Edición 25

Planificar el aprender: algunas consideraciones teóricas

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Carlos Yampufé / Para EDUCACCIÓN

Las ideas en las que baso este artículo las he tomado de las presentaciones de Luis Guerrero Ortiz y Lilia Calmet Bohme, sobre la planificación de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Son, sin embargo, una adaptación personal. 

Concepción Lineal de la planificación del aprendizaje

Vamos a compartir algunas ideas sobre el concepto de planificación curricular. Una buena ilustración para tratar el tema es la partida de ajedrez. Si alguna idea tenemos sobre este juego milenario, pues imaginemos un tablero de ajedrez en posición de inicio, es decir la partida no ha empezado. Los profesores durante mucho tiempo hemos imaginado que planificar una clase es como iniciar una partida de ajedrez en posición de inicio, es decir el juego empieza estando situados todos en la misma línea del partidor, las fichas blancas alineadas y las fichas negras alineadas de igual modo. Más aún, hemos imaginado que planificar una clase significa que las fichas negras (estudiantes) no juegan, de tal manera que las fichas blancas (docentes) tienen el terreno libre para poder mover peones, alfiles, caballos y torres a discreción, a esa fantasía le vamos a llamar una “concepción lineal de la planificación”, es una planificación basada en nuestros deseos, es decir una planificación que enfoca principalmente que es lo que el docente quiere decir y quiere hacer.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

En la concepción lineal de la planificación, el docente parte de una fantasía de que puede controlar la clase, la fantasía del control implica que uno entra al juego sin un plan “B” ya que no se necesita porque el supuesto es que los estudiantes son homogéneos, que todos tienen el mismo estilo y ritmo de aprendizaje, y niega los intereses, inquietudes, necesidades diversos de los estudiantes. ¿Qué pasa cuando sucede algo que perturba la clase? La reacción natural del docente es extinguir lo sucedido. Sucede mucho en clase que cuando el propósito y estilo de enseñanza del docente no se articula con la demanda y estilo de aprendizaje de los estudiantes, la sesión no se vuelve significativa, al contrario se convierte en aburrida y sin interacción, por lo que no se logran los propósitos esperados, es allí donde muchas veces los estudiantes al no encontrar la clase significativa para ellos, buscan alguna otra forma de hacer algo y ese algo se convierte en “indisciplina” que tratamos inmediatamente de eliminarlo, caso contrario se va perdiendo autoridad y respeto del estudiante hacia el docente y ni siquiera llega a un proceso receptivo de trasmisión de información, menos aún a desarrollar capacidades y competencias.

Tomar el control total del juego de ajedrez, supone tomar ese control que los docentes queremos que exista en el aula, la supuesta disciplina que consiste en que todos estén quietos y muy atentos a lo que decimos y hacemos. Cualquier intento de resquebrajar este clima en el aula será rápidamente aplastado y en todo caso culminará con la expulsión del estudiante que se atrevió a hacerlo.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz
Fuente: Luis Guerrero Ortiz

Otra analogía a modo de ejemplo es el de la locomotora. Hace mucho tiempo, aunque aún en algunos lugares todavía funciona, se usaba para movilizarse y viajar tramos largos de una ciudad a otra. Así pues, cuando la locomotora enciende e inicia su recorrido, va adquiriendo cada vez mayor velocidad y no se detiene por el camino, los pasajeros que se encuentran en los vagones no pueden bajar del tren en marcha, salvo con el altísimo riesgo de caer y sufrir heridas o incluso la muerte. Posteriormente, el tren solo se detiene en su destino final. Así mismo en esta concepción lineal de la planificación curricular, el docente aplica su plan, inicia las acciones de enseñanza fijándose de lo que debe avanzar y no mira para atrás, no se recogen muertos ni heridos en el proceso de enseñanza, sigue adelante, solo se detiene al final del proceso cuando solo se puede comprobar quienes quedaron y quienes se cayeron.

