EDITORIAL
El inicio del año escolar ha sido siempre una fecha marcada en el calendario con el color de la expectativa. En el Perú, sin embargo, esa expectativa tiende a decolorarse pronto cuando vuelven a aparecer en primer plano desafíos que en años anteriores ya habíamos aprendido a manejar.
El panorama reciente genera preocupación pues los avances son insuficientes y las alertas resuenan con tanta fuerza que no pueden minimizarse ni ignorarse.
A pesar de las acciones desplegadas por el Ministerio de Educación en la planificación del inicio del año escolar, la gestión de los tiempos no está siendo óptima. La publicación tardía de la norma técnica para el año escolar 2025 (RM N° 556-2024), por ejemplo, emitida recién en noviembre de 2024, afecta la planificación de las instituciones educativas.
A esto se suma el riesgo de un déficit de horas lectivas. Aunque la normativa establece un mínimo de horas efectivas de clases (900 para inicial, 1100 para primaria y 1200 para secundaria), diversos factores amenazan con reducir significativamente el tiempo real de aprendizaje. Las suspensiones por eventos climáticos y la falta de docentes de reemplazo o contratados a tiempo, por ejemplo, conspiran contra el cumplimiento de las horas mínimas.
La contratación docente es otro punto crítico. La adjudicación tardía de plazas para profesores nombrados y la consecuente demora en la prepublicación y publicación de plazas para contrato docente, generan un escenario de incertidumbre y falta de personal en las aulas. A esto se añade la evaluación de desempeño de directivos, cuyos resultados y ratificaciones se publican cuando el año escolar ya ha comenzado, dejando plazas clave sin cubrir y afectando la gestión institucional.
La distribución de materiales educativos también presenta interrogantes. La falta de directivos en algunas instituciones, por ejemplo, genera dudas sobre quién se hará cargo de la recepción y gestión de estos materiales.
Finalmente, la preparación de los locales escolares para recibir a los estudiantes también muestra retrasos. A pesar de los recursos destinados al mantenimiento, un alto porcentaje de escuelas aún no ha iniciado estas labores, lo que pone en riesgo la seguridad y el bienestar de los alumnos.
Estos problemas no son nuevos. Hemos recorrido esta historia desde hace varios años, cosechamos lecciones y aprendimos de ellas para hacerlo cada vez mejor. Sin embargo, tropezamos ahora de nuevo con las mismas piedras, encarando dificultades que creíamos superadas. El año escolar ya empezó. Las soluciones urgen.
Comité Editorial
Lima, marzo de 2025