Edición 102

Pero miss, si es solo un juego

El problema del «cutting» en las escuelas

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Lo hago porque es un juego miss, nada más, es solo un reto… Es que ella lo hizo, yo quería saber que se siente…  lo hago porque me hace sentir mejor cuando estoy triste… ¿a quien le va importar por qué lo hago?

Son muchas las explicaciones que encontramos en el discurso de los estudiantes, cuando un día, como parte de la rutina de prevención del cutting, se tiene que revisar las orillas de las camisas blancas que llevan como uniforme; o, como parte de la higiene de las manos y el codo, cuando verificamos que muchas mangas blancas están percudidas por los juegos, el sudor y en ocasiones por manchas rosadas que cubren pequeños cortes en los antebrazos.

A ese ritual se suman las carcajadas de quienes miran y señalan a sus compañeros con el dedo: ¡Él se corta! ¡Ella está loca, por eso se corta! ¡Él también lo tiene! ¡Ella también lo quiere hacer! También las miradas tristes de quienes, en silencio, no saben que decir, más que agachar la cabeza y decir, ¡No lo vuelvo a hacer, pero no llame a mis padres! Se suelen agregar a estas escenas la cara de un profesor estupefacto, porque no se explica qué está sucediendo, porque no sabía que sus estudiantes se autolesionan, motivados por la curiosidad, el sentido de pertenencia o la angustia. El profesor perplejo dice estos estudiantes, ¡Por favor a Psicología, y que llamen a sus padres! Ahora, continuemos con la clase. ¿Señorita psicóloga ya terminó?

Así es un día de visita en la escuela.

Es en las sesiones del grupo cuando podemos responder a las motivaciones que impulsan a los chicos a realizarse cortes pequeños, grandes, superficiales y algunos medianamente profundos.

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Camila llega un día al área asustada, desesperada porque no sabía si contar o no lo que pasaba en su cabecita, con los ojos llorosos solo dice: se va a morir, quiere matarse, está en el cerro, se escapó de su casa, me está escribiendo al celular, pero ahora ya no me responde, miss necesito ayuda le prometí que no le diría a nadie, pero tengo miedo…

De pronto aparece una madre desesperada, manifestando que nadie hace nada por ayudarla, que su hija se había escapado de casa aquel día de madrugada, y que no había ido al colegio, y que no sabía dónde podía estar. Alarmando a todos los estudiantes ante sus gritos y llanto desesperado, su hija se quería morir porque había terminado la relación con un estudiante días atrás, según se enteró la madre.

Empezamos por identificar cual había sido su último mensaje, su última ubicación era el estadio de la comunidad. Sin pensarlo salimos en su búsqueda, alertando a los servicios de salud. Cuando llegamos el estadio había solo dos lugares donde podría estar oculta, corrimos a esos lugares, dimos con una puerta de madera gastada por el tiempo. Había una botella de agua con un líquido que contenía veneno para ratas. Lo había ingerido, estaba convulsionando. Gritamos por ayuda y se acercaron un par de señores, su hermana corría a los lejos. En un mototaxi fue trasladada al centro de salud, por medio de un lavado gástrico se le pudo salvar, llegamos justo a tiempo.

En el colegio, todos decían que estaba loca, que por eso hizo eso, que la familia tenía la culpa, que no vivía con sus padres. La familia decía que era por culpa del enamorado que la había dejado. Camila y su amiga quien se había intentado suicidar, no asistieron a clases durante un mes, temiendo las habladurías de sus compañeros, de los profesores y hasta de la gente del pueblo.

El Ministerio de Salud (Minsa) en el 2019 reveló que el 30% de adolescentes, entre los 12 y 17 años, considera que el suicido es una salida a sus problemas, generalmente enmarcados en conflictos familiares y decepciones amorosas. Entre los años 2016 y el 2023 el número de intentos de suicidio se ha incrementado, presentando variaciones por años para cada DIRESA. Es así como en el 2024 se registraron 1,753 casos.

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Foto: Andina

Historias, datos, cifras, nos hacen reflexionar. La escuela es un terreno en el que los adolescentes ponen en escena su repertorio, grande o pequeño, de habilidades socioemocionales que han ido adquiriendo en casa, en su comunidad. Sostenemos adolescentes que vienen con diferentes historias cargadas en su mochila, tantas como las materias curriculares que llevan dentro.

Analizar el cutting o cortes en la piel que se auto infringen los estudiantes son hechos a los que, la mayoría de las veces, les pasamos un pañito tibio, cuando no respondemos a ellos con indiferencia. Quizás pensamos que lo hacen para llamar la atención y no resuenan en nuestro ejercicio como profesores. Es una responsabilidad ética y social al menos intentar comprender las causas, la función que le asignan a este acto, lo que les está sucediendo a nuestros estudiantes. ¿Se han preguntado si el cutting es un intento de suicidio? ¿Se han preguntado si es un fenómeno grave al que debamos prestar atención? ¿Saben si afectara a los estudiantes en sus aprendizajes?

El acto de cortarse es un clamor para conseguir un lugar significativo en la vida del otro, de ese otro a quien se desea intranquilizar para ver si así logran ser vistos y reconocidos. ¿Cómo estamos vinculándonos con nuestros estudiantes en el aula y fuera de ella? ¿Cómo ellos se estarán vinculando con sus familias? Porque, así como hay causas, hay también efectos sociales, culturales y psicológicos.

