Los de arriba y los de abajo: crónica de una emergencia

En el Perú hay gente, y no es poca, que ya no tiene paciencia. Y no precisamente porque extrañe pedir su plato favorito por delivery, sino porque ya no soporta el estómago vacío

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Andrea Closa | RPP

Lucio no se ha quedado en casa. Sabe que hay estado de emergencia y conoce el pedido del Presidente, pero no se ha quedado en casa. Ha salido por una puerta hecha con pedazos de madera mal cortados, con hueco y sin cerrojo, porque quiere que lo vean antes de que él ya no pueda ver.

Lucio se está quedando ciego. La diabetes que padece, sumada a la falta de atención médica, lo han llevado a disminuir la visión de sus dos ojos. Pero lo dice como quien cuenta algo que sabe que pasará. Algo que ya asumió. Con resignación. A estas alturas, a él, que normalmente vive del reciclaje y ahora no puede trabajar, le preocupa más quedarse sin comer.

Felicitas, en cambio, no ha salido de casa. No ha salido de su cama, siquiera. Quisiera, pero no puede. Lleva un año sin poder. Las piernas no le funcionan. Podría ser artrosis, paraplejia o algún síndrome, pero no lo sabe. Ella cree que es gastritis. Se la diagnosticaron tiempo atrás y es la única información que maneja. No tiene forma de acercarse a un hospital y, claro, pensar en doctores particulares allá, en el asentamiento humano Oasis de Villa, en Villa el Salvador, es una utopía… Leer más