Javier Albán / Semana Económica
¿Cuáles han sido los principales avances del sector educación en los últimos años?
Como sociedad hemos podido avanzar hacia un mejor entendimiento acerca de la importancia de la educación pública como el principal mecanismo igualador de oportunidades. Creo que hace algunos años había un prejuicio: “la educación pública fue, es y será mala y no hay nada que hacer con eso”. Varios CADEs atrás, la discusión acerca de servicios sociales, incluyendo educación, era esa: “no se puede hacer nada con la educación pública, a ver qué podemos hacer a través del sector privado”.
Con el proceso de reforma que se ha iniciado en este gobierno, creo que [ahora] sí hay un entendimiento de que la educación [pública] es absolutamente crítica, pero sí se puede hacer algo. A pesar de que es difícil, [sí se puede] avanzar a través del sector público con una educación pública para todos, gratuita y que pueda ser de excelencia. Tener ese convencimiento es algo importante, pero al mismo tiempo tenemos que ser conscientes de que todavía la educación en el Perú, a pesar de las mejoras que ya hemos visto y el proceso de reforma ya iniciado, está muy lejos de donde debe estar. Muy lejos de donde debe estar si queremos ser un país de la OCDE.
Casi en todos los indicadores uno puede ver mejoras importantes. El porcentaje de chicos que logran un nivel satisfactorio en lectura se ha más que duplicado en los últimos siete años, pero sólo llega al 50%. En matemáticas, el porcentaje se ha triplicado, pero estamos en 27%. El gasto por alumno durante este gobierno se ha incrementado de US$650 a US$1,100, pero sigue siendo poco: Chile y Colombia gastan el doble, y algunos países de la OCDE gastan ocho veces más. También en este gobierno el salario de los docentes se ha incrementado en 44%, pero el sueldo promedio sigue siendo S/.2,000. Estamos mejorando, [vamos] en la dirección correcta, pero todavía tenemos un camino largo por recorrer.
¿Qué es lo mínimo que debe continuar el próximo gobierno para seguir mejorando en esos indicadores?
Yo creo que un reto inmenso que tenemos como país es avanzar en la reforma educativa de manera integral. La ruta de reforma que tenemos es invertir más en nuestros maestros por un lado e invertir más en un conjunto de programas pedagógicos, como la jornada escolar completa, el programa nacional de inglés, más educación física en las escuelas y la implementación del nuevo currículum. Hay un tercer pilar de gestión que es asegurarnos de que los directores de las escuelas tengan la capacidad y el espacio para poder ser los líderes de sus instituciones, y en cuarto lugar la infraestructura, donde tenemos un déficit inmenso. Nosotros calculamos ese déficit en S/.60,000 millones, por lo menos.
¿Cuán grande es la brecha total en educación pública para alcanzar el nivel de los países desarrollados?
Hay que avanzar en esas cuatro áreas. Es difícil calcular cómo agregar todo, pero una forma es ver cuánta plata va a costar. A comparación de otros países, nosotros gastamos mucho menos. Por un lado están los cálculos como porcentaje del PBI, que en el Perú estuvo en 3% durante muchísimo tiempo. Ya estamos en 4%, pero hay que seguir aumentando para empatar a nuestros vecinos que ya están entre 5% y 6%. El otro indicador es nuestro gasto por alumno, que tiene que incrementarse de manera sustancial.
Una de las cosas que nos falta como país es interiorizar la magnitud del reto que tenemos. Yo creo que ya tenemos un convencimiento de que la educación es crítica, que la educación pública es el principal instrumento de igualación de oportunidades. No es casualidad que en los países de la OCDE la matrícula [en educación] pública sea de entre 90% y 99% de la matrícula total. Nos falta interiorizar que estamos lejos de donde debemos estar y que la magnitud de ese esfuerzo es muy grande.
Durante los últimos tres años, la inversión en educación se ha incrementado notoriamente: en 14% anual en promedio. Esa velocidad se tiene que mantener. Si nos ponemos como objetivo duplicar el gasto por alumno o el salario de los maestros de aquí al 2021, eso implica incrementar el gasto en 15% cada año, más o menos. No tiene que ser igual todos los años, porque hay ciclos macroeconómicos, pero sí en promedio. Con eso lograríamos estar en [más de] US$2,000 por alumno. Con eso empataríamos al Chile de hoy, no al del 2021. Tenemos que seguir haciendo un gran esfuerzo.
¿Cuál es el rol del sector privado para lograrlo?
Hay varios roles. El más importante es pagar sus impuestos. Los países que la han hecho son los que han logrado tener un sistema educativo público de alta calidad, gratuito y para todos. La vez pasada decía en el directorio de la Confiep que si esa presentación la estuviese haciendo en Canadá, la diferencia sería que los hijos de todos los empresarios allá estarían en un colegio público. El Perú la va a hacer el día en que cualquier persona rica o pobre decida poner a su hijo en un colegio privado sólo si está más cerca, pero si no es por eso, que pueda ponerlo en uno público y esté muy bien.
