Edición 78

Odres nuevos para vino nuevo: Diseño alternativos ambientes de aprendizaje

Se necesita construir y diseñar odres nuevos, escuelas nuevas, para cobijar el nuevo vino que es la ciencia del aprendizaje y desarrollo humano.

Print Friendly, PDF & Email

Roberto Barrientos Mollo | EDUCACCIÓN

Un famoso estudio de la universidad de Stanford realizado por Philip Zimbardo (1991) mostró que los ambientes físicos son capaces de influir y cambiar el comportamiento de las personas. En el estudio se ambientó el sótano de la facultad de psicología de la universidad para que pareciera un calabozo. Se reclutaron estudiantes como voluntarios para el estudio y les asignaron aleatoriamente el rol de guardias o prisioneros. La investigación estaba prevista para 14 días, pero tuvo que cancelarse al sétimo día por el descontrol que se generó. Las personas que tenían el rol de guardias se volvían cada vez más agresivos, además de tener comportamientos sádicos y los prisioneros desarrollaban altos niveles de daño emocional.

Esta investigación mostró que el ambiente y estructura influye en las personas para bien o para mal. Lo que debe llegar a preguntarnos ¿Cómo influye el actual diseño de las escuelas en las personas que conforman el sistema educativo? ¿Cómo sería un diseño, estructura y organización escolar que desate todo el potencial de los estudiantes?

A continuación, quisiera hacer un ejercicio de análisis de las teorías pedagógicas subyacentes al sistema educativo actual, para después, en otros artículos, ensayar propuestas alternativas para el mismo.

Descripción del diseño de la escuela actual

La típica escuela está constituida por salas hechas para albergar entre 20 a 40 personas bajo la responsabilidad de un adulto. Las que están distribuidas a lo largo de corredores que permiten un control de las entradas y las salidas de las mismas. En algunas escuelas aún se tiene el rol del auxiliar que hace las veces de controlador de los pasadizos. De esta manera ningún estudiante se puede escapar a su mirada. La mayoría tienen además un patio central hacia donde dan las puertas de los salones, que permite un control de todos los estudiantes desde diversos ángulos.

A partir de esta estructura física es posible esbozar una teoría del aprendizaje y sobre la función social de la escuela. Uno de los roles de la escuela es custodiar y controlar a los niños y jóvenes que las familias envían para que no les suceda nada. La sociedad le confía a su juventud por lo que uno de sus deberes es custodiarlos. Es necesario recordar que el rol de custodia es reciente puesto que antes de la sociedad industrial las familias se encargaban de la custodia puesto que no tenían que separarse muchas horas o, si era necesario llevaban a los hijos al campo junto con ellos. Con la industrialización y la migración del campo a la ciudad la separación puede ser de hasta 14 horas al día, lo que hace necesario tener espacios de custodia de niños y jóvenes. La escuela asumió este rol.

El diseño de los ambientes físicos está hecho para controlar y disciplinar a los estudiantes, función que ha cumplido hasta ahora de manera más o menos efectiva. En lo que respecta al aprendizaje, la estructura escolar deja entrever que se aprende separando a los estudiantes por grupos etáreos y dosificando determinados contenidos para cada grupo. Otro mensaje es que el aprendizaje es un conjunto de conocimiento que solo maneja o tienen la autoridad de validarlo el adulto que está a cargo. El otorgar los logros o méritos de aprendizaje dependen de esos adultos. Dichos méritos serán premiados y reconocidos posteriormente por la sociedad mediante reconocimiento social y económico. Lo que nos lleva al tercer fin o función de la escuela.

La clasificación y discriminación de personas

Como se puede ver son cuatro fines o encargos que tiene la escuela actual: Controlar, custodiar, otorgar méritos o clasificar y aprender. Hasta ahora ha cumplido los tres primeros de manera más o menos efectiva, y el cuarto es solo supeditado al tercero. El aprendizaje se usa como excusa o medio para la función de clasificación o discriminación de personas que merecen un reconocimiento social.

