Gabriela Monteza | EDUCACCIÓN
Entre los meses de mayo y junio de este año tuve el privilegio de participar de varias sesiones con estudiantes de secundaria de colegios públicos y privados, con el objetivo de diseñar el piloto del programa para estudiantes de Enseña Perú. La premisa: escucharlos. Escuchar sus respuestas a preguntas como estas: ¿Cuáles son sus sueños? ¿Qué necesitan para hacerlos realidad? ¿A qué problemas se enfrentan hoy en día? Los dos grupos estaban compuestos por estudiantes diversos: con notas alta, con notas promedio, con bajas notas, callados, juguetones, con buena conducta, con problemas de conducta. El objetivo: diseñar el programa junto con los estudiantes para que responda de la manera más genuina a sus necesidades.
Entre ambos grupos las respuestas eran variadas pero similares: sueñan con tener éxito, aunque para cada uno el éxito tiene un significado distinto (en su mayoría muy relacionado a resultados académicos). Sueñan con ser profesionales, con pasar más tiempo con sus familias, con viajar, con aportar a la sociedad y con mejorar como persona. Pero hubo algo que me sorprendió. Cuando les preguntamos sobre las dificultades a las que se enfrentan, todos coincidieron en una principal: el manejo de sus emociones.
La claridad que tienen sobre la necesidad de aprender a manejar sus emociones para poder lograr sus sueños es lo que debería marcar el camino a seguir. Frases como “¿De qué me sirve saber matemática si cuando fracaso solo lloro y no sé qué hacer?” (Estudiante de 3ero de secundaria) o “¿De qué me sirve saber inglés si no sé comunicarme?” (Estudiante de 4to de secundaria), por mencionar algunas, nos hacen caer en cuenta de la relevancia del desarrollo de las habilidades socioemocionales en los estudiantes.
No solo hablaban de manejar sus emociones. Indicaron también que necesitaban espacios para poder reconocerlas, abrazarlas y aceptarlas. El colegio, en sus propias palabras, “no los está preparando para enfrentar la vida, sino solo para ser buenos académicamente”. Son conscientes de la relación directa entre sus habilidades socio-emocionales y sus resultados académicos, sin embargo, sienten que muchas veces resulta más importante para sus profesores cómo están académicamente antes que emocionalmente.
Después de escucharlos es imposible dejar de preguntarnos: ¿Qué hacer desde la escuela para mejorar esta realidad? Aunque ellos mismos construyen las propuestas: contar con espacios dentro de la escuela donde puedan explorar diversas emociones como el enojo, la frustración, la alegría. Contar con docentes preparados no solo para enseñar temas académicos, sino para ayudarlos a formar sus habilidades socioemocionales. Lo importante es que no piden un profesor especializado, sino que todos los profesores estén preparados e interesados en abordar este tema.
De ahí, se desprenden interesantes reflexiones. Quizás la más importante sea la fundamental importancia de escuchar realmente a los estudiantes y construir con ellos iniciativas que los involucren. Son ellos quienes más tienen que decir sobre la educación que reciben y quieren recibir. Escuchemos a los estudiantes, a todos, a los habladores, a los callados, a los que tienen notas altas, a los que tienen notas bajas, en ellos está la mayoría de las respuestas a las preguntas que nos hacemos desde hace varios años.
Por esta razón, la formación docente es vital en este proceso, necesitamos generar espacios donde los maestros también reconozcan sus emociones para que sepan cómo trabajarlas luego con sus estudiantes. Necesitamos propiciar que la formación docente no solo abarque contenidos académicos o didácticos (que son, sin duda relevantes), sino también el desarrollo emocional de los maestros, para que puedan responder a estas necesidades de los estudiantes, que no son menos fundamentales.
La experiencia vivida me reafirma en esto: si vamos a construir un Proyecto Educativo Nacional al año 2036 desde un enfoque centrado en las personas a lo largo de todas las etapas de la vida, no olvidemos que los 11 años que nuestros estudiantes pasan en las aulas van a influir a lo largo de su vida, por lo que cobra una gran importancia el desarrollo de sus habilidades socioemocionales y su propio ser, más allá de las notas.
Lima, 13 de setiembre de 2019