Las batallas del nuevo año

No todo encontrará solución óptima y definitiva en el corto plazo, pues hay que arrancar hierba de raíces muy profundas, esa que tiende a volver a crecer con obstinación. Pero hay que empezar.

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EDITORIAL

El principio es la mitad del todo decía Pitágoras, convencido de la importancia decisiva del buen comienzo de cualquier emprendimiento. En un tono más oscuro, la abuelita solía decir lo mismo: lo que mal empieza, mal acaba. Y no les falta razón.

En las instituciones educativas, en general, el inicio de un nuevo año suele encararse de manera rutinaria, como la repetición de procesos anteriores. Cuando Peter Senge propuso en 1990 el concepto de organizaciones inteligentes, fue para retar la monotonía de una continuidad irreflexiva y gris en las instituciones, para cuestionar su incapacidad de aprender de su propia experiencia, para adaptarse a los cambios en los escenarios y circunstancias en las que funcionan, para discutir sus hábitos y sus premisas, para reinventarse cuando haga falta.

Desde esta esquina, no queremos que la gestión pública de la educación siga ese camino, sino que sea capaz de formular una agenda de los cambios que deben emprenderse en el inicio de un nuevo ciclo de gestión. Pero no solo los urgentes, que siempre llenarán la lista, aunque no queramos ponerlos en ella, sino sobre todo los más trascendentes, esos que necesitan liderazgo y perseverancia, porque el barco que nos lleve a ellos no verá tierra fácilmente.

Por ejemplo, la necesidad de un plan y una estrategia razonable de implementación del currículo escolar no ha encontrado respuestas claras ni en el 2017 ni en el 2018. Ahora que se incluye a la secundaria en el proceso, urge más que nunca un planteamiento claro que explique qué se hará desde el Estado para darle viabilidad en las aulas. No esperamos una propuesta que se limite a la producción de normas, materiales y capacitación en cascada, porque esa fórmula se ha utilizado hasta el cansancio desde hace dos décadas, con resultados lamentables. Necesitamos planteamientos innovadores que recojan las lecciones aprendidas de veinte años de reformas curriculares en América latina.

Por ejemplo, la necesidad de un sistema de evaluación cualitativa de los aprendizajes escolares, coherente con el enfoque de competencias y de naturaleza eminentemente formativa, tampoco ha encontrado respuestas, más allá de lo que ya señala el propio currículo. Se ha generado un debate estéril sobre el sistema de calificación, mejor dicho, sobre los símbolos que utilizaría ese sistema, desviando la atención de la opinión pública de los temas de fondo. No esperamos una propuesta limitada a los códigos, numéricos o alfabéticos, que simbolicen un determinado nivel de logro. Necesitamos procedimientos claros para identificar, describir, valorar y comunicar esos niveles, teniendo en cuenta la variedad de aprendizajes comprendidos al interior de cada competencia.

Por ejemplo, la necesidad de una gestión eficiente de los procesos de implementación curricular, que sea descentralizada, que responda a las necesidades de cada territorio, que desburocratice los procedimientos, que articule las intervenciones, que recoja e incluya las experiencias de buenas prácticas que han venido surgiendo en las regiones, también requiere respuestas que se incluyan en la agenda del buen inicio del 2019. No esperamos un planteamiento que suponga, como ha sido la tradición hasta hoy, la movilización de una sola oficina, como si los aprendizajes fuera el negocio de una sola área y solo uno en medio de otros de la misma importancia.

La lista, naturalmente, puede ser más larga. En esta edición vamos a abordar estos y otros temas igualmente importantes, en la esperanza de aportar en algo al buen inicio de este año escolar. No todo encontrará solución óptima y definitiva en el corto plazo, pues primero hay que arrancar hierba de raíces muy profundas, esa que tiende a volver a crecer con obstinación. Pero ya Lao-Tse había dicho, seiscientos años antes de Cristo, que un camino de mil millas comenzaba con un primer paso. En varios casos, ese primer paso es el que no pude seguir haciéndose esperar.

Lima, 11 de febrero de 2019
Comité Editorial