La evaluación más que usarse para el aprendizaje de cada estudiante es una herramienta de clasificación. Tanto en la escuela pública como en la privada. Los estudiantes con “mejores” notas en las escuelas públicas pueden postular a otros espacios selectivos o discriminatorios como las escuelas de alto rendimiento (COAR) donde van los “mejores”, y los no “mejores” se quedan en la otra escuela. Estas escuelas llamadas COAR les dan posibilidades para acceder a reconocimientos como becas en universidades y tener carreras para un posterior reconocimiento social y económico. En las escuelas privadas las personas con “mejores “notas tienen acceso a determinadas universidades de élite del país o del extranjero que otorgan un estatus social para las familias. En ambos casos la escuela cumplió con su rol clasificatorio.

La paradoja es que todo ese mecanismo de clasificación contradice el discurso democrático de la mayoría de países. Los países defienden el derecho a la educación y al mismo tiempo lo conculcan aceptando y promoviendo una escuela otorgadora de méritos. Negando una escuela de iguales oportunidades para todos. La función clasificadora de personas de la escuela no es cuestionada por nadie en las sociedades modernas, porque se disfraza del discurso falaz de la meritocracia (Sandel, 2020). Se asume que todos compiten en igualdad de oportunidades cuando en realidad todos parten de situaciones distintas. Como dice un informe del Instituto de Políticas de Aprendizaje de la universidad de Stanford el sistema educativo moderno

no fue diseñado para la equidad; fue diseñado para el acceso desigual a ricas oportunidades de aprendizaje…fue diseñado para seleccionar y clasificar, en lugar de desarrollar el potencial y, a través de la segregación, la financiación escolar desigual y los sistemas de seguimiento, el racismo y el clasismo institucionalizados están integrados en el diseño del sistema mismo.” (2021, p. 34).

Se puede colegir que el diseño y organización escolar va en contra o no se ha puesto al día con los avances de las ciencias acerca del aprendizaje. A continuación, analizaré cinco elementos instalados en el sistema que impiden el aprendizaje y es necesario reestructurar.

Los estándares y las sesiones de aprendizaje

Los últimos avances en neurobiología muestran que cada cerebro es único y se desarrolla a su propio ritmo. Lo que algunos llaman el principio de la singularidad del cerebro (Betts et al., 2019). Al ser único, no es posible educar con estándares, porque ningún humano es estandarizable (Rose, 2017). Sin embargo, el docente es formado desde el inicio de su carrera con el supuesto contrario. Se entrena a los docentes en algo llamado “sesión de aprendizaje”. Este es un plan detallado de lo que ocurrirá en el tiempo de clases. Un plan de lo que los docentes harán o lo que deberían hacer los estudiantes. Se asume que al realizar este plan bien todos los estudiantes a su cargo. Su sesión de aprendizaje es la herramienta que cuenta para igualar aprendizajes y oportunidades. Todos los docentes saben que nunca logran hacer que todos los estudiantes aprendan lo esperado. Sin embargo, se sigue realizando y obligando a los docentes a realizar estas sesiones sabiendo que nunca funcionan ni han funcionado. Puesto que es el único dispositivo con que cuenta el sistema para ejercer un tipo de control de lo que hacen los docentes y las entidades de supervisión. Al sistema le cuesta aceptar la incertidumbre por eso se aferra a dispositivos que no funcionan. La sesión de aprendizaje puede ser “perfecta” según algunos criterios, pero no funcionan porque no llegan hacer que el grupo para el cual fue diseñado logre el aprendizaje profundo. Y no lo logran simplemente porque los humanos no aprenden así. Los humanos aprenden de manera personal Aprenden por interés, aprenden de manera personalizada. Las personas aprenden lo que desean aprender en el momento que lo deseen.

Las horas pedagógicas

Como se sabe las horas pedagógicas fueron una invención de la Fundación Carnegie para el Avance de la Enseñanza en 1920. Hoy en día la misma Fundación afirma que dicho concepto no tiene ningún asidero científico, pero ya está instalada no sólo en las escuelas sino en las universidades como un criterio de medición de aprendizajes y habilidades. Los créditos universitarios se miden por el número de horas estudiadas. La ciencia del desarrollo y aprendizaje muestra que todos los cerebros pueden desarrollar sinapsis neuronales, pero los tiempos que necesita cada uno son distintos. Es por ello que el criterio de horas para medir el aprendizaje es ineficaz. Es eficaz para medir la enseñanza y pagar a los docentes, es decir, tiene una eficacia administrativa, pero no para garantizar el derecho a la educación.

