Edición 98

Más allá de Ícaro y Dédalo: re-diseño de la educación con la Inteligencia Artificial

El mito nos recuerda la importancia de usar la tecnología con sabiduría y ética en la educación

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El mito griego de Ícaro y Dédalo es una historia de ingenio, ambición y la tragedia que puede surgir del exceso de confianza. Dédalo, un hábil inventor y artesano, fue encarcelado junto a su hijo Ícaro en el laberinto que él mismo había construido para el rey Minos de Creta. Este laberinto tenía la intención de confinar al Minotauro, una criatura mitad hombre y mitad toro. Deseando escapar de su encierro, Dédalo ideó una solución ingeniosa: creó alas para él y su hijo, utilizando plumas de aves unidas con cera. Antes de su huida, Dédalo advirtió a Ícaro que no volara demasiado cerca del sol, ya que el calor derretiría la cera que mantenía unidas las plumas, ni demasiado cerca del mar, ya que la humedad pesaría las alas. Sin embargo, una vez en el aire, Ícaro se dejó llevar por la emoción de volar y desoyó las advertencias de su padre. Voló cada vez más alto, hasta que el calor del sol derritió la cera de sus alas, causando su caída fatal al mar Egeo.

¿Quién usó mejor la tecnología, Ícaro o Dédalo? Ninguno. Dédalo colaboró previamente con la diosa Pasífae para la concepción del Minotauro, un monstruo que come humanos, mitad hombre y mitad toro. Es decir, actuó sin un criterio ético ni consideró las posibles consecuencias de sus actos. Ícaro, por otro lado, se embelesó con la tecnología, perdiendo el control y sobrepasando los límites establecidos por su padre, lo que resultó en su muerte.

En este artículo quisiera reflexionar sobre cuál debe ser nuestra postura frente a la Inteligencia Artificial en educación para ello quiero tomar como referencia la figura de Ícaro y Dédalo para ejemplificar las posturas existentes frente a la misma y plantear una tercera postura, la del uso de la IA con fines humanísticos. Además, planteo que no se puede enseñar la IA en educación, así como no se puede enseñar en ninguna profesión. Todas las profesiones están invitadas a repensarse y replantear sus cimientos desde la IA. Por lo que aún no hay respuestas claras sobre cómo convivir con ella.

La Imaginación es el Límite

Lo que toca a las entidades educativas es subir el nivel y tocar temas más avanzados gracias al apoyo de la IA. Por ello se puede afirmar que ha llegado el “apocalipsis de las tareas escolares”, puesto que tradicionalmente, las tareas tenían como objetivo lograr el dominio de una determinada operación o contenido mediante la repetición de una serie de actividades en casa o en la escuela. Ahora, la IA puede hacer esto y mejor. Es necesario entender que el humano se está convirtiendo en un cyborg, o ya lo hizo hace tiempo, pero no tomó conciencia. Un cyborg (del inglés cybernetic organism) es un organismo que combina elementos biológicos y tecnológicos, integrando componentes mecánicos, electrónicos o informáticos que amplían o mejoran sus capacidades naturales.

Por ejemplo, un par de lentes que mejoran la visión convierten a la persona en un tipo de cyborg. Algunos de estos implementos se vuelven casi intrínsecos para la sobrevivencia de la persona, como un marcapasos. Es por ello que se necesitan repensar los procesos de evaluación de estudiantes y se deben pensar procesos que incluyan el trabajo conjunto con la IA. De allí que hoy en día cobra relevancia el concepto de co-inteligencia (Mollick, 2024).

Desarrollo de la Co-Inteligencia

Me gusta el concepto de co-inteligencia, entendida como el trabajo armónico e integrado entre la persona y la IA. De manera que no se pueden desligar. ¿Cómo realizar la enseñanza y la evaluación para un ser co-inteligente, es decir, que convive con otra mente muy parecida a la humana? Con tareas mucho más desafiantes de lo que no puede hacer la tecnología ni la persona solas.

