José Carlos Yrigoyen
La de Johann Page (Lima, 1979) es una historia de paciencia y constancia. También es la historia de una revancha literaria. En el 2004 publicó un desangelado y artificioso libro de cuentos, Los puertos extremos, surgido al amparo de cierta corriente metaliteraria, por ese entonces en boga, que pocos buenos frutos pudo ofrecernos. Después desapareció del panorama literario por más de una década. Pensé, durante ese tiempo, que su destino había sido similar al de muchos otros narradores bisoños de la década pasada, quienes luego de un primer libro sin mucha fortuna decidían refugiarse en el silencio. Pero no fue así: Page abjuró de esos relatos iniciales y se dedicó a la lectura de autores que lo guiasen por un camino más personal y verdadero. Buscó su propia mirada y la encontró. Su nuevo conjunto de cuentos, Todo termina esta noche, es el feliz resultado de esa persistencia y de ese hallazgo.
La impresión que produce la lectura de estos cuentos de Page es que estamos ante un autor que ha desarrollado un profundo entendimiento de las emociones e impulsos humanos, de los laberintos y trampas de lo cotidiano, de aquello que los menores gestos y hechos ocultan y es inevitable desencadenante de la tragedia. Es decir, de todo eso que para ser descrito con toda su complejidad requiere de una aguda sutileza. Page maniobra este recurso con acierto y cuidado, consiguiendo que los siete cuentos que conforman su libro alcancen un nivel bastante meritorio. Sorprende la regularidad del conjunto, así como la pericia con el que está estructurado, a partir de temas, personajes y atmósferas comunes que le otorgan una apreciable cohesión.
Buena parte de las historias de Page consisten en presentar relaciones humanas de distinto tipo, cuya auténtica naturaleza se revela en una coyuntura en la que el deterioro o lo tanático imponen su dominio. Así sucede en el notable “Patrimonio”, donde un padre gravemente enfermo y su hijo escritor arreglan las heridas del pasado mientras están varados en la orilla de una carretera polvorienta y rodeada de desechos; o en “Cosas que nunca te dije”, protagonizado por un hombre de mediana edad en plena decadencia que fracasa en el último intento de recomponer su vida; similares características tiene también “Anzuelos”, en el que el conflicto entre un padre y su pequeño hijo se configura en un duelo entre la culpa inocente y la muerte, cuyo saldo es el fin de las certezas más arraigadas de nuestra infancia y el comienzo de la duda y de la realidad como un paisaje difuso e impenetrable. Mención aparte merece el que, en mi opinión, es el mejor cuento de este volumen: “Escritura creativa”. Page ausculta y define con solvencia el fracaso literario a través del personaje principal, Vilas, quien prácticamente ha dejado a un lado su carrera de escritor para imbuirse en trabajos alimenticios. El encuentro con una mujer que todavía posee el fuego creador y vital que él ha perdido lo forzará a afrontar y aceptar sus irreversibles derrotas y carencias.
Todo termina esta noche es, más que un muy logrado libro de cuentos, la segunda oportunidad que Johann Page se planteó para dejar atrás una escritura cosmética y vacía y poner sobre la mesa sus verdaderos intereses y obsesiones. Puedo decir desde aquí que aprovechó muy bien esa chance. Un nuevo escritor, más maduro y sólido, está entre nosotros.
Fuente: Peru21 / Lima, 7 de agosto de 2015