Entonces, otra de las estructuras organizativas de la escuela actual, como la hora no tiene asidero científico y es ineficaz para generar aprendizajes. Sin embargo, nadie la cuestiona.

La cobertura sobre la profundidad

Las escuelas deben reportar periódicamente el avance en la totalidad de asignatura o competencias del currículo de cada estudiante. No existe la mínima posibilidad de que un estudiante haya elegido enfocarse y profundizar en una determinada materia o temática por un trimestre sin que sea sancionado con la baja calificación en otras asignaturas. Es presionado para estudiar o atragantarse con todo por su bien, aunque no le interese y aunque lo olvide unos días o semanas después. En el Perú se tiene el Sistema de Información de Apoyo a la Gestión de la Institución Educativa (SIAGIE) que es una plataforma informática en la que se tiene que reportar las calificaciones de cada estudiante en todas las materias de manera bimestral. Si bien en el caso peruano durante la pandemia el ingreso de notas se ha espaciado y flexibilizado se esperaría que esto se instaure y vuelva parte de la norma.

La teoría de aprendizaje que se puede colegir es que todos los estudiantes pueden y deben aprender todas las materias que propone el currículo nacional. Este supuesto va en contra de lo que la neurociencia dice que “no hay cognición sin emoción” o no hay aprendizaje sin motivación intrínseca. Además, la ciencia del desarrollo dice que para que los caminos neuronales se establezcan es necesario mucha repetición y práctica. Es clave ofrecer abundantes espacios para la práctica de cada estudiante. Estos espacios no se dan porque la escuela es presionada para cubrir infinidad de temas o competencias. A pesar de que algunos documentos normativos dicen que sí hay un margen de libertad, estos se contradicen con supervisiones y otros dispositivos instalados en el sistema como el llenado de calificaciones obligatorio.

Si un docente o directivo desea apoyar a un estudiante para que profundice en lo que le interesa tendría que engañar al sistema para centrarse en el estudiante y sus necesidades. Eso genera otro problema, que las verdaderas buenas prácticas que están basadas en la evidencia de la ciencia del aprendizaje y del desarrollo muchas veces tienen que ocultarse porque deben de romper varias de las reglas de juego del sistema. Ello hace que sea difícil mantenerla y difundirla de manera oficial por su carácter subversivo.

La despersonalización

Las personas aprenden en relación. La relación y vínculo es clave para el aprendizaje de todo ser humano. “Las relaciones humanas son el ingrediente esencial que cataliza el desarrollo y el aprendizaje saludables” (Darling-Hammond et al., 2021, p. 67). Sin embargo, el sistema está impregnado de un ambiente de despersonalización y enfoque en la jerarquía más que en el trato igualitario. Me sorprende siempre como en las UGEL el trato entre un trabajador y su superior no es por su nombre sino por su cargo. Escucho frecuentemente la palabra “jefe” o “jefa” en casi todos los casos para referirse a su superior. Ello es muestra de una cultura que valora más el trato jerárquico que el diálogo libre.

La traducción de ese trato despersonalizado de las UGEL en las escuelas es referirse a los estudiantes por sus apellidos o hasta por su número de lista. Es importante desarrollar estrategias y metodologías que fomenten y fortalezcan el vínculo entre docentes y estudiantes y entre estudiantes. El informe del Learning Policy Institute de la universidad de Standford ofrece algunas ideas como: que los profesores estén a cargo de un mismo grupo por varios años, que se eliminen las horas de 45 minutos y se trabaje por bloques horarios, que se reduzca el tamaño de las escuelas para que se constituyan en comunidades de aprendizaje, etc.

