Edición 64

La pedagogía de la pregunta

La elaboración de preguntas sólidas y con horizonte es un elemento crucial para una retroalimentación reflexiva. A eso nos ayuda la pedagogía de la pregunta.

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Kristel Oyola | EDUCACCIÓN

Dictando una clase a un grupo de docentes sobre Planificación Curricular, salta la pregunta: ¿cuál es la secuencia didáctica ideal para desarrollar competencias? Mi respuesta automática fue pedirles evaluar conjuntamente cuáles se alinean a los marcos del sistema y las necesidades de sus escuelas. Luego tomé nota de la primera intervención en la pizarra de la plataforma — A través de las cámaras web pude observar que todos empezaron a copiar lo que se escribía. Asimismo, era bastante evidente que estaban a la espera de mi comentario final. Entonces, inicié una ronda de preguntas: ¿Esa secuencia es viable para todos los grados? ¿Por qué? ¿Para todos los niveles? ¿Por qué? ¿Creen que necesitamos realizar algunas diferencias? ¿Por qué? ¿Qué otros elementos marcan la diferencia en la secuencia? ¿Por qué? Fue ahí que se reanudó el debate. Finalmente, concluimos que no había una secuencia didáctica única perfecta, porque esta debía considerar factores particulares de cada realidad y necesidades de aprendizaje de los estudiantes.

La historia que acabo de describir es bastante común en nuestros espacios formales de aprendizaje: el aprendiz requiriendo una respuesta única y una maestra brindando una respuesta asumida como absoluta.

Entre el dogma y la razón

Lamentablemente, en los espacios formales de educación aún existe una fuerte tendencia a asumir que el profesor posee la verdad y que ésta debe ser transmitida al aprendiz; que el rol del docente es enseñar y del estudiante es aprender. Tal como lo describo en la historia, es bastante evidente que se esperaba que “Yo, la maestra” diera la respuesta; sin análisis, ni crítica y no que esta respuesta fuera construida en conjunto a partir de los conocimientos de los estudiantes. Terrones, en un Tedx Talk llamado “¿Que hace a un profesor genial?”, respondía a esa pregunta señalando que el amor por aprender convierte a un profesor en genial. Señaló también como más importante aún que los aprendices sean testigos del rol de aprendiz del profesor. Es decir que, en este intercambio de roles, el profesor aprenda de los aprendices.

Los docentes debemos entrenar a nuestros estudiantes en estas construcciones conjuntas de conocimientos, entre ellos y nosotros y entre ellos mismos. Debemos, además, perder el temor de involucrarnos en el proceso de aprendizaje con nuestros estudiantes; evidenciando que, a pesar de nuestra mayor experiencia, se aprende de cada contexto, cada experiencia y cada persona.

¿Por qué nuestras escuelas promueven la idea de roles estrictos y rígidos de estudiantes y maestros? ¿Acaso seguimos sumidos en una cultura de sumisión y silencio, en la que el estudiante solo es un actor pasivo en su propio proceso de aprendizaje? Una de las razones de esta situación es que el sistema educativo formal exige el cumplimiento de tiempos, documentos y procesos, burocratizando el aprendizaje. Estos factores nos han llevado a enfocarnos en nuestra función administrativa dejando de lado la función más importante, la pedagógica. Esta realidad afecta directamente al estudiante, pues lo deja sin espacio para reflexionar sobre el conocimiento y sus procesos.

El rol del docente es implementar cambios que promuevan la reflexión en los estudiantes durante todo su proceso de aprendizaje, provocando que la curiosidad se incremente y se convierta en el motor que lo lleve a la autonomía. La meta ideal sería lograr estudiantes reflexivos y autónomos que de manera natural sigan su curiosidad, preguntándose el porqué de todo. Platón afirmaba que todo comienza con la curiosidad. Es este el elemento fundamental que debe provocarse y hacer emerger en cada una de las sesiones.

