Edición 59

La educación presencial puede esperar, primero garanticemos la vida

Es urgente privilegiar la vida afectiva, escuchando y canalizando sentimientos, emociones, necesidades y demandas de los estudiantes y padres de familia

Print Friendly, PDF & Email

Arturo Portilla Valdivia | EDUCACCIÓN

Ante la gravedad e incertidumbres generadas por el Covid-19, son razonables y pertinentes las declaraciones del Presidente Vizcarra, en el sentido de que no se reiniciarán las clases escolares presenciales en el mes de mayo y que es totalmente incierta e imprevisible la fecha de reincorporación física de los estudiantes a sus respectivas aulas, puede ser junio, julio … no se sabe, el inicio de las clases presenciales ha sido postergado indefinidamente; por lo que se prolongarán las clases virtuales a través del programa “Aprendo en casa” hasta que las condiciones permitan abrir físicamente las puertas de las instituciones educativas (Escenario A), con la posibilidad de que el 2020, la educación a distancia sea la modalidad para desarrollar el año académico (Escenario B); por lo que deberían alistarse las estrategias, los presupuestos respectivos y las ganas, para ambos escenarios:

Escenario A, reinicio de sesiones de aprendizaje presenciales en algún momento del año. Implica pensar en la incorporación de más docentes y personal de servicio, ya que no deberían estar juntos en un aula grupos numerosos de estudiantes como hoy ocurren en muchas escuelas y colegios. El número de estudiantes por aula dependería del tamaño de la infraestructura, para que puedan guardar la distancia mínima de un metro entre ellos. Asimismo, anticipar que no bastarán los fondos ya previstos para los kits de limpieza para cada institución educativa pública, pues habría que agregar los montos necesarios para adquirir termómetros digitales infrarrojos si la situación amerita.

Escenario B, extensión de la educación a distancia durante todo el 2020. Ha sido acertado el anuncio de que se proporcionarán Tablet con internet móvil a los estudiantes de áreas rurales y zonas urbanas más pobres y a los respectivos docentes, que sin ser la panacea, reducirá en algo la gran desigualdad entre las escuelas urbanas y las rurales, entre las privadas y las públicas y en el caso de las tecnología de información y comunicación, servirá para disminuir la brecha digital actual; pues el programa de “Aprendo en casa” tal como se desarrolla, está profundizando los abismos históricos  existentes, ya que no todos los estudiantes están accediendo plenamente a dicho programa.

Incluso, existen colegios públicos que aún no han terminado de realizar la matricula respectiva y tienen dificultades para establecer contacto entre docentes y los estudiantes a su cargo. Al respecto, un director de una institución educativa ubicada en el corazón del distrito de Arequipa, mencionaba que los profesores están llevando adelante el programa “Aprendo en casa”, pero pese a sus esfuerzos, aún no han podido establecer contacto con el 40 % de sus estudiantes. Allí se tiene un vacío pendiente de solucionar y podría hacerse con apoyo de los municipios y del Comando Covid.

Los estudiantes han recibido felices el contacto virtual con sus maestros y compañeros, los docentes también tienen toda la pasión y compromiso con su profesión, la más humana y humanizante; muchos empujados al mar agitado de las tecnologías sin saber nadar, pero su vocación les está permitiendo, con diversos grados de dificultad, interactuar virtualmente con los actores más importantes: estudiantes y sus familias.

Sin embargo, la carga administrativa, por la cantidad y frecuencia de informes que tienen que elaborar para satisfacer exigencias burocráticas, complica la situación, sobre todo ahora donde más que nunca se debe privilegiar lo pedagógico y no los informes burocráticos. Éstos elevan los grados de tensión de los maestros, muchos de ellos con sus hijos en colegios de gestión privada que los inundan de tareas básicamente en el aspecto cognitivo, ante la frustración de los docentes en su rol de padres pues no pueden dedicarles el tiempo que sus vástagos reclaman. Imaginémonos una familia en la que ambos esposos son maestros con uno o más hijos y una sola computadora en casa. No obstante, hay optimismo y esperanza por responder a los desafíos actuales.

A continuación, sin pretender agotar el tema, puntualizamos algunas reflexiones adicionales, a modo de sugerencias, para la educación a distancia en esta emergencia:

  • “Educar es acompañar a una persona en el proceso de generar estructuras propias internas, cognitivas y socioemocionales, para que logre el máximo de sus potencialidades”[1], sin embargo, perdura el énfasis en lo cognitivo, soslayando lo socioemocional; hoy, es urgente bajar el volumen y las revoluciones de lo cognitivo y privilegiar la vida afectiva, escuchando y canalizando sentimientos, emociones, necesidades y demandas de los estudiantes y padres de familia, que bastante lo necesitan y, paralelamente, fortalecer los valores establecidos en el CNEB.
  • Revisar el CNEB y elaborar un currículo para la emergencia, este no es un año normal y no se puede exigir cumplir en toda su extensión el currículo establecido presionado a estudiantes, docentes y sus familias haciéndonos los ciegos y sordos ante la trágica situación que estamos pasando. Es oportunidad para convertir el contexto en contenidos curriculares priorizando lo socioemocional.
  • Difundir resultados periódicos del porcentaje de estudiantes que acceden plena y satisfactoriamente al uso de la plataforma educativa virtual del MINEDU, ya sea en su computadora o en las Tablet que se entregarán.
  • Mejorar la coherencia entre los mensajes que se brindan a través de la televisión y la radio con los emitidos a través de internet del programa “Aprendo en casa”; y aumentar o coordinar la producción de programas televisivos nacionales que desarrollen sesiones basado en proyectos de aprendizaje, para no exagerar con videos atomizados en una sola área y que no respondan a nuestro contexto.
  • Abaratar los costos de la educación a distancia, coordinando e intercambiando potencialidades, esfuerzos y experiencias entre la educación pública y privada, debiendo esta última, previo diálogo entre propietarios y padres, reducir significativamente la pensiones escolares y en casos que sea necesario, el Estado debería subvencionar las IIEE privadas, siempre y cuando no exista lucro para los dueños, los sueldos de los maestros no sobrepasen los haberes de la escala estatal y se garantice el buen servicio de la totalidad de IIEE públicas; así como facilitar el traslado a IIEE estatales, de los estudiantes de familias que así lo decidan.
  • Ejecutar un programa virtual de capacitación en TIC a los (as) docentes, pues existe una gran heterogeneidad en el dominio de estas herramientas, siendo conscientes que la educación remota no podrá reemplazar la riqueza de las clases presenciales de una educación humanista.
  • Canalizar la participación de los docentes a través de sus organizaciones, órganos de participación, asociaciones sin fines de lucro como Foro Educativo p.ej. y la sociedad civil en general, para generar, acompañar y evaluar las políticas educativas respectivas.
  • Disminuir la presión por atiborrar con labores administrativas a los docentes y directores, que no solo estresan a los maestros sino también a los estudiantes y los padres de familia, cuando se prefiere la cantidad de conocimientos “a transmitir”, sacrificando la calidad formativa.
  • Hoy más que nunca el rol del maestro como acompañante, se hace imprescindible, a través del diálogo freyriano virtual (Fe, confianza y amor) con sus estudiantes y padres de familia, para acompañarlos a superar con éxito esta tempestad.

Lima, 4 de mayo de 2020

[1] Currículo Nacional de Educación Básica-CNEB, p. 5. Los subrayados son nuestros.

Arturo Portilla
Doctor en Educación obtenido por unanimidad y felicitación pública en la UNSA, Diploma de Segunda Especialidad en Políticas Educativas y Desarrollo Regional y Diploma de Estudios en Población, ambos en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido Profesor Principal y Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación en la UNSA y Formador Tutor de la Universidad Marcelino Champagnat en convenio con el MINEDU. Asociado de Foro Educativo, Socio fundador y Expresidente del CEDER (Centro de Estudios para el Desarrollo Regional), Primer Decano del Colegio de Profesores de Arequipa.