La división por áreas

El avance de la ciencia y la especialización de los saberes dio lugar a la creación de las disciplinas en la sociedad. La división disciplinar tiene un aspecto positivo y uno negativo. El aspecto positivo es la especialización y profundidad en una determinada temática que permite el avance de la ciencia con los respectivos beneficios que ello conlleva. El aspecto negativo es el desarrollo de los archipiélagos de saberes sin conexión. Es decir, la desconexión de las distintas disciplinas y conformación de feudos epistémicos. Este fenómeno social también ha encontrado su reflejo en la distribución de la enseñanza en materias o áreas de aprendizaje. La sociedad ha cambiado y la ciencia avanzada es cada vez más interdisciplinaria y polidisciplinaria. En algunos casos transdisciplinaria cuando se crean nuevas especializaciones a partir de la fusión de áreas del saber cómo la ciencia de la Mente (psicología), Cerebro (neurociencia), Salud (mental y física) y Educación (Tokuhama-Espinosa, 2021). Sin embargo, la escuela se ha estancado en los archipiélagos de saberes lo que genera fracturas en la mente de los estudiantes y por ende no hay aprendizajes, puesto que la realidad está interconectada y el cerebro necesita conectar para consolidar lo aprendido. Y la conexión no se da sólo entre los elementos de un área disciplinar sino entre todos lo que la mente pueda conectar acerca de la misma, aunque estén en otras materias.

Algunos modelos educativos, como la relación tutora, apuestas por docentes generalistas y no especialistas, dadas las necesidades en zonas rurales de que los docentes atiendan a todos los estudiantes. Así como en la medicina, la formación es en medicina general y luego viene la especialización, de la misma manera se apuesta por docentes que tengan un dominio básico de todas las disciplinas y una especialización en alguna. Esta postura tiene más consonancia con las necesidades de la realidad y con los cambios epistémicos en la sociedad.

Conclusión

La escuela cuenta con una estructura y organización que no favorecen el aprendizaje de los estudiantes. Por ello es necesario iniciar un rediseño de la misma y pensar qué tipo de ambiente, estructura y organización podría albergar y sacar todo el potencial de los estudiantes. Si se realiza este ejercicio, se verá que la escuela tal y como la conocemos no es ese ambiente, ni estructura. Es necesario afirmar que la pandemia ha golpeado estos dispositivos y estructuras del sistema haciendo que se tambaleen, pero el viejo sistema es bastante resiliente. Por ello, para que este tambaleo tenga alguna posibilidad de cambio es necesario realizar un primer paso, que consiste en reconocer la ineficacia de los dispositivos como la hora de clases, la sesión de aprendizaje, la entrega del registro de notas y la agrupación de niños por grados. Un siguiente paso consiste en diseñar ambientes que permitan y faciliten el aprendizaje de los estudiantes y docentes en estructuras escolares, si es que lo permite, y sino en estructuras fuera de la escuela. Se tendrá que hacer fuera de la escuela o en las calles si es que la estructura escolar no lo permite puesto que lo que está en juego es el desarrollo de cada estudiante, su bienestar y su supervivencia en la sociedad de la incertidumbre. Se necesita construir y diseñar odres nuevos, escuelas nuevas, para cobijar el nuevo vino que es la ciencia del aprendizaje y desarrollo humano.

Referencias

Betts, K., Miller, M., Tokuhama-Espinosa, T., Shewokis, P. A., Anderson, A., Borja, C., Galoyan, T., Delaney, B., Eigenauer, J. D., & Dekker, S. (2019). International report: Neuromyths and evidence-based practices in higher education. Online Learning Consortium. http://files.eric.ed.gov/fulltext/ED599002.pdf

Darling-Hammond, L., Cantor, P., Hernández, L. E., Theokas, C., Schachner, A., Tijerina, E., & Plasencia, S. (2021). Design principles for schools: Putting the Science of learning and development into action. Learning Policy Institute.

Rose, T. (2017). Se acabó el promedio: Cómo tener éxito en un mundo que valora. HarperCollins Espanol.

Sandel, M. J. (2020). La tiranía del mérito: ¿Qué ha sido del bien común? Penguin Random House Grupo Editorial España.

Tokuhama-Espinosa, T. (2021). Bringing the Neuroscience of Learning to Online Teaching: An Educator’s Handbook. Teachers College Press.

Zimbardo, P. G., & Leippe, M. R. (1991). The psychology of attitude change and social influence. McGraw-Hill Series in Social Psychology., 370. https://psycnet.apa.org/fulltext/1991-97724-000.pdf

Roberto Barrientos Mollo
Educador. Coordinador General de Comunidades de Aprendizaje , www.comunidaddeaprendizaje.pe , un proyecto de transformación social y cultural de la escuela y su entorno mediante la implementación de Actuaciones Educativas de Éxito. Es docente e investigador de la Universidad Marcelino Champagnat.