El ser humano es mucho más potente con la IA, pero necesita aprender a tomar decisiones y desarrollar juicio profesional o experiencia. Eso no lo puede dar la IA, por lo que las escuelas y universidades deben salir de su burbuja e integrar prácticas con expertos que también están aprendiendo a usar la IA en el trabajo, para que los estudiantes aprendan el dominio de esa manera y con el mismo trabajador aprendan a usarla. Nadie tiene la respuesta sobre cómo ocurrirá y está ocurriendo esa simbiosis. La IA está transformando todas las áreas de la vida humana, no solo los estudios, por lo que el mundo laboral también está siendo transformado.

Mollick (2024) recomienda tener presente estos cuatro principios para desarrollar la co-inteligencia:

Principio 1: Siempre invita a la IA a la mesa.

Utiliza la IA en todas tus actividades siempre que no existan barreras legales o éticas. Experimentar con la IA puede ser útil, frustrante, inútil o desconcertante. Sin embargo, el objetivo es conocer sus capacidades y entender cómo puede ayudarte o potencialmente amenazar tu trabajo. La IA es una Tecnología de Propósito General, por lo que no hay un manual único que explique su valor y límites.

Principio 2: Sé el humano en el bucle.

La IA funciona mejor con la intervención humana, y es importante que seas esa persona que brinda apoyo. Aunque la IA se volverá más autónoma con el tiempo, sigue siendo crucial mantener la supervisión humana. Este principio se basa en la idea de que los sistemas automáticos requieren intervención humana para funcionar de manera óptima.

Principio 3: Trata a la IA como a una persona (pero dile qué tipo de persona es).

En lugar de decir que la IA “piensa” entre comillas, trátala como si realmente pensara. Aunque antropomorfizar la IA puede ser controvertido, es útil para fines prácticos. Define claramente el rol y las capacidades de la IA, estableciendo expectativas claras sobre cómo debería comportarse y qué tipo de “persona” representa en el contexto de su uso.

Principio 4: Asume que esta es la peor IA que usarás.

La tecnología de IA está en constante evolución, y las versiones futuras serán más avanzadas que las actuales. A medida que las nuevas generaciones de modelos de IA se desarrollen, se conectarán al mundo de nuevas maneras, como leer y escribir documentos, producir voz e imágenes, y navegar por la web. Los modelos de lenguaje grande (LLM) se integrarán con herramientas cotidianas como el correo electrónico y los navegadores web, y surgirán “agentes” de IA semi-autónomos que podrán ejecutar tareas con mínima ayuda humana. A pesar de las incertidumbres futuras, una cosa es segura: la IA que estamos utilizando ahora será la más básica comparada con las versiones futuras.

Estos principios subrayan la importancia de integrar la IA en nuestras actividades, mantener una supervisión humana constante y abordar la interacción con la IA de manera antropomorfizada para facilitar su uso práctico. Además, nos recuerdan que la tecnología de IA está en constante evolución y que debemos estar preparados para adaptarnos a sus rápidos avances.

Usar Calculadora o No

Entonces, las escuelas y universidades están frente a un dilema: excluir a la IA de los espacios educativos y negar su omnipresencia o integrarlas en todo su accionar. Al igual que ocurrió cuando la calculadora se masificó. Algunos docentes o escuelas optaron por no dejarla entrar al aula y los estudiantes debían trabajar los problemas con su lápiz y papel para reforzar la memorización de las fórmulas. Otros optaron por dejarla entrar y tomar evaluaciones con desafíos más avanzados que, a pesar del uso de la calculadora, serían difíciles de responder. De la misma manera está ocurriendo ahora. Depende de cada docente hacerlo. Sin embargo, hay pistas de solución.

El Docente: El Profesional Ideal para Trabajar con la IA

Al ser la IA un tipo de inteligencia o pseudohumano, está diseñada para ser tratada como humano por medio de consignas y prompts. Y el profesional que tiene más desarrollada la capacidad de trabajar con personas, ayudarlas a aprender, detectar y corregir sus errores, es el maestro. Entonces, el maestro tiene más condiciones y capacidades para interactuar con la IA y sacarle provecho por esa capacidad de trato e interacción con mentes.

