Alberto Vergara | El Comercio
Llegó la temporada electoral. Y con ella, las ganas irrefrenables de insultarnos en nombre de nuestro candidato favorito. Cada cinco años abandonamos nuestra indiferencia por la política para agraviarnos durante dos meses. Lo curioso es que nuestras elecciones son siempre decepcionantes. Ni nuestros temores resultaron pesadillas ni nuestros candidatos preferidos solucionaron gran cosa. Sin embargo, aquí estamos, una vez más, listos para el alboroto electoral. Pero hay que decirlo: estas elecciones serán inútiles para resolver nuestros problemas. La razón fundamental es que las fuentes de la inestabilidad que nos ha sacudido en estos últimos años con cuatro presidentes estarán enteritas el 28 de julio próximo, sin importar quién gane la presidencia. No defiendo que los candidatos sean idénticos, señalo que enfrentarán poderosos límites para gobernar, que les son comunes… Leer más