Edición 66

Pensemos en la educación del 2021 mirando el largo plazo

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Román Aller Zárate | EDUCACCIÓN

En una de las últimas entrevistas el ministro de educación Ricardo Cuenca, ha señalado que las prioridades en su gestión de transición son dos: en la educación básica, empezar un año escolar 2021 de la manera más segura y flexible posible y, en la educación superior, continuar con el aseguramiento de la calidad y el fortalecimiento de sus instituciones.

Estas prioridades son respuestas acertadas ante la actual crisis y son las que corresponden, no obstante, se debe pensar en la educación del 2021 mirando “con ojos de ver” el largo plazo. De esta manera, las estrategias que se planteen puedan ser las bases para las oportunidades de cambios que la educación exige y no perder de vista los temas de fondo y sus problemas estructurales.

Si bien es cierto, la emergencia sanitaria ha evidenciado los grandes problemas educativos como los aprendizajes y las brechas educativas, sobre todo en las zonas rurales, habría que recalcar que éstos no han aparecido necesariamente con la pandemia, sino son problemas que se han venido arrastrando desde hace varios años. La debilidad en la formación ciudadana, la segregación que el mismo sistema educativo provoca, el descuido en la formación integral de los estudiantes y en su salud emocional, las limitadas capacidades que el sistema educativo provee a los estudiantes para su incorporación en el mundo laboral y su desvinculación con los retos de una sociedad cambiante y compleja, son elementos que requieren de cambios profundos en el sistema educativo.

Sin embargo, la pandemia y esta crisis también han evidenciado que son posibles algunas apuestas, recuperando ciertas nociones que deben servir como referentes: la noción de comunidad de aprendizajes, expresadas a partir de los roles asumidos por los mismos actores educativos, tanto docentes, directivos, familias y los propios estudiantes; la noción de lo territorial, que ha visibilizado la articulación de los actores regionales y locales en todo el país y, la noción de la relación intergubernamental, mostrando a los tres niveles de gobierno su involucramiento y sus compromisos con la estrategia “Aprendo en Casa” para asegurar la continuidad del servicio educativo.

Estas nociones y otras como el derecho a la educación, centrar la política educativa en las necesidades de las personas y que aprenden a lo largo de toda la vida – en todo momento y en cualquier lugar-, lo multisectorial, el fortalecimiento de la educación pública, la autonomía de las instituciones educativas y la confianza en los mismos actores en el territorio, se encuentran plasmadas en el Proyecto Educativo Nacional al 2036, el reto de la ciudadanía plena. Asimismo en el PEN al 2036, estas nociones coinciden y apuntan a los cuatros grandes propósitos que la educación deben contribuir en la sociedad: i) vida ciudadana; ii) inclusión y equidad, iii) bienestar socioemocional y; iv) productividad, prosperidad, investigación y sostenibilidad.

Por ello es un gran reto que las políticas educativas no solo deben responder ante la emergencia educativa, la cual ya es una tarea “titánica”, sino también deben responder al largo plazo. Ambas opciones no deben ser contradictorias, sino más bien deben encontrarse y de esta manera realizar cambios sustantivos y sostenidos. Esto implica no solo una diversidad de estrategias diferenciadas, sino también clarificar roles entre los tomadores de decisión, entre los diseñadores de política y de quienes la implementan –o gestionan-. Además exige romper con algunos prejuicios (mirar a lo regional como carentes o miradas omnipresentes) que muchas veces limitan el accionar y la habilitación de los diversos actores. Finalmente, también se debe revertir con la mirada convencional que esto solo sea responsabilidad del Minedu, sino es tarea de todo el Estado en su conjunto.

En ese sentido, el 2021 estamos ante la gran oportunidad de dar respuestas articuladas y multisectoriales, con una perspectiva descentralista, y de esta manera se pueda fortalecer la institucionalidad y desarrollar capacidades de los actores. Ello exige sacar lecciones de las valiosas experiencias, de la elaboración de narrativas y argumentos  desde la diversidad territorial, de un diálogo permanente donde se discutan los temas de fondo y se pueda aprender a convivir y superar las diferencias. Este encuentro y pacto por la educación es posible si damos pasos firmes hoy en pos del largo plazo, lo cual permita contar con una educación que logre el reto de la ciudadanía plena y contribuya a una sociedad democrática.

Lima, 9 de diciembre de 2020

 

Fuentes consultadas

Entrevista a ministro de educación en La República https://youtu.be/A1nqGYU50Xc

Proyecto Educativo Nacional al 2036: el reto de la ciudadanía plena http://www.cne.gob.pe/uploads/publicaciones/2020/proyecto-educativo-nacional-al-2036.pdf

Roman Aller Zárate
Licenciado en Educación (Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”). Egresado de la Maestría en Política Social (Universidad Mayor de San Marcos) y Diploma en Gestión Pública (Universidad Continental). Experto en políticas educativas. Ha sido profesor de aula, especialista y coordinador en proyectos de desarrollo, especialista en el Ministerio de Educación (en la Oficina de Coordinación Regional y en la Dirección de Fortalecimiento de Capacidades). Actualmente es parte del equipo técnico del Consejo Nacional de Educación y es autor del Blog El Ágora del Escribidor.