Foto: Orquideatech

El poder de la pregunta

Zuleta señala que lo primero que deberíamos aprender los maestros es a preguntar, ya que la razón de preguntar consiste precisamente en dejar al descubierto la posibilidad de discutir sobre el sentido de lo que se pregunta. Es importante admitir que, para los docentes que no hemos sido formados en la línea de la curiosidad y la reflexión, nos crea un gran conflicto el elaborar preguntas que lleven a los estudiantes a pensar antes que a recordar. Por ello, necesitamos entrenarnos en este rol para ser capaces de explotar al máximo las reflexiones de nuestros estudiantes; recae entonces una gran responsabilidad en los docentes: elaborar preguntas con sentido y horizonte.

Un elemento importante, además de la elaboración de buenas preguntas, es la interacción durante el proceso de reflexión. Vigotsky indicaba que la colaboración —que incluye la comunicación mutua, el desacuerdo y la negación— puede maximizar el progreso cognitivo. Si la reflexión es exclusivamente individual no existe conflicto; el conflicto se da cuando en la interacción hay desacuerdos y estos desacuerdos te llevan a reflexionar y evaluar tus conocimientos y el del otro. Este ejercicio logra el desarrollo de procesos cognitivos de alta demanda, pieza clase del aprendizaje bajo en enfoque por competencias.

Según el currículo nacional: “Ser competente supone comprender la situación que se debe afrontar y evaluar las posibilidades que se tiene para resolverla. Esto significa identificar los conocimientos y habilidades que uno posee o que están disponibles en el entorno, analizar las combinaciones más pertinentes a la situación y al propósito, para luego tomar decisiones; y ejecutar o poner en acción la combinación seleccionada” (p.29). Para evaluar posibilidades, conocimientos y habilidades disponibles, es necesario que los estudiantes hayan sido entrenados en el proceso reflexivo, el mismo que lo llevará a elegir de manera pertinente la opción más válida. Freire señala que “las preguntas ayudan a iniciar procesos interactivos de aprendizajes y solución de problemas, lo mismo que mantenerlos hasta cuando se logran los objetivos y se planteen nuevos problemas y nuevas situaciones de aprendizaje en este continuo trasegar que es la vida”.

El proceso reflexivo ayuda a desarrollar el pensamiento divergente, que implica la capacidad de proponer diferentes soluciones a un mismo problema, es decir, que lo lleva al terreno de la adaptabilidad y la creatividad. Asimismo, el estudiante que es entrenado en el hábito de la reflexión va a ser capaz de identificar por sí mismo sus errores, corregirlos (o encontrar el soporte necesario para corregirlos) e intentarlo nuevamente. Todo lo anteriormente descrito va a permitir que el estudiante logre la autonomía necesaria para ser un ciudadano y profesional competente para el mundo.

Dewey nos dice que “no aprendemos de la experiencia, sino de reflexionar de la experiencia”.  Es por eso que nuestras escuelas deben promover la reflexión para posibilitar a nuestros estudiantes alcanzar esta calidad de aprendizajes. Darnell refuerza la importancia de la reflexión cuando afirma que el proceso de aprendizaje es “Input-Process-Output-Reflect”, quiere decir, obtengo el conocimiento, lo proceso, lo utilizo y reflexiono sobre el mismo.

Es importante resaltar el hecho que la reflexión podrá llevarse a cabo solo si las preguntas que se formulan requieren de evidencia y razonamiento para poder emitir un juicio. Por el contrario, si las preguntas conllevan a una sola respuesta, entonces, estaríamos enfocándonos probablemente en el conocimiento impartido, sin lograr realmente hacer uso de un pensamiento crítico reflexivo en los estudiantes.

La vigencia de Sócrates

Richard (2002) comparte en su libro “The foundation for critical thinking”, algunos lineamientos para promover el pensamiento crítico en los estudiantes a partir de las 6 preguntas socráticas, las cuales se basan en cuestionar las diversas relaciones existentes de la disciplina que se está aprendiendo.  El enfocarse en estas relaciones y en la autoevaluación nos lleva a desarrollar el cuestionamiento socrático. Si bien es cierto Sócrates no nos dejó algún método de enseñanza, él promovía la construcción del conocimiento a través de cuestionamientos; no daba respuestas, solo preguntas. Sócrates aseguraba que él no enseñaba, el solo provocaba que las personas pensaran.

