Mi aventura para conseguirte

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Camila Campana Bonino | EDUCACCIÓN

Desde que tengo memoria me han encantado los animales, todos los niños soñamos con un cachorro. Yo en especial quería un bulldog francés. Lo añoraba en serio y para mi buena suerte, mi tío tenía un criadero de “frenchies”, como se les dice. Cada vez que viajaba a Lima, solo hablaba del criadero y de los perros con mi tío. Sin embargo, cada vez que mi mamá escuchaba sobre perros inmediatamente decía: “NO”. Hasta mi tío trató de convencerla, pero ella se mantenía firme en su decisión.

A mis ocho años me mataba pensando qué hacer y cómo convencerla. Parecía imposible. Ella decía: “un perro es mucha responsabilidad, hija. Debes pasearlo, limpiarlo y otras cosas muy difíciles. Yo no quiero encargarme de él, ya tengo muchas cosas en la cabeza como para estar cuidando a un animal. Lo siento pero no puedes, hija, NO”. Al principio me encerraba en mi cuarto a llorar y pensar: “¿¡POR QUÉ!? ¿Por qué es tan difícil convencer a mi mamá?” Insistí tantas veces que me acostumbré a la misma respuesta: “NO y punto”. Sin embargo, no me rendí.

Un día, por fin viajamos a Lima. Ni bien llegué a la casa, hablé con mis tíos contándoles toda la situación. Ellos dijeron: “Bueno… es una situación difícil, tal vez puedas hacer que tu mamá cambie de opinión haciendo alguna cosa que la convenza en lugar de estar insistiendo más y más ¿No crees?” En ese momento se me iluminó el foco: Primero yo ahorraría para comprar todo lo necesario para mi cachorro, después ayudaría a mi mamá en todo lo que necesite y luego, bueno en el momento ya se me ocurriría. Y así fue, los resultados fueron tan positivos que cuando le volví a preguntar a mi mamá ella dijo: “LO PENSARÉ”. En ese momento yo estaba tan contenta… Solo faltaba algo más para convencerla por completo.

Pensando… Pensando… y pensando, por fin vino esta excelente idea: ¡Una EXPOSICIÓN! Claro eso estaba muy bien, tendría una introducción, los beneficios de ternerlo y, lo mejor, un compromiso de responsabilidad y cuidado. Me preparé una semana entera en la computadora viendo videos de perros, buscando las mejores imágenes, la mejor forma de letra. Prácticamente investigué todas las cosas relacionadas con todo lo que tiene que ver con un cachorro.

Por fin llegó el gran día, me puse mi mejor ropa, les serví un poco de jugo a mis papás, los senté y empecé… Lo hice lo mejor que pude y usé las mejores palabras que encontré, les mostré las imágenes y finalmente escuché su respuesta:

-Hija, gracias por todo esto, en verdad estuvo hermoso, te felicito –dijo mi papá alegre – yo digo que ya eres lo suficientemente responsable para tener un perrito.

En ese momento casi estalló mi corazón de la felicidad que llevaba dentro, pero había un pequeño detalle, faltaba ella. Esperé unos segundos en silencio mientras mi mamá pensaba, hasta que por fin escuché su respuesta:

-Camila, eres una gran niña, pero…- dijo indecisa- debes entender que tener un perro es mucha responsabilidad… te voy a dar solo una oportunidad. Si veo que me estás fallando, tendremos que regalar al perro.

Agradecí por todo y por la oportunidad que me dieron: ¡POR FIN TENDRÍA UN PERRITO!

Cuando llegué a Lima, me encontré con la sorpresa de que mi tío había leído mi exposición y ¡le había encantado! Así que ya había conseguido a mi perrito. Estos fueron los mejores días de mi vida. Compré sus pañales, su maletín para que entre en el avión y algunos juguetes. Yo vivo en Cusco por lo que se arregló para que un amigo de la familia, el señor Julio, traiga a mi perrito desde Lima. De nombre le puse Tocino.

Yo ya estaba en Cusco y llegó el gran día. Me alisté y fui al aeropuerto. ¡Ya quería ver a Tocino! Mientras esperaba sentía que los minutos eran interminables, cuando vi al Sr. Julio trayéndolo, no podía ver a Tocino porque es negro, solo alcanzaba a ver sus pequeños ojos y su pequeña mancha blanca en el pecho. Me derretí de amor.

Fui corriendo hacia el Sr. Julio, cogí el pequeño maletín donde estaba Tocino, entré al carro y abrí el cierre delicadamente. Por fin lo vi: ¡Era solo un pequeñín tan hermoso y juguetón! Me lamió la cara y llena de alegría dije: “Gracias por todo, papás. Gracias por darme esta gran oportunidad; y contigo, Tocino, pasaremos grandes aventuras. Desde ahora serás mi compañero hasta el final”.

FIN

 

Camila Campana Bonino
Tiene 13 años, está en segundo grado de secundaria del colegio GAL School en Cusco. Practica fútbol, box y baseball. Ha sido intérprete para los eventos de WAKE International en Cusco. Además, presentó el proyecto: "Ancestros" en la Semana de la Evidencia. Es aficionada a la música, multinstrumentista, amante de los animales y entusiasta para el trabajo en equipo.