El problema que tenemos aquí es que la recaudación es relativamente baja. El Estado es relativamente pequeño, porque existe una informalidad muy grande. No es un asunto de tasas necesariamente, pero hay una informalidad grande. Tenemos que corregir eso como estructura también para tener los recursos necesarios para poder mejorar nuestra educación pública. También hay un rol a través de programas de responsabilidad social de las empresas, con las que hemos trabajado de manera más cercana durante los últimos años.
¿Qué ejemplos de iniciativas privadas destacaría?
El más representativo es el trabajo que hace Empresarios x la Educación, que aglutina recursos de un grupo grande de empresas y hacen distintos tipos de intervenciones en conjuntos de colegios, y está bien coordinado con el trabajo del ministerio. Hay un programa de lectura del BBVA que es interesante también.
Creo que hay un rol adicional para el sector privado. No solamente debe estar preocupado e interesado en que la educación mejore. Eso ya se ha logrado. Tenemos que pasar a un escalón superior. Ya no es “me parece bien que se haga”, sino “demando que se haga”. Ese salto no estoy seguro de que lo hayamos dado de una manera colectiva. Necesitamos una sociedad que no diga “me parece bien que se continúe la reforma”, sino “yo necesito que se continúe esa reforma”. Necesitamos tener una suerte de obsesión con que el proceso de reforma educativa se consolide y la calidad de la educación [pública] mejore, porque esa es una de las piezas fundamentales para que podamos decir somos un país que va a tener mejores niveles de bienestar en las próximas décadas.
Según información del Minedu, el salario real de los maestros es hoy un tercio de lo que era hace 40 años. ¿Por qué ha caído tanto?
Los salarios de los docentes estuvieron en niveles relativamente altos –era el salario de una persona de clase media– en los sesenta y hasta mediados de los setenta. De ahí ya con el proceso de expansión de la matrícula, de la expansión de la cobertura, en general en los indicadores de educación tú ves una suerte de trade off: cantidad por calidad. Se amplió la matrícula, el número de maestros, pero los salarios reales empezaron a caer. Cayeron durante el gobierno militar, de ahí continuaron cayendo y llegaron a su fondo con la hiperinflación de Alan García. De ahí se han recuperado, pero a pesar de esa recuperación, están a un tercio de lo que eran en los sesenta.
La profesión docente en el Perú, si uno hace un análisis por percentiles y ve dónde está lo que se paga al maestro en la distribución de salarios de todos los profesionales, está en el tercio inferior. En cambio, en Chile está en la mediana, y en Corea en el 30% superior. Nosotros le pagamos poco a nuestros docentes en comparación al resto de profesionales y al resto de América Latina. Por donde lo mires, no estamos compensando a nuestros docentes como debería ser.
Ya tenemos una ley de reforma magisterial que nos permite una carrera meritocrática, en donde el profesor es nombrado luego de una selección muy exigente. Los mecanismos de ascenso dependen de tu desempeño y al mismo tiempo se tienen que ir aumentando los salarios bajo una lógica meritocrática. Ya tenemos una reforma que nos permite invertir mejor y más en nuestros docentes, pero el esfuerzo fiscal que se va a tener que hacer en los próximos años para por lo menos duplicar el salario hacia el 2021 es muy grande.
Sin cuestionar la necesidad de la reforma, en esta revista se han cuestionado problemas puntuales de la Ley Universitaria. ¿Cree que hay temas que corregir?
En cualquier política pública o en cualquier ley, sería imposible que “achuntes” a la ley perfecta en el día uno. Eso sería pretencioso. Es completamente normal que a lo largo del camino y de la implementación te des cuenta de que hay cosas que corregir. Si va a requerir ajustes a lo largo del tiempo, eso es normal. El punto es que mantengamos las líneas centrales.
Debemos pensar qué tipo de país es el que queremos. Podemos escoger dos cosas: decir ya crecimos un poco, entonces sigamos aumentando en 2% o 3% al año el presupuesto en educación, y escoger ser un Paraguay. O dices: “yo no quiero ser un país que está ahí, yo quiero ser Corea, que la hace”, con nivel de bienestar que tiene un país desarrollado hoy día. Ahí no te puedes quedar con ese 2% o 3%. Tienes que continuar en el ritmo que has tenido en los últimos años. Es muy difícil, pero si fuera fácil todos los países serían ricos. O invertimos lo que no tenemos en educación, o decimos estamos OK así como estamos. Tú escoges.
Fuente: Semana Económica / Lima, 15 de junio de 2016