Santiago Roncagliolo/ El Comercio
Quiero que “La forma del agua” se lleve el Óscar a la mejor película. Y el Grammy. El Cervantes. El Nobel. Todo lo que una película o ser humano puedan ganar. En primer lugar, lo deseo por razones generacionales. Los cuarentones de hoy reímos cuando “ET” salió a la calle disfrazado de fantasma en Halloween. Y lloramos como bebes cuando se marchó a su planeta, aunque sabíamos que no quedaba otra opción. En los noventa, “El joven manos de tijera” de Tim Burton nos devolvió al monstruo en su versión adolescente: tímido y sensible pero capaz de hacer daño, por pura torpeza, al objeto de su amor… leer más