Quienes trabajamos con adolescentes sabemos que cuando se produce una crisis, confluyen una serie de significaciones conscientes e inconscientes, producto de los duelos propios de este momento de desarrollo, el duelo por la identidad infantil, por el cambio de su cuerpo, por la caída de los padres idealizados, por la sexualidad.

Antes de emitir juicios al respecto como profesores debemos tener en cuenta que los adolescentes buscan ser notados, recuperar protagonismo —sobre todo en instituciones donde solo son uno más del montón— por lo que necesitamos cuidar el efecto de nuestras palabras, del significado de lo que les decimos, del efecto que conlleva en sus decisiones. Puede ser un mal-decir o un buen-decir… ¡Está perdida! ¡Es lento! ¡Es un malcriado! ¡Es un flojo! ¡No tiene remedio! ¡Es inteligente! ¡Es bueno!

Los cortes en la piel pueden ser en los brazos, las muñecas, las piernas, cadera, y pecho, lugares que se pueden esconder con facilidad. Entonces, ¿es el cutting un intento de suicidio? Algunos nos estamos planteando esa pregunta, al ver como la amiga de Camila paso de autolesionarse, al intento de quitarse la vida.

Si la ideación o el intento de suicidio pasa al acto de cutting, en el que no hay intención de quitarse la vida, pero si un acting out, una forma de pedir auxilio en la que los estudiantes se autolesionan, entonces su piel habla lo que no pueden decir, lo que no logra llevar a la palabra, habla de lo que ocurre fuera y dentro de sí mismos, en lo social y afectivo. De ese modo, es una acción para ser visto, para que el otro le dé un lugar en su afecto, para que pueda ayudarlo a reparar los vínculos y los posibles traumas de su realidad y experiencia.

Los estudiantes que realizan el cutting no cuentan con recursos internos para resolver su angustia, pue aparece en un momento en el que están desarrollando y construyendo su identidad. Ese ha sido el caso de la amiga de Camila, que demandaba amor, atención, cuidados, sin embargo, ante la falta de respuesta del otro (en este caso los adultos), es que puede cambiar a otras expresiones más lesivas e incluso la ideación suicida.

Es por ello que la INTENCIONALIDAD debemos tenerla en cuenta.

Como profesores ¿Cómo podemos acompañarlos? Es importante dejar el tabú, dejar de lado los prejuicios y estereotipos negativos del cutting o de las autolesiones, para no sesgar la problemática y poder hablar de ello abiertamente, es un tema de salud mental dentro de las escuelas y no podemos ser ajenos a ello. La desinformación y la confusión en relación con el cutting nos hace ser indiferentes, nos impide ver como podría estar afectando, además, los aprendizajes de los estudiantes.

Podemos a partir de ahora darle otro sentido a las autolesiones de nuestros estudiantes. Como profesores, todo espacio con las familias es oportuno para fomentar en ellos el cuidado, el autocuidado, en las madres y en otras figuras que los acompañan, más aún si estén atravesando problemas de autolesiones. En nuestra práctica docente podemos construir sentidos saludables para relacionarnos, en nuestro ejemplo y en la manera cómo lo hacemos. Así podemos construir una ruta en conjunto que nos permita afrontar este tipo de acontecimientos.

Si conocemos que es el cutting podemos ayudar a elaborar estrategias de relación entre familia y escuela, que permita abrir un camino para enfrentar el malestar, el conflicto y el sufrimiento con una mirada de cuidado y apoyo mutuo. Visibilicemos la necesidad que tienen las familias y brindemos una respuesta que suponga la mejora positiva de nuestros estudiantes. A través del dialogo y la escucha activa, ambas partes podemos sostenernos.

Identificar los factores de riesgo a tiempo en las escuelas puede prevenir situaciones que no tengamos que lamentar después. Por lo mismo, es una responsabilidad social y ética cuidar nuestra salud mental como educadores para cuidar también la de los adolescentes.

Puno, marzo de 2025

REFERENCIAS:

Santiago Flores Correa S. (2017) Cutting o cortes en la piel: una practica que habla. Revista Poiésis, (32), 94-100.
Situación epidemiológica de los intentos de suicidio en el Perú (2024). Centro Nacional de Epidemiologia prevención y control de enfermedades.
Angèlica Ñañez, Aleix Caussa Bofill & Mariona Estrada Canal (2020). Autolesiones en niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Guía de navegación para madres, padres y otras figuras que acompañan a niños, niñas, adolescentes y jóvenes con una problemática de salud mental.

Ivón Rossel
Es experta en desarrollo socioemocional, titulada en Psicología por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Ha ejercido como psicopedagoga en centros de educación inicial; como psicóloga en el Centro de Rehabilitación Integral de Arequipa (COFARI); en el colegio JEC José Carlos Mariátegui y en la Defensoría Municipal del Niño y el Adolescente (DEMUNA) de Sandia (Puno). Es actualmente especialista de Convivencia Escolar de la UGEL Sandia e integrante del equipo técnico del programa Horizontes de la Unesco, dirigido a adolescentes de Instituciones Educativas rurales, y está a cargo del componente de habilidades socioemocionales y protección.