José A. Hernández del Toro / EDUCACCIÓN
La difícil situación de los jóvenes iberoamericanos respecto a la relación con el mundo del trabajo se refleja en varias dimensiones: las dificultades para insertarse y permanecer en el mercado de trabajo que tienen, pese a estudiar más años que generaciones precedentes; el desempleo juvenil, que es en todos los países mayor que el del conjunto de la población económicamente activa; la inequidad, ya que estos problemas no afectan a todos los jóvenes por igual, sino que están fuertemente marcados por las desigualdades sociales.
Ante este panorama, y en un contexto económico global de franca desaceleración, que en Latinoamérica es especialmente severo, podríamos tener la tentación de pensar en el emprendimiento como salida a este laberinto y tratarlo con una mirada corta: “hagamos que los jóvenes aprendan a montar sus negocios”.
Desde la OEI creemos que hay que levantar la mirada en este tema, partiendo del convencimiento de que todos nacemos emprendedores, y que es la estimulación que se reciba a lo largo de los años lo que determinará si se desarrolla o no esta característica.
Eso supone fomentar el emprendimiento desarrollando las competencias transversales desde la escuela, para que los jóvenes desarrollen la capacidad de ver su futuro con confianza en ellos mismos, de arriesgarse, de resistir la frustración, de resolver creativamente los problemas, de trabajar en equipo, de tener dotes de liderazgo, de omunicar eficazmente… Las competencias que definen a una persona emprendedora.
Estas competencias para el empleo, llamadas también blandas (soft skills), son en realidad el núcleo duro del perfil de los profesionales que buscan las empresas más competitivas.
Una encuesta realizada por el BID en la región señalaba que los empleadores les dan hasta el doble de importancia respecto de las competencias específicas o técnicas.
Nuestra experiencia en Perú lo corrobora. Los empleadores de los jóvenes egresados del instituto IBEROTEC, promovido por la OEI, valoran tanto los conocimientos tecnológicos como las competencias transversales (autonomía, creatividad, responsabilidad…).
Igualmente lo muestran los resultados del proyecto piloto Educación Emprendedora en Cajamarca, que desde hace más de un año desarrollamos en 49 centros educativos de Cajamarca y Celendín, con 80 docentes y llegando a más de 6,500 escolares de Secundaria, buscando mostrar cómo la educación emprendedora centrada en las competencias transversales puede ser un elemento central de una formación integral de niños, niñas y jóvenes y les prepare para la vida. Al cierre del primer año más del 80% de os docentes contratados que participan en el proyecto han alcanzado su nombramiento y han desarrollado capacidades pedagógicas para el abordaje del nuevo enfoque del área de Educación para el Trabajo y manejo conceptuales sobre gestión empresarial o manejo de TIC, entre otros.
El nuevo Currículo Nacional de Educación Básica Regular que el MINEDU ha presentado recientemente consagra un importante paso adelante en Educación para el Trabajo (EPT) hacia este enfoque por competencias. Como todas las propuestas pedagógicas, el Currículo Nacional está generando un encendido debate sobre infinidad de cuestiones y enfoques. Pero en EPT supone un indudable avance al considerar tan importantes las competencias transversales como los conocimientos técnicos.
Lo mejor es enemigo de lo bueno, y siempre existe la tentación de prolongar los debates buscando contentar a todos y recoger todas las miradas sobre un tema tan complejo e importante como la manera de propiciar los aprendizajes. Pero creo que tenemos que lograr que la irrenunciable vocación de excelencia sea compatible con la de ir dando pasos adelante. Este paso de incorporar las competencias para el empleo al Currículo Nacional lo podemos dar con la confianza que las evidencias en Perú y en medio mundo nos están mostrando.
* José A. Hernández del Toro es Director de la Organización de Estados Iberoamericanos en el Perú
Lima, 12 de junio de 2016
Fuente: OEI