Luis Bretel Bibús | EDUCACCIÓN
El proyecto publicado de Norma Técnica sobre evaluación (NT) está, definitivamente, mucho más cerca del CNEB de lo que estaba la NT publicada el año pasado (025-2019). Sin embargo, debemos afirmar que una Norma Técnica que quiere completar y complementar el Currículo Nacional, no puede, por principio, alterar los conceptos fundamentales que en éste se plantean. Eso ocurre con la Norma Técnica propuesta y con conceptos que son clave en el CNEB.
Los estándares
Por ejemplo, en el CNEB se caracteriza muy claramente a los Estándares como los “criterios precisos y comunes para comunicar no solo si se ha alcanzado el estándar, sino para señalar cuán lejos o cerca está cada estudiante de alcanzarlo” (P.198); mientras que en la Norma Técnica, de pronto los estándares dejan de ser criterios comunes y precisos y se convierten solo en “referentes” a partir de los cuales cada docente debe definir criterios de evaluación. Me pregunto, ¿de pronto dejaron de existir estándares? ¿Se ha modificado el CNEB y no nos habían advertido?
Esto también se hace evidente en lo siguiente: En el CNEB se afirma que los estándares son los mismos para toda la E. Básica, en todos sus niveles y modalidades. Mientras que el proyecto de Norma Técnica vuelve atrás en la historia y propone criterios de “diversificación” y “adecuación” curricular. No hay concepto más lejano de éste que el de un estándar único nacional. Resulta que se vuelve al pasado a que cada docente y cada IE establezca sus propios estándares de competencia y desaparezca la posibilidad de criterios únicos y comunes para todo el sistema educativo.
La otra modificación del CNEB, consciente o inconsciente, es dejar de considerar las competencias de los estudiantes como el único “objeto de evaluación” (pag.101), evaluándose “las competencias, es decir, los niveles cada vez más complejos de uso pertinente y combinado de las capacidades, tomando como referente los estándares de aprendizaje.” (p.198). No es que en la norma se niegue esta rotunda afirmación, sino que no se la vuelve a hacer, abriendo la posibilidad para que se evalúen también los aprendizajes, los saberes adquiridos, los productos de los estudiantes, etc.. Olvidando que lo que los estudiantes hagan, sus producciones, permiten inferir el nivel de desarrollo alcanzado en las competencias puestas en juego, pero no requieren ser evaluadas de manera independiente.
Tras una sutil pero engañosa diferenciación entre la “evaluación para el aprendizaje” y “evaluación del aprendizaje” se pretende decir que se trata de dos evaluaciones distintas, cuando en el mismo CNEB se precisa que se evalúe con la finalidad que se evalúe (para certificar o para retroalimentar) siempre se evalúa los mismo: las competencias. Toda evaluación de competencias puede permitir lo uno o lo otro, certificar o retroalimentar, no son ni dos procesos, ni dos objetos de evaluación distintos, es una diferenciación inconsistente e innecesaria.
Mención aparte merece la “desaparición” de los estándares en la evaluación. Fuentes no oficiales dicen que el MINEDU no está a gusto con los estándares, cosa con la que estoy de acuerdo. Pero en vez de proponer una campaña para su ajuste y mejora a partir de los docentes y su experiencia en las aulas, de pronto ni los menciona ni los tiene en cuenta en la evaluación. En esta Norma Técnica, y en la 025 también, se asume que los estudiantes están siempre en el nivel de la competencia correspondiente al ciclo en que se encuentran. Ello es una suposición falsa, además de imposible y absurda. Por dar un ejemplo simple: Las competencias relativas a la lengua inglesa tienen 7 niveles, pero los estudiantes que estudiaron en una primaria pública que no tenía inglés en su plan de estudios, llegan a primero de secundaria NO en el inicio del nivel 6, que sería lo esperado, sino probablemente en el nivel 2, 3 o 4 de dichas competencias. Sería terrible decirle al profesor que al momento de evaluar sólo diga si esas competencias están en inicio (C ) o proceso (B), sin decir si es inicio del nivel 3, del 4 o del 5 o del 6. Como si la C de un nivel equivaliera a la C de cualquier otro nivel y como si, por decreto, todos los estudiantes del país debieran estar en el nivel de la competencia que corresponde a su grado y su ciclo. Gravísimo problema, a menos que con esta Norma Técnica se pretenda derogar la RM que oficializa el CNEB.
De no tenerse estos cuidados antes de oficializar la Norma Técnica tendremos que seguir diciendo a los docentes que existe un viejo principio de la administración pública: “Jerarquía de las Normas”. Si una RVM dice cosas contraria a la RM que no ha sido derogada, somos libres de no acatar la norma de menor jerarquía.
Las competencias
Me parece que el que los medios hayan reducido el debate sobre el nuevo currículo nacional a si las calificaciones escolares serán con letras o números, o si incorporar o no el enfoque de género en el currículo, es haber banalizado terriblemente la discusión. Mucho más importante es discutir acerca de lo que implica haber optado por un currículo centrado en las competencias de los estudiantes, en lugar de otro centrado en las materias, las disciplinas, las asignaturas o sus contenidos.
Los currículos tradicionales no eran más que una lista de materias y temas, distribuidos año por año, grado, por grado. O una lista de “cosas” que los estudiantes debían saber hacer con esos contenidos y temas.
Pero, entonces, ¿qué son las competencias? Y ¿qué significa e implica tener un currículo de competencias y no de contenidos?
Los seres humanos nacemos con un conjunto muy grande de capacidades, de posibilidades que nos distinguen de las otras especies. En la medida que esas “posibilidades” bio-sico-sociales se vayan desarrollando no solo nos iremos haciendo más humanos, sino que podremos ir afrontando los retos y problemas que la vida nos vaya poniendo delante. A ello, a la capacidad de afrontar con éxito los probemas que la vida nos ponga delante, Howard Gardner, le llamó “Inteligencia”. Para él la inteligencia no tenía nada que ver con dar respuestas acertadas a un test, sino con vivir humanamente. A ello, a la “… facultad …. de combinar un conjunto de capacidades a fin de lograr un propósito específico en una situación determinada, actuando de manera pertinente y con sentido ético,” (CNEB pag 37), el nuevo currículo le llama competencia.
De hecho el nuevo currículo propone que la escuela desarrollo 31 competencias (más o menos dependiendo de las particularidades de cada quien) en todos los estudiantes peruanos y para casi todas y cada una de las competencias propone 7 niveles de desarrollo que son diferenciables por lo que el estudiante puede hacer cuando se encuentra en ese nivel de cada competencia (A ello, le llama estándares).
Eso es lo peculiar del currículo que desarrolla competencias: no presenta ni prescribe los contenidos, conocimientos y habilidades que todos los escolares deben aprender, sino las competencias que deben desarrollar, desde el día que nacieron, hasta el infinito, porque las competencias nunca cesan de desarrollarse, más allá de la edad de la persona.
Lima, 12 de febrero de 2020