En este caso y con este tipo de planificación tenemos como insumos al currículo nacional, regional e institucional, rutas y programaciones elaboradas que las adecuamos según lo que pensamos y creemos que debe ser, pero ¿y cuando tomamos en cuenta al estudiante en la planificación? Nos olvidamos de ellos, ellos no cuentan, cuentan solo al momento de realizar las sesiones y para “comprobar” el logro de los aprendizajes, no nos detenemos a mirar las señales que nos dan para saber si debemos seguir avanzando o buscar otras alternativas para lograr el aprendizaje, solo evaluamos con respecto de lo que planteamos, sin tener en cuenta sus características y las condiciones tanto internas como externas que afectan al aprendizaje.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

Concepción Circular de la planificación del aprendizaje

Si tuviéramos el tablero de ajedrez ya no en posición de inicio, sino con una partida ya empezada, lo que llamamos en el juego medio, las fichas blancas y negras ya han hecho sus primeros movimientos y el tablero está configurado de una manera muy particular, en esa situación se pude decir que le toca jugar a las fichas blancas (docentes), pero estas fichas ya no pueden mover sus piezas a discreción, el tablero está enredado, las fichas negras (estudiantes) ya jugaron y están activas, entonces las fichas blancas antes de hacer su movimiento tienen que pensar, tienen que analizar la situación, sus posibilidades y limitaciones, es más tienen que pensar cómo ven el tablero las fichas negras, ya que si las fichas negras hacen un movimiento, hay que tratar de anticipar cual será la respuesta de las fichas negras, a esta manera de enfocar las planificación le vamos a llamar una “concepción circular de la planificación” ya que es de ida y vuelta, las fichas negras ya no son invisibles, están visibles y activas, ya han jugado y están posicionadas en el tablero y podrían ganar si es que las fichas blancas hacen algún movimiento en falso, es decir no somos los únicos jugadores en el terreno, hay otros jugadores que tienen voluntad e inteligencia y no necesariamente coinciden con nuestra voluntad.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

En la concepción circular de la planificación, el docente tiene que incorporar un concepto distinto, el concepto de incertidumbre como inherente al enfoque circular de la planificación, ya que como se ha dicho es de “ida y vuelta” el docente tiene que estar todo el tiempo dialogando con la realidad, recogiendo información y ratificándose en sus decisiones o corrigiéndolas. Por supuesto, adoptar un enfoque circular de la planificación exige de un docente alerta, con los ojos bien abiertos y que esté atento a lo que ocurre delante de él.

Cuando el docente diseña una estrategia se supone que debería diseñarla considerando no solamente lo que el docente quiere enseñar, también quienes son los que van a aprenderlo y de cuantas formas posibles podrían acceder a eso que se necesita que aprendan, estas tres cosas tienen que permitir al docente imaginar un proceso y ese proceso puede durar tres días, tres meses, medio año, un año o el ciclo de dos años. El docente debe aceptar que el escenario del aula es incierto, por ello debe contar con una estrategia flexible y estar atento a la retroalimentación (preguntas, respuestas acertadas o erradas, productos, etc.) que los estudiantes le ofrezcan, y ser el as de la improvisación creativa / tener siempre un as bajo la manga, esa capacidad de improvisación no supone ir a clases sin planificar y realizar la sesión de acuerdo a que es lo que suceda, supone diseñar sobre la marcha estrategias adecuadas para atender las necesidades, demandas e intereses de los estudiantes que surgen inesperadamente durante el proceso.

Aquí la estrategia permite dar una mirada panorámica del proceso, las metodologías ayudan al docente a realizar determinadas actividades al interior de ese proceso en función de objetivos muy precisos, entonces el docente necesita tener una estrategia y puede elegir una metodología pero debe tener una repertorio mayor de planes, un plan “B”, plan “C”, plan “D”, etc. para ello tenemos un concepto muy importante que los docentes debemos incorporar, es el de “retroalimentación” que consiste en recoger información del camino para tomar nuevas decisiones.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

Si el docente en clase recibe señales positivas, sigue adelante, pero si recibe señales negativas entonces el docente debe analizar las otras posibilidades y ver qué otras opciones tiene a mano para tomar decisiones. Debemos como docentes centrar la atención en la información que nos proveen los estudiantes, para redireccionar la estrategia. Aquí debemos tener los ojos bien abiertos ya que se corre el riesgo de que el aprendizaje al contrario de lograrse, se puede convertir en nocivo, puede ser inefectivo o generar retrocesos en el aprendizaje.

