David Toscana | Letras Libres
Se habla mucho de que el ser humano no ha transformado su esencia en miles de años, pero tenemos muchas diferencias con los antiguos griegos y romanos.
Esta semana escuché a un hombre despotricar en una frutería de Madrid. Era un español con naranjales en Valencia. Se lamentaba de que estaba al borde de la ruina, pues los intermediarios le pagan apenas a veinte centavos de euro el kilo y los precios siguen a la baja por tanta naranja que se importa del norte de África, cultivadas con mano de obra barata y “casi esclava”. Pagué mis aguacates mexicanos y pensé en la antigua Roma. Cuando llegué a casa, fui al nicho de clásicos en mi librero. Ahí me puse a barajar páginas hasta dar con lo que buscaba. Will Durant dice de manera natural que la revolución en Roma del siglo segundo antes de Cristo se debió primeramente a… Leer más