Tal como Sócrates, las escuelas del siglo XXI deben provocar que el estudiante sea un constante pensador en búsqueda de respuestas construidas a partir de su propio razonamiento; para ello, el docente debe adoptar un rol de acompañante, haciendo seguimiento a las respuestas y preguntas que surgen entre los estudiantes, lo que permite avanzar y profundizar la discusión. Para ello, los docentes no debemos olvidar lo siguiente:

  • Estar siempre enfocado en el conocimiento que se desee profundizar. Evitar desviarse del tema, aquí es de gran importancia el seguimiento y conducción del docente durante el debate.
  • Establecer protocolos de intervención, que permita una discusión alturada y organizada sin desmotivar la participación.
  • Tomar notas visibles de lo que se concluye durante el debate.
  • Fomentar entre los estudiantes la elaboración de preguntas exploratorias.
  • Involucrar a la mayor cantidad de estudiantes.

Considerando que existe una gran necesidad de formar ciudadanos competentes para el país y el mundo, una reflexión estimulada a través de las preguntas socráticas podría ser una llave que nos permita abrir mentes en nuestras aulas.

SEIS TIPOS DE PREGUNTAS SOCRÁTICAS

Adaptado de: http://www.eduteka.org/pdfdir/PreguntasSocraticas.pdf 

Lima, 5 de octubre de 2020

REFERENCIAS

Teaching Channel (s/f). Popcorn share: Generating rapid-fire ideas. Recuperado de https://learn.teachingchannel.com/video/student-participation-popcorn-share

Edunators. THE IMPORTANCE OF REFLECTION IN EDUCATION. https://www.edunators.com/becoming-the-edunator/step-6-self-care-reflection-for-learning/the-importance-of-reflection-in-education

Zuleta, O. (2005). La pedagogía de la pregunta. Una contribución para el aprendizaje. Educere, 9(28),115-119. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=356/35602822

Freire, P. y Faundez, A. (2013). Por una pedagogía de la pregunta. Critica a una educación basada en respuestas a preguntas inexistentes. Siglo XXI. Disponible en: https://aprendizajesparalelos.files.wordpress.com/2016/08/paulo-freire-y-antonio-faudez-por-una-pedagogia-de-la-pregunta.pdf

Richard, P. y Linda, E. (2002). El Arte de Formular Preguntas Esenciales. Basado en Conceptos de Pensamiento Crítico y Principios Socráticos. Disponible en: https://www.criticalthinking.org/resources/PDF/SP-AskingQuestions.pdf

Eduteka (s/f). Enseñanza Socrática. Disponible en: http://www.eduteka.org/pdfdir/PreguntasSocraticas.pdf

 

Kristel Oyola Carrión
Evaluadora Asociada del Centro de Diseño, Evaluación e Investigación de la Educación en la Universidad de Michigan. Gerente general de FUNGLISH PERU. Gestora Educativa con experiencia en implementación de proyectos a gran escala basado en el uso de metodologías activas. Amplia experiencia como consultora educativa para las direcciones de Educación Básica Regular, Innovación Tecnológica en la Educación, Promoción del Bienestar y Desarrollo Docente, y Educación Secundaria del Ministerio de Educación. Fue parte del equipo elaborador del Programa para el Área de Inglés del Currículo Nacional 2016. Con maestría en Estudios Educativos con especialización en Evaluación de Programas y Mejora de la investigación en la Universidad de Michigan; así como estudios de maestría en Diseño y Gestión Curricular e Innovación del Aprendizaje en la UNIFE. Especialización en Liderazgo en la Innovación y Mejora Educativa en la Universidad de Michigan.