Ricardo Cuenca* | EDUCACCIÓN
En el principio era el sentido
Goethe
El 11 de abril del 2017, se publicó en El Peruano la norma en la que el Ministerio de Educación le encarga al Consejo Nacional de Educación (CNE) la elaboración de un nuevo Proyecto Educativo Nacional (PEN) al 2036. Este nuevo PEN reemplazará al vigente, que tiene como fecha final el 2021.
Muchos hemos sostenido que el PEN es a la vez dos cosas. Por un lado, es un documento de “planificación” de largo plazo (bien elaborado; perfectible, pero bien elaborado) que contiene los grandes objetivos y las pistas por dónde debería encaminarse el sistema educativo peruano. Aborda, aunque con algunas ausencias propias de la priorización, los más importantes temas que debe atender el sector para alcanzar fines superiores. Contiene objetivos estratégicos, resultados y políticas específicas, que sirven además de “invitación” para que otros sectores y actores se sumen a su implementación.
Por otro lado, el PEN fue una movilización social de voluntades e intereses alrededor de la educación. Fue elaborado en un contexto de inusitado optimismo por el valor de la participación en la construcción de políticas públicas. Fue, junto con la Consulta Nacional por la Educación (2001) y la Ley General de Educación (2003) de las mejores apuestas de hacer políticas educativas propias del regreso a la democracia: con la gente y con todos. Yo mismo participé de varias formas en el documento y en la movilización.
A 10 años de haberse hecho oficial el PEN y en este contexto de “reescritura” de un nuevo, no puedo dejar de preguntarme si necesitamos un proyecto educativo nacional. Y no me refiero a si necesitamos una versión revisada, corregida y aumentada, sino a efectivamente saber en qué medida y de qué forma este instrumento de política ha contribuido al desarrollo de nuestra educación.
El CNE ha realizado una evaluación amplia sobre el vigente PEN[1], que incluyó un estudio sobre percepciones respecto de su funcionamiento, seis análisis sobre cada uno de los objetivos estratégicos y un informe sobre el contexto político.
Las principales conclusiones de esta evaluación dan cuenta de la importancia de esta doble característica mencionada al inicio: el PEN como instrumento de guía y como expresión de movilización. Pero también las conclusiones ofrecen una segunda dualidad menos clara, pero no menos importante. Me refiero a que su importancia en el discurso convive con la débil posibilidad de atribuirle los cambios en educación.
Es justamente esta segunda dualidad el origen de mi pregunta sobre la necesidad de tener un nuevo PEN. Por eso propongo discutir sobre algunas preguntas. ¿El PEN sirvió en estos 10 años como marco estratégico para tomar decisiones y como referente para evaluar la acción educativa del Estado y de la sociedad?, ¿la visión de país propuesta en el PEN estuvo alineada con los varios programas y proyectos del Minedu?, ¿cuántas de las 33 políticas propuestas fueron desarrolladas o al menos sometidas a prueba?, ¿cuánto del PEN fue desarrollado por esa sociedad civil involucrada en la movilización?, ¿qué otros ejercicios de movilización ocurrieron?, ¿es el PEN el documento que necesitamos?, ¿es un instrumento para el que el sector y el Ministerio están preparados?, ¿debe seguir siendo no vinculante?, ¿las limitaciones actuales del PEN fueron consecuencia de problemas en su implementación o acaso de su propia naturaleza?
Dos temas llaman particularmente mi atención cuando miramos lo que sucedió con el PEN a lo largo de estos años.
El éxito (acotado) de la movilización
Considero que lo mejor del PEN fue la movilización en torno a él. No solo porque se hicieron 500 presentaciones en diversos foros, 28 reuniones con autoridades y partidos políticos, 37 presentaciones a sectores de la comunidad educativa, 56 ante la sociedad civil y 340 en medios de comunicación de ámbito nacional, regional y local, sino porque durante unos años todo el país “hablaba de educación”.[2] Sin embargo, esta movilización duró hasta el 2005, y aun cuando en algunas regiones se trabajaron proyectos educativos regionales bajo este enfoque, las dos encuestas nacionales de educación de Foro Educativo (2005 y 2007) informaron que solo el 31% y el 30% de la población, respectivamente conocían la existencia del PEN. La movilización quedó concentrada en las fases iniciales de consulta y diseño y fue desvaneciéndose en la implementación. En estos 10 años, ¿cuántas movilizaciones para hacer política educativa hubo?, ¿fueron exitosas?, ¿qué sucedió en las regiones?, ¿cuál fue el destino de los proyectos educativos regionales, de los proyectos educativos locales?
El PEN como epígrafe
Quizás la duda mayor este en el uso del PEN por parte del Estado peruano. En los años siguientes a su aprobación en el 2007, el PEN fue un documento usado, en mayor o menor medida, por la comunidad educativa, y mucho menos por la sociedad en general; y su uso fue más referencial que real. El PEN fue en gran medida la justificación para “avalar” alguna iniciativa educativa del Minedu y de algunas regiones. Fue el epígrafe que legitima ideas más que la columna articuladora de decisiones educativas. La estrategia COAR (Colegios de Alto Rendimiento) sostiene, por ejemplo, que: “La formación integral en un Colegio de Alto Rendimiento (COAR) se enmarca en la Ley N.° 28044 Ley General de Educación y el Proyecto Educativo Nacional para el 2021, cuyo propósito es formar personas capaces de lograr su propia realización sobre principios claves como equidad, inclusión, interculturalidad y calidad educativa.” Desde el 2007 para acá, ¿han sido los programas educativos orientados, o al menos inspirados por el PEN?, ¿las decisiones como Nota 14 o bonos al desempeño docente se inscriben en el “espíritu” del PEN?, ¿Es posible identificar que decisiones educativas están efectivamente basadas en el PEN?
La pregunta por la necesidad de un PEN no busca ser retórica. Se basa en dudas razonables. Espero que como en Fausto de Goethe, recordemos todos que “En el principio era el sentido”.
Lima, 11 de noviembre de 2019
NOTAS
* Fui consejero del CNE entre el 2012 y el 2017. Fui también responsable de la evaluación del objetivo estratégico 3 del actual PEN para la evaluación encargada por el CNE.
[1] Disponible en http://www.cne.gob.pe/uploads/publicaciones/publicacion/2019/evaluacion-pen-versionresumida.pdf
[2] Para más información revisar http://www.cne.gob.pe/uploads/proyecto-educativo-nacional/balances/pdf/balance-2002-2008.pdf