Iván Montes Iturrizaga | EDUCACCIÓN
Los medios de comunicación nos muestran, día a día, que buena parte de la población no respeta las indicaciones que han emanado del Poder Ejecutivo en forma de decretos de urgencia. Tampoco, parecen seguir muchas de estas personas las recomendaciones del Ministerio de Salud y de la Organización Mundial de la Salud. Pero, ¿qué es lo que pasa por la cabeza de estas personas?, ¿cómo hacer para que acaten y permanezcan en sus casas?, ¿qué es lo que los lleva a desafiar a la autoridad?, ¿por qué subestiman la pandemia por el COVID 19?
Bueno. Estas y otras preguntas son ámbitos no de la medicina, sino más bien, de la psicología, la sociología, la antropología y de otras ciencias sociales. Es más, podríamos afirmar que, bajo un enfoque comprensivo de la salud pública, tendrían que actuar en conjunto muchas ciencias para garantizar que la población acate estas medidas de aislamiento social, cuarentena, higiene y el mismo “toque de queda”. Por tanto, los psicólogos (por poner un ejemplo) no solo están preparados para contener emocionalmente a los pacientes y a los profesionales de salud. Quizá, esta visión poco versada no les permite ver que la gente hace lo que hace o no hace lo que debe hacer por una serie de pensamientos (“todos nos vamos a morir algún día”), creencias irracionales, atribuciones externas (“si me enfermo es porque Dios así lo quiere” o “si me toca me toca”) y actitudes individualistas (“es mi vida y si me enfermo es mi problema”), entre otros fenómenos que son las causas de nuestras conductas.
Sin embargo, las intersecciones entre las diferentes ciencias sociales (y humanas) nos podrían dar las claves significativas para manejar las cosas de mejor manera. Nadie pude negar la excelente disposición, sinceridad y rápidos reflejos del presidente Martín Vizcarra; todo un ejemplo para el mundo a pesar de nuestras limitaciones económicas. Pero, estimamos que hace falta articular mejor las cosas e integrar a los profesionales que más comprenden las regularidades psicosociológicas – antropológicas de nuestra población. En fin. No es que vamos a cambiar de la noche a la mañana estas problemáticas. Pero sí, se puede hacer algo más desde estos ámbitos para enfrentar a los múltiples desafíos que hoy enfrenta nuestro gobierno.
Mención aparte merecen las colas interminables para cobrar el bono de los S/. 380 soles. ¿Acaso nadie asumió una actitud más anticipativa para alertar de las aglomeraciones?, ¿no se pensó que es ilógico exponer a los más vulnerables a largas colas para recabar este dinero?, ¿no será mejor aprovechar el toque de queda para repartir este bono de manera domiciliaria?, o ¿no será lo más conveniente generar una base de datos que posibilite que cualquier persona vaya a un agente o banco cualquiera a cobrar su bono? Esto ya estaba cantado y es muy probable que el mar de gentes por recibir el bono, la ayuda alimentaria o los vales sean los espacios para que las esforzadas madres del Perú lleven al virus a sus hogares. He aquí un espacio de intervención de los científicos sociales de la mano con algunas ramas de la ingeniería, la administración y la estadística aplicada. ¡Las decisiones políticas deben de estar acompañadas de acciones profesionales multidisciplinarias más amplias!
Esperamos que se perciba de una vez por todas que en la batalla contra el coronavirus deben intervenir otras ciencias. Esperamos que los cinco millones que serán destinados para investigar al COVID 19 (a través del CONCYTEC) contemplen subvenciones en psicología, sociología, antropología, ingeniería social, optimización de procesos, logística, la educación, prospectiva y en comunicación social en salud, entre otros campos. Esperamos que, al menos, un millón y medio se destinen a estas ciencias y disciplinas mencionadas que, como se puede apreciar, ahora son más que trascendentales para mirar la luz al final del camino. Esperamos que no se vea todo con la óptica exclusiva de la medicina clínica. Esperamos no esperar demasiado.
Lima, 6 de abril de 2020