasiado, estas familias son pobres! La profesora le responde indignada que ella está siendo considerada porque solo les ha pedido 5 soles, mientras que otras colegas suelen pedir más. Además, dice que la diferencia que queda a su favor la usa para sus pasajes, no para comprarse ningún lujo.
- ESCENA 2. Una alumna de 6to de primaria había vuelto a lograr un alto récord de notas a lo largo del año y terminaría otra vez primera en el cuadro de méritos. Al finalizar el año, a la hora de entregar los reconocimientos, se da con la sorpresa de quedar segunda. Luego averiguó que la alumna que la desplazó, cuyas notas habían estado por debajo de las suyas durante todo el año, era hija de la mejor clienta de su maestra. La profesora vendía productos de belleza a las madres de familia del salón.
- ESCENA 3. Una alumna a quien llamaremos Mery, de 4° de secundaria, con un grupo de amigas deciden faltar al colegio esa mañana. Pero alguien las descubre en la calle y las llevan al colegio, a la oficina del director, que en ese momento estaba ausente. Cuando el director entra a su oficina se queda observando a las niñas y cuando descubre a Mery le dice: tú te vas a tu salón inmediatamente. A las demás las suspendió una semana. Mery era hija del presidente de la Asociación de Padres de Familia.
- ESCENA 4. Un profesor de una escuela que ofrece educación básica alternativa para jóvenes y adultos, viene faltando reiteradamente a clases. El director lo manda llamar y le pide explicaciones. El profesor le dice que como no sabía qué horario le iba a tocar, se matriculó en un curso de computación que se cruza con la clase, y como ya lo había pagado no podía dejar de ir. El director indignado le dice que debe regresar a su aula a hacer clases de inmediato. El profesor lo denuncia a la UGEL por abuso de autoridad.
- ESCENA 5. La directora de una institución educativa que tienen turno tarde ha notado que sus profesores tienen problemas para encontrar en la zona un lugar donde almorzar sano y barato, lo que les está causando un gran malestar. Entonces decide llevar una pequeña cocina a gas a su oficina y empieza a ofrecer menú a precio módico todos los días, colgando una pizarrita en la puerta con los platos del día. Todos los profesores se sienten agradecidos por la iniciativa de la directora y ella muy satisfecha.
Cuatro ideas principales:
1. Si el fundamento de toda ética es el reconocimiento del otro, entonces, estas historias nos hablan de una moralidad muy difusa, donde el otro parece que no existe. Más aún. Si la democracia puede definirse como una comunidad de personas que se reconocen iguales en derechos y responsabilidades, estas historias tampoco testimonian ciudadanía. Más bien, expresan una búsqueda de privilegios, donde las reglas son para los demás, pero no aplican para sus protagonistas. Ambas actitudes son el fermento perfecto propiciar u justificar para eventuales actos de corrupción en la vida pública. Veamos.
La profesora que cobra demás por las fotocopias se justifica en nombre de su necesidad económica y obrar así lo considera un derecho. La docente que hace trampa y altera el cuadro de méritos para favorecer a la hija de su clienta, también lo hace en nombre de su necesidad, la de recompensar a quien le compra siempre sus productos, algo que sin duda debe considerar justo. El director que no sanciona a la hija del presidente de la APAFA evita así cualquier inconveniente y se protege dejándola a salvo. El profesor que tomó clases de computación en horas de clase se niega a dejarlas para cumplir con su responsabilidad como docente porque no quiere perjudicarse económicamente. La directora que prepara menús en su lugar de trabajo está cobrando por gestionar la escuela y, además, por los menús que prepara y vende en sus horas laborables, pero siente que está obrando bien.
2. Como podemos apreciar, hay dos aspectos muy importantes a considerar en estas historias. En primer lugar, es evidente que en todos los casos, el otro no existe: no existe su necesidad ni sus intereses y, si existen, valen menos que los nuestros. Esto querría decir que los otros no son considerados nuestros iguales y, por lo tanto, tendrían menos derecho que nosotros. Luego, como solo cuenta nuestro propio interés, el mismo que consideramos superior, nos justificamos en nuestro afán de obtener un beneficio propio a costa de los otros. En segundo lugar, los casos muestran también con claridad cómo es que cualquier ventaja –sobre todo la que nos otorga una posición de poder, aunque sea pequeña o momentánea- es inmediatamente utilizada en nuestro provecho. Es decir, el poder, no importa su dimensión, no se ve como servicio, sino como oportunidad para obtener privilegios.
3. Siendo esta la racionalidad, consciente o inconsciente, que justifica nuestro actuar, podemos decir también que cada una de estas historias representan experiencias de educación moral. No estamos hablando de una educación moral prescriptiva, que obliga a los alumnos bajo coacción al cumplimiento irrestricto de un reglamento hecho por adultos. Estamos hablando de una educación moral todavía más efectiva: la testimonial, porque se está testimoniando comportamientos que sus protagonistas consideran buenos en sí mismos. Tengamos en cuenta que los cinco casos dan cuenta de hechos que los alumnos observan o de los que llegan a enterarse con suma facilidad. Hechos protagonizados por adultos con autoridad, que van modelando, guste o no, un determinado comportamiento moral, donde las reglas pueden acomodarse a la medida de nuestra conveniencia o pasarse por alto delante de los demás, con total despreocupación, cuando tenemos un estatus que lo permite. Los valores, en buena cuenta, son maneras de actuar que se eligen por considerarse buenas y los estudiantes lo están viendo todo.
4. Convivir democráticamente es un aprendizaje que está en el currículo escolar. Una convivencia democrática, basada en el respeto a las diferencias y al derecho de todos, así como en la disposición a colaborar en favor del bien común, es una buena vacuna contra la corrupción. No obstante, no se aprende a ejercer y respetar derechos en la pizarra. Si la educación ciudadana no constituye una experiencia de vida cotidiana en la escuela, no sirve de nada. Una escuela donde los niños y adolescentes normalmente no son vistos como otros legítimos, sino como sujetos moral y racionalmente inferiores, donde su voz no es respetada tanto como su derecho a disentir de los adultos cuando en conciencia se sienten vulnerados por ellos, es una escuela que necesita reinventarse. Tengamos muy en cuenta que una convivencia naturalmente basada en la sospecha y el control, en la exclusión y los privilegios del más fuerte, por ahora al menos, tienen mucho peso en la cultura escolar.
Albert Camus decía que un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en el mundo. Pero a veces esa bestia se viste de racionalidad y nos confunde. Una bestia que es capaz de hacernos creer que todo lo que le favorece exclusivamente, en el fondo nos beneficia a todos. De la buena educación dependerá que nuestros niños y jóvenes aprendan a defenderse de ella, en la vida escolar y también en la vida pública.
Lima, 30 de octubre de 2018
* Ponencia presentada en el conversatorio “Corrupción y Educación” realizado el martes 30 de octubre en la Universidad del Pacífico, organizado por Consigna Educación, la red de colegios Fe y Alegría, la Universidad Antonio Ruíz de Montoya y los Colegios Jesuítas del Perú.