En una clase el docente hace una propuesta que ha planificado y se supone que todos los estudiantes deben asistir y se deben subir a ese tren, si alguien se baja, el docente puede tener dos opciones: o deja que se vaya el estudiante o ve qué hace para que se vuelva a subir. La segunda opción supone trabajar con retroinformación, el docente está todo el tiempo recogiendo información para que todos puedan aprender, no puede permitir que alguien se baje del tren y ojo, subirse al tren es un acto voluntario, subirlo del cuello no vale ya que lo más probable es que se vuelva a bajar.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

Se podría imaginar algo así como un circuito en el que un docente está razonando de manera circular todo el tiempo la aplicación de sus planes de clase, el docente analiza el caso presentado, evalúa sus opciones, establece sus objetivos, diseña una estrategia, elabora un programa, ejecuta las acciones previstas, observa el desarrollo del proceso  y eso lo lleva nuevamente a repetir el círculo, aquí los momentos del “ciclo de Deming” cobran importancia: (1) Planificar, (2) Hacer, (3) Verificar y (4) Actuar. Este circuito no puede parar, solo se detiene cuando el aprendizaje ocurre y se planifica uno nuevo.

Fuente: Luis Guerrero Ortiz.
Fuente: Luis Guerrero Ortiz.

Dilema de la planificación:

Este dilema atiende a la siguiente pregunta: ¿se puede diseñar y controlar el futuro? Es decir ¿basta con que hagamos una muy buena planificación del aprendizaje? Al parecer no es así, necesitamos sí partir de esa planificación (ya que no es cierto que no se deba planificar), debemos tener en claro tres cosas:

  • ¿Qué aprenden? Los aprendizajes demandados por el currículo para su nivel y modalidad, así como los conceptos básicos de las disciplinas comprendidas en el área curricular que enseña.
  • ¿Quiénes aprenden? Para poder hacer este diálogo entre lo que el docente pensaba y las características de los estudiantes y sus contextos.
  • ¿Cómo aprenden? La Pedagogía con los enfoques, criterios y estrategias pedagógicas necesarias para diseñar un proceso pertinente, así como las didácticas, o sea las metodologías, recursos y materiales más apropiados para los aprendizajes que debe enseñar.

Lo importante es transitar de una forma de planificación curricular clásica o lineal, hacia la planificación circular o lo que se prefiere denominar como “diseño de procesos pedagógicos”, el pasar a esta nueva propuesta de diseño de procesos pedagógicos tiene un sentido que consiste en entender un proceso de retroalimentación que requiere de lo siguiente:

  • Requiere un manejo circular del tiempo, no lineal donde lo principal es poder prever alternativas.
  • Se prepara para afrontar un margen de incertidumbre, con mucha claridad para enseñar, debemos tener la flexibilidad para cambiar en el momento.
  • Enfoque sistémico de la planificación.
  • Estudiantes como sujetos activos del aprendizaje.
  • El proceso de enseñanza y aprendizaje debe ser eminentemente interactivo.

Planificación como Hipótesis de Trabajo

Al responder la pregunta ¿cómo planificar el aprendizaje? seguramente algunos docentes dirán que consiste en llenar un formato. Normalmente, nuestra cabeza dice que planificar tiene que ver con llenar esos cuadros o formatos. Pero la concepción de planificación no parte de este supuesto, el llenar un formato es la consecuencia de planificar, la planificación realmente es el acto de reflexionar sobre aquello que queremos que nuestros estudiantes logren aprender, entonces se convierte en un acto de anticipar, es decir, cuando uno habla de planificar lo que está haciendo es anticipar posibles actividades que nos llevarían a alcanzar algunos aprendizajes.