Futuros Posibles

Los futuros posibles de la IA en educación dependerán de la exploración arriesgada de docentes de a pie ya sea en la escuela o universidad que jueguen con la herramienta. Entiendo “juego” como lo concebía Lopez-Quintás (1998), una actividad que permite a los individuos trascender sus límites y entrar en un ámbito de creatividad y libertad. Es decir, como una forma de encuentro dialógico. Como toda herramienta, los posibles usos no aparecen en un manual; se aprenderán usándola y llevándola hasta sus límites, que son casi infinitos hoy en día.

Los futuros están en manos de docentes que se arriesguen a soñar lo inimaginable de la mano de sus estudiantes. Docentes que co-diseñen una nueva manera de aprender y enseñar. Y mejor aún si involucran en esta búsqueda a todos los profesionales de diversas áreas del saber que también están buscando respuestas. Nadie tiene respuestas definitivas a los males de la humanidad, ni a cómo será trabajar con IA cada vez más avanzadas. Puede sonar osado, pero lo que está ocurriendo es como si hubieran aterrizado alienígenas, es decir, seres no terrestres, y necesitamos convivir con ellos. ChatGPT no es una creación natural terrestre, por lo que podemos decir que no es de este planeta. El cómo se trabaje hombro a hombro con esos seres dependerá de nosotros. Pero para ello no hay que tenerles miedo y aprovechar todo su potencial.

Por ello, mi postura es de esperanza. Existen esos docentes “punta de lanza” que están probablemente avanzando en ese sentido. Solo falta compartir y difundir lo que están haciendo. Por ello más que cursos de uso de IA en educación deben proliferar los encuentros de intercambio sobre cómo los docentes de básica o universidad están desarrollando esa co-inteligencia junto con sus estudiantes. Quizá ya haya docentes que no dejen en biología tomar examen de las partes del hígado, sino que lancen preguntas como: ¿cómo podríamos curar el cáncer de hígado con los conocimientos existentes? o ¿cómo reducir la delincuencia en nuestro distrito usando la big data que se tiene actualmente? Son nuevas preguntas que antes no se tocarían por ser demasiado ambiciosas para la escuela o universidad, pero que ahora, con un nuevo compañero de capacidades ilimitadas, se pueden intentar responder y solucionar.

Conclusión

El mito de Ícaro y Dédalo nos recuerda la importancia de usar la tecnología con sabiduría y ética en la educación. Mientras Dédalo y su hijo Ícaro nos enseñan sobre las consecuencias del uso imprudente y la falta de consideración ética, propongo un tercer enfoque: la inteligencia artificial (IA) al servicio de los cuatro fines de la educación. Este enfoque no es ni el de Ícaro ni el de Dédalo, sino uno donde la IA se utiliza para que las personas se conozcan a sí mismas, cuiden de otros, mejoren el mundo y aprendan a aprender. Integrando la IA de manera equilibrada y ética, los docentes pueden guiar a los estudiantes a través de un modelo de co-inteligencia, donde humanos e IA colaboran estrechamente para potenciar la experiencia educativa sin reemplazarla. Así, combinando creatividad y responsabilidad ética, podemos transformar la educación y enfrentar los desafíos del futuro, adaptándonos continuamente a la evolución tecnológica.

Referencia

López Quintás, A. (1998). Estética de la creatividad: juego, arte, literatura. Rialp.
Mollick, E. (2024). Co-Intelligence: Living and Working with AI. Penguin Random House.

Lima, junio de 2024

Roberto Barrientos Mollo
Educador. Coordinador General de Comunidades de Aprendizaje , www.comunidaddeaprendizaje.pe , un proyecto de transformación social y cultural de la escuela y su entorno mediante la implementación de Actuaciones Educativas de Éxito. Es docente e investigador de la Universidad Marcelino Champagnat.