Edición 1

La estrategia del Buen Inicio del Año Escolar en la vitrina

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Kimberly Alarcón Rojas

La estrategia del Buen Inicio del Año Escolar:
una (nueva) Buena Práctica para afrontar una antigua necesidad

El Buen inicio del Año Escolar es una estrategia del Ministerio de Educación que se implementa desde el año 2012 y tiene como objetivo lograr que los estudiantes del país inicien las clases en las escuelas públicas en condiciones óptimas que favorezcan el logro de sus aprendizajes. No solo busca el alineamiento institucional con dicho fin dentro del Ministerio de Educación, sino también la articulación sectorial entre las diferentes instancias de gobierno. Poner en práctica esta estrategia para atender una histórica necesidad de los estudiantes, ha significado empezar a romper esquemas y viejos hábitos de gestión pública -todavía bastante enraizados- poco enfocados en la eficacia y el logro de resultados oportunos, a fin de superar el estilo de trabajo desarticulado y de corto plazo. La tarea no ha sido sencilla y en estos tres años de implementación ya se cuentan varias lecciones aprendidas que se convertirán en insumos para la mejora el año 2015.

El 2014 la estrategia estuvo compuesta por 10 elementos: matrícula oportuna y no condicionada, materiales distribuidos oportunamente, docentes contratados, mantenimiento preventivo de locales escolares, formadores y acompañantes contratados oportunamente, plan anual de trabajo para la mejora de los aprendizajes realizado y escuelas acogedoras. A estos 7 componentes se sumaron 3 estrategias transversales: articulación territorial, asistencia técnica a gobiernos regionales, y estrategia comunicacional y de participación ciudadana.

En esta tercera experiencia se implementaron algunas mejoras que partieron del análisis de las dos versiones anteriores: se buscó fortalecer la relación intergubernamental y la asistencia técnica a los gobiernos regionales, así como el seguimiento y monitoreo de las componentes de la estrategia. Los esfuerzos para fortalecer el monitoreo implicó la coordinación al interior del Ministerio para realizar un levantamiento de información el primer día de clases con toda la rigurosidad que las limitadas condiciones presupuestales permitían. El 10 de marzo de este año se recogió información en 1882 instituciones educativas públicas urbanas de los tres niveles educativos a nivel nacional sobre la distribución de materiales educativos, la asistencia docente y estudiantil a la escuela, el avance del mantenimiento preventivo, la realización del plan anual de trabajo y la afiliación al Sistema Especializado en Atención de Casos sobre Violencia Escolar (SiSeve).

Este primer levantamiento de información permitió conocer que el 94,3% de las II.EE urbanas a nivel nacional iniciaron el año escolar el día 10 de marzo, de acuerdo a lo que estaba previsto, pero que más del 21% de los alumnos no asistieron a sus centros educativos en ese primer día de clases. Esto puede deberse a la concepción todavía arraigada de que “el colegio nunca empieza el día que se anuncia”. Esta antigua idea sobre el inicio de clases es uno de los principales fantasmas que la estrategia de Buen Inicio pretende derrotar para garantizar el mayor aprovechamiento de las horas lectivas asignadas: 900 en inicial, 1100 en primaria y 1200 en secundaria, una tarea que implica el compromiso no sólo del Estado sino también de la sociedad en su conjunto.

En julio de este año la organización civil “Ciudadanos a Día” [1] reconoció al Ministerio de Educación con el “Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública” [2] en la categoría de “Sistemas de Gestión Interna” por la estrategia del Buen Inicio del Año Escolar. Este premio pone en palestra al Ministerio de Educación y significa un respaldo a los esfuerzos realizados en favor de más de 6 millones de estudiantes de las escuelas públicas del país [3], además de ser un aliciente para continuar con el trabajo articulado dentro del sector y con criterios de eficacia. El reconocimiento como Buena Práctica en Gestión Pública es un espaldarazo y voto de confianza a las acciones emprendidas desde el 2012 y a la capacidad de creer que una gestión eficaz de la educación es posible mirando la complejidad del sector y atreviéndose planear y, sobre todo, a actuar.

Este premio coloca al Buen Inicio del Año Escolar frente a un nuevo reto y con mayores expectativas sobre su implementación y resultados: superarse a sí mismo en un contexto electoral y de renovación de autoridades a nivel regional y local. No suena fácil, pero ¿cuándo lo verdaderamente importante ha sido fácil de conseguir? Garantizar el derecho a una educación de calidad es una tarea pendiente y lo seguirá siendo en tanto no se trabaje lo suficiente para que el Estado se soporte en instituciones y no sobre personas [4].

He ahí la importancia de la visibilización y la institucionalización de esta estrategia. Para que la sociedad empiece a adoptar una nueva imagen de los inicios de clases necesita experimentar y ser parte de los cambios y de la mejora. A ese objetivo, una estrategia como ésta, desde su componente comunicacional y de participación ciudadana, así como desde su componente de relación intergubernamental, aporta fuertemente para el cambio de modelos mentales, tanto de familia y estudiantes como de las autoridades regionales y locales.

Este proceso de institucionalización de la estrategia es largo pero poco a poco se van dando los primeros pasos hacia esa meta. Lógicas como la del Buen Inicio del Año Escolar deben convertirse en nuevos hábitos que poco a poco destierren a los antiguos y así logren vencer la inercia de escuelas que empiezan tarde las clases, con estudiantes y docentes ausentes y sin las condiciones materiales necesarias. Siendo que el problema de los bajos niveles educativos es multicausal, paulatinamente se están abriendo caminos para empezar a saldar deudas anteriores que constituían un lastre para la mejora educativa.

Haber implementado esta estrategia por tres años consecutivos es de por sí, un buen inicio en ese sentido. Ahora hay que ir por más, porque aún queda un largo camino por recorrer y porque hacerlo será menos difícil y menos tenso si se mantiene firmemente en la mente de todo funcionario público, vinculado al sector, el fin último de todas sus funciones: mejorar los logros de aprendizaje de los estudiantes del país.

Autor: Kimberly Alarcón Rojas
Fotografía (c) Ministerio de Educación-Prensa

Notas

[1] Ver http://www.ciudadanosaldia.org
[2] Ver http://www.premiobpg.pe/es/
[3] Dato tomado de ESCALE (Estadística de la Calidad Educativa) en base al censo escolar 2013. Consultar: http://escale.minedu.gob.pe/magnitudes-portlet/reporte/cuadro?anio=17&cuadro=267&forma=U&dpto=&dre=&tipo_ambito=ambito-ubigeo
[4] Esta es una nota sobre un comentario del Dr. Henry Pease sobre el Estado y la democracia peruana.

Kimberly Alarcón Rojas
Politóloga, egresada de la Maestría en Gestión de la Inversión social, cuenta con experiencia en gestión pública y planificación, seguimiento y evaluación de programas. Ha trabajo en la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria y en el Ministerio de Educación del Perú como especialista en Alta Dirección y en otras áreas asumiendo roles de supervisión, seguimiento y evaluación. Ha trabajado en el Instituto Metropolitano de Planificación como analista político, y el Jurado Nacional de Elecciones como coordinadora regional en Junín y Lima Provincias. Actualmente es consultora asociada de Enacción SAC y responsable de la línea de monitoreo.