Es que, en realidad, la planificación es una “hipótesis de trabajo”. A quién no nos ha pasado, hacemos la mejor planificación, nos pasamos toda la noche planificando, organizando todos los recursos, secuenciando las actividades, todo perfectamente hecho, y llegamos al aula con esta hipótesis que al final resultó falsa, porque nuestros estudiantes no respondieron a la situación que le estamos dando, pues de repente no tenían los prerrequisitos, o sabían más de lo que esperábamos, o comienzan a leer el texto y ahí notamos que el texto tiene demasiada dificultad para lo que queríamos lograr.

Entonces, si decimos que la planificación es el acto de anticipar y de generar hipótesis, la planificación debe tener dos características: ser “flexible” y “abierta” ¿A qué nos referimos? Alguno podría decir si solo es anticipación y es una hipótesis, entonces  ¿para qué planificamos? No se podría decir eso porque enseñar es tan complejo, que debemos tener el tiempo para decir, bueno, si hago esta actividad cómo podría funcionar, si hago este material o me va a sobrar tiempo, vamos a tener que hacer otra actividad. Esta planificación tiene que ser flexible porque imaginemos si hemos dicho que nos vamos a demorar veinte minutos para leer un texto y los chicos se están demorando más para leer y no son 20 minutos ¿Qué vamos a hacer entonces? ¿Decimos, “lo siento, cerremos todo, pasamos a la siguiente actividad”? De ninguna manera. Es decir, debe ser flexible en tanto son posibles cursos de acción que permiten ir manejando la sesión. Es por ello que el docente debe tener la capacidad técnica necesaria, conocer la pedagógica y la didáctica, saber que actividades funcionan o no para diferentes situaciones, tener los conocimientos de las disciplinas curriculares, de las características de nuestros estudiantes, pero también debe saber “olfatear” que es lo que requieren los estudiantes y generar un clima propicio para el aprendizaje. La planificación debe también ser abierta ya nos que permite incluir otras actividades, nos permite evaluar lo planificado y generar algún tipo de cambio.

La Enseñanza

Vamos a tomar en cuenta lo que es nuestra labor esencial, la de enseñar, para lo cual tenemos que recordar que la principal idea de la planificación es que los docentes no podemos estar pensado siempre en el control total. Es imposible tener el control del aprendizaje en nuestras aulas, debemos aprender a navegar en la incertidumbre, saber que no jugamos las fichas blancas solas, para poder enseñar debemos considerar las fichas blancas y negras, es decir una interacción, si no entendemos esto, no podemos llegar hasta la enseñanza. Además, la enseñanza tiene que ver con el cómo entendemos el conocimiento: ¿como elementos a trasmitir o como desarrollo de competencias?; así como del aprendizaje, donde se juegan cuestiones como el pensamiento de los estudiantes, sus posibilidades cognitivas, sus emociones, el contexto, la cultura y la historia de cada uno.

Para definir adecuadamente la enseñanza debemos tener en cuenta la pregunta ¿Cuál es el tipo de docente que imaginamos? Podríamos imaginar a ese docente que tiene todo en su cabeza, es decir, un libro andante, manejando un montón de datos, donde tiene claro el currículo y la metodología, que sabe si esto va a producir el aprendizaje y qué es lo que luego vamos a evaluar. Si esa es nuestra imagen del docente, entonces deberíamos transitar hacia otra: la del docente en permanente vínculo con sus estudiantes, que sabe articular el currículo, las estrategias de aprendizaje y la pedagogía. Por que es a partir de ese vínculo que podemos decidir cuáles serán las mejores metodologías a utilizar y las formas de evaluar. Tengamos en cuenta que la evaluación no solo sirve para certificar, sino que nos debe llevar a pensar cotidianamente si lo que he hecho en clase me sirve para que los estudiantes aprendan o si la estrategia que utilicé fue la más adecuada. Entonces la evaluación va a aportarnos mucho para ir corrigiendo la enseñanza, dejará de colocarse solo al final y de utilizarse solo para llenar las libretas.

