Edición 100

¿Qué implementamos?, ¿cambios o mejoras?, ¿planes o estrategias?

En el ámbito educativo, la distinción entre planificación y estrategia es crucial

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En un momento de ocio, me encontré con un video titulado “A plan is not a strategy” (“Un plan no es una estrategia”), en el cual Roger Martin explora la diferencia crucial entre listar actividades con recursos y tiempos asignados y crear una estrategia dinámica. Esto me llevó a cuestionar si, en el ámbito educativo, realmente aplicamos estrategias o simplemente nos limitamos a planificar.

INTRODUCCIÓN

Roger Martin, un destacado experto en gestión, expone la problemática de equiparar “planificación” y “estrategia”, dos conceptos que a menudo se utilizan indistintamente, pero que en realidad presentan diferencias sustanciales. Martin subraya que mientras la planificación se refiere a una secuencia de actividades organizadas, la estrategia constituye un conjunto cohesionado de decisiones que, en su conjunto, dirigen a una organización hacia un objetivo común. Esta distinción no es meramente académica; es fundamental para asegurar la efectividad a largo plazo, la adaptabilidad de nuestras iniciativas educativas y la calidad y mejora continua en nuestras organizaciones.

En el ámbito educativo, es común que los proyectos se inclinen más hacia la planificación que hacia la adopción de verdaderas estrategias. Esto plantea una interrogante crucial: ¿cómo podemos transformar nuestra cultura de planificación en prácticas estratégicas, utilizando metodologías más activas, ágiles y eficaces? La respuesta reside en una comprensión profunda del sistema educativo, la exploración de metodologías dinámicas y la revaluación de las estrategias de participación comunitaria.

COMPRENDIENDO EL SISTEMA

El término “sistema” se refiere a un conjunto de componentes interrelacionados que trabajan conjuntamente hacia un objetivo común. En el contexto educativo, un sistema abarca diversos niveles jerárquicos (región, provincia, escuela) y componentes (área pedagógica, administrativa, legal, entre otras). Para diseñar estrategias efectivas, es imprescindible entender estos componentes y niveles en su totalidad.

Comprender la definición del sistema implica tomar decisiones que consideren el impacto transversal que pueden tener en los diferentes componentes y niveles del sistema. Por ejