Wilfredo Rimari Arias | EDUCACCIÓN
El gobierno anunció el inicio de una Nueva Convivencia Social a partir del primero de julio de 2020, dando por finalizada la cuarentena para millones de peruanos. Sin embargo, los primeros días de desconfinamiento la cruda realidad de la aglomeración de personas en el sistema de transporte urbano y en muchos centros comerciales nos devolvieron a la vieja convivencia. ¿Puede cambiar la realidad sin cambios sustanciales en la cultura y en la infraestructura básica de los servicios y en los sistemas de consumo y de producción?
En más de 100 días de confinamiento no se diseñaron ni generaron condiciones fundamentales para la mejora, renovación e innovación en los sistemas de transporte, comercio y otros empleos formales. Ni vino nuevo ni odres nuevos.
¿Qué entendemos por Nueva Convivencia Social?
¿Hay un sentido común sobre lo que significa Nueva Convivencia Social? Creo que no y creo que no hay un esfuerzo del gobierno por aclararlo y plantearlo como un bien al que debemos aspirar y que nos comprometemos en construir. Por mi parte, propongo definir la Nueva Convivencia Social como un Bien Público, como la construcción de espacios de interacción humana, de estilos de vida, de producción y de consumo en los que cuidamos de la salud y la vida de los otros, de nosotros y del ambiente. Una Nueva Convivencia Social amigable con la Vida en todas sus formas y en todos los espacios. Una Nueva Convivencia Social, en el marco de una Nueva Ciudadanía Mundial, comprometida con el Desarrollo Sostenible. Si podemos entenderla todos así, será más fácil construirla.
En realidad, no tan fácil, pero sabremos al menos hacia donde caminar, reorganizándonos y reorganizando todo lo necesario para lograrlo, es decir, nuestras organizaciones, nuestros modos de vida, nuestros trabajos, nuestras normas, nuestra ciencia y tecnología y nuestra educación.
Prioridades en la Nueva Convivencia Social
La Nueva Convivencia Social, en la línea del Desarrollo Sostenible, implica determinar algunas prioridades fundamentales como la Educación, la Salud, el Empleo justo y la CTI (Ciencia, Tecnología e Innovación). Sin apostar por estas condiciones fundamentales, que tienen impacto directo y decisivo en todos los demás aspectos de una vida digna y saludable, es imposible construir una Nueva Convivencia Social.
Sin cambios profundos en nuestras organizaciones, de todo tipo (tanto públicas como privadas), sin cambios en la cultura organizacional, no podemos aspirar a una nueva convivencia. Para conseguirlo un cambio fundamental es la educación, no sólo la que se da en el sistema escolar, sino todos los esfuerzos educativos, formativos, de desarrollo de competencias profesionales y técnicas.
Los maestros: clave del cambio hacia una Nueva Convivencia Social
Sin maestros capacitados y comprometidos con la promoción y construcción de una Nueva Convivencia Social con Desarrollo Sostenible, imposible lograrlo. Ciertamente, no es el único recurso para construirlo, pero sí uno indispensable. La mayor reserva de creación y recreación de cultura de un país, sus maestros, viene siendo sistemática e históricamente descuidada y menospreciada para un objetivo tan importante como construir ciudadanía, para caminar hacia la prometida Nueva Convivencia Social.
La legislación referida al magisterio peruano, así como los innumerables procesos de capacitación implementados en décadas recientes, no han logrado conquistar la voluntad, el alma ni la confianza de los educadores para embarcarse en la aventura de contribuir, desde su trabajo, en la construcción de un Perú mejor. La razón: ha primado el tecnicismo, la copia de modelos no comprobados de efectividad, la improvisación y la falta de pertinencia y continuidad de las políticas educativas y de formación docente. Es tiempo de cambiar de rumbo y de políticas. Es tiempo de basar las políticas docentes en políticas con enfoque humano, de desarrollo sostenible, de construcción de una Nueva Ciudadanía Mundial con Desarrollo Sostenible. Es tiempo de confiar en los maestros y prestarles el apoyo que requieren para cumplir con estas metas. Una Nueva Convivencia Social con vistas hacia una Nueva Ciudadanía sí es posible.
Es inadmisible que mientras se otorgan miles de millones de dólares a las empresas más ricas del Perú, incluso aquellas bajo investigación por actos de corrupción, no se abran préstamos a los docentes para adquirir siquiera una computadora o un kit básico de herramientas tecnológicas para trabajar en tiempos de pandemia y educación a distancia. Antes de la pandemia menos del 30% de docentes tenía equipos de cómputo y acceso a Internet en sus hogares. Urge apoyarlos para acceder a mejores condiciones tecnológicas para realizar su trabajo en el nuevo contexto. Es verdad que los maestros no aportan directamente a la producción de bienes y servicios, pero aporta a la formación de los trabajadores, profesionales y técnicos que hacen posible todo eso y el desarrollo del país. El maestro es también factor de desarrollo estratégico nacional que merece apoyo técnico y financiero para mejorar sus competencias y los medios para cumplir efectivamente su misión.
Una de las profesiones más humanas y humanizadoras trabaja hoy través de la virtualidad. El trato humano directo que hacen posible la educación y el desarrollo humano están limitados por la pandemia. Pero también siguen limitados los derechos que corresponden a un trabajo digno y dignificador como es ser maestro. La inestabilidad laboral, que afecta al 31% del magisterio peruano en el sector público, también constituye un tipo de informalidad que debe resolverse ya. De los 360 mil docentes que laboran en el sector público, 110,836 son contratados[1]. ¿Cuántos docentes más se encuentran en esta condición en el sector privado? Hay, además, no menos de 24 mil docentes en las universidades públicas[2], muchos de ellos con renovación de contratos permanentes, lo que los convierte en víctimas de abuso y manipulación por parte de ciertas autoridades universitarias.
La respuesta para no atender las grandes demandas de una mejor educación pública es la insuficiencia del presupuesto. Lo cierto es que estamos en un momento crítico de nuestra historia para cambiar excusas por proyectos efectivos para financiar y acompañar la mejora de la educación. Urgen mejorar la asignación presupuestal para Educación, Salud, Empleo y CTI. Estamos a tiempo para recibir el 2021 con un presupuesto del 6% del PBI para educación. ¿Qué impide hacerlo? Es una inversión necesaria para el Desarrollo Sostenible y la Nueva Ciudadanía.
Lima, 10 de agosto de 2020
[1] Ver https://bit.ly/2ZDZBrM
[2] Ver INEI, en https://bit.ly/2ZxpPfL