Dilema de la enseñanza:

¿Se pueden conjugar intereses diversos en torno a una aspiración común? Al parecer sí, creemos que podemos aspirar juntos a lograr determinados aprendizajes o alcanzar determinadas competencias, pero esto se puede dar conjugando los diversos intereses que pueden mostrar nuestros estudiantes. Para ello es fundamental recordar que el clima en el aula es quizá el elemento más importante para generar reales aprendizajes. Debemos generar calidez en el trabajo de aula, si no generamos este ambiente donde los docentes y estudiantes nos sintamos cómodos, el aprendizaje, por más planificación perfecta que hayamos hecho, nunca se dará.

Debemos transitar hacia estos nuevos desempeños, de una aplicación ciega y literal a una conducción interactiva de los procesos, el mismo que requiere:

  • Motivar continuamente el deseo de aprender, proponer algo que fluya con su pasión por el aprendizaje, por el arriesgarse al promover situaciones desafiantes.
  • Exige perseverar en el propósito confiando y dando seguridad, aprender en un ambiente cómodo, así realmente va a poder aprender.
  • Exige al docente observación atenta y reflexiva, lo que implica que los docentes no solo estemos mirando la pizarra o la programación, sino principalmente a los estudiantes, pensando en ellos, en sus posibilidades y limitaciones, cómo puedo orientarlos, etc.
  • Exige adaptar tiempos y modos a cada necesidad y diferencia, lo que prima es la posibilidad de aprender. Entonces vale más que nos tomemos el tiempo y tomemos en cuenta cada necesidad y diferencias entre cada uno de los estudiantes, antes que la obsesión por cumplir con la programación sin mirar a los estudiantes.

Todo esto implica que transitemos del protagonismo en el docente a un alto nivel de interacción entre docente y estudiantes, transitar de una idea de enseñanza homogénea, tratando a todos por igual, creyendo que todos pueden aprender lo mismo al mismo tiempo, a la atención a la diversidad y diferencias; y que, por último, transitemos de la evaluación solo para la calificación a otra que aporte información para retroalimentar nuestro trabajo pedagógico y saber qué cosa nos ha funcionado y qué no, para lograr que todos aprendan

Aspectos esenciales de la planificación:

En concreto, planificar es un acto de anticipar, organizar y decidir los cursos que queremos que tengan nuestras sesiones de enseñanza y aprendizaje, pero como es una hipótesis de trabajo debe ser flexible y abierta, siendo los aspectos esenciales los siguientes:

  • Estudiantes: ¿Cuántos son? ¿cómo son? No solo referirse a cuanto saben o no saben, sino también su contexto cultural, qué dificultades y qué habilidades tienen para poder generar actividades diferenciadas con la finalidad de que nadie se quede atrás y los que van yendo más rápido tampoco se aburran. Cuántas veces hemos tenido estudiantes de los que hemos dicho ¡uy que mal se porta! Pero muchas veces se portan así porque están aburridos y lo que hacemos es decirle que haga lo mismo que sus compañeros y lo sienten como castigo.
  • Aprendizajes: Debemos tener claro que es lo que los estudiantes tienen que aprender, para ello es necesario conocer a profundidad las competencias, capacidades y campos temáticos que se requieren.
  • Pedagogía: los docentes debemos estar actualizados en las diferentes teorías y enfoques que brindan soporte al proceso de enseñanza y aprendizaje, conocer de las didácticas específicas según los enfoques de las áreas curriculares.

Chiclayo, 10 de octubre de 2016

Carlos Yampufe Requejo
Licenciado en Educación, en la especialidad de Matemática, en la Universidad Mayor de San Marcos. Ex miembro del Consejo Nacional de Educación y actualmente Director en la Institución Educativa N° 10117.