EDITORIAL
Hay datos que estremecen. Enterarse, por ejemplo, que niñas entre cinco y catorce años en todo el mundo dedican un 40% más de tiempo que los niños de su edad a tareas domésticas no remuneradas; y que eso equivale a 160 millones de horas adicionales. Eso significa menos tiempo para ser niñas, es decir, para jugar, hacer amigos y hacer cosas gratuitas que le devuelva placer.
Este problema no se resuelve conforme van creciendo, por el contrario, empeora. Hay más de 600 millones de niñas adolescentes en el mundo y al llegar a esa edad, según cifras de Unicef, dedican ya no un 40% sino un 50% de tiempo más que los niños cada día a tareas domésticas.
Además, si situamos el problema en el Perú, son cerca de 400 mil adolescentes de nuestras zonas rurales que no terminan la secundaria o que lo hacen tardíamente. Por si fuera poco, según cifras del Ministerio Público previas a la pandemia, entre los trece y los diecisiete años suelen ser objeto de trata de personas. Más del 50% de las víctimas de trata están en esa edad.
Los problemas de las niñas no terminan allí. Según Unicef, alrededor de 640 millones de niñas han sido obligadas a casarse antes sus 18 años. María Emma Mannarelli nos recuerda que mujeres ilustres como Mercedes Cabello, Teresa González y María Jesús Alvarado a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, consideraban el matrimonio por conveniencia como un acto corrupto y síntoma de la debacle de la república. Señala que los matrimonios «arreglados» fueron comunes durante la colonia y no se detuvieron después de nuestra independencia.
Recientemente ha vuelto a ponerse en primer plano el tema de los embarazos infantiles que, según las estadísticas, son por lo general producto de violaciones dentro de su propia familia. El Ministerio de Salud señala que cada día, cuatro niñas entre 10 y 14 años se convierten en madres víctimas de abusos sexuales. Como resultado de este hecho, en lo que va de este año, suman cerca de 900 nacimientos.
Desde 2012, las Naciones Unidas declararon el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña, en el afán de crear algo más de conciencia sobre la situación de las niñas en todo el mundo. En ese objetivo, a la educación le corresponde un rol demasiado importante como para no sentirse implicada en el problema.
Los niños y niñas que hoy están en las aulas serán adultos después y tomarán la posta en la conducción del Estado y en la tarea reconfigurar la sociedad. Los que tenemos la responsabilidad de educarles necesitamos formarlos en una mentalidad distinta a la que exhibe hoy un sector de la sociedad e incluso de las instituciones públicas, que rompa ataduras con prácticas y creencias propias del feudalismo, para que no se siga considerando el maltrato, el abuso y la discriminación un destino inexorable y natural a su condición de mujeres.
Comité Editorial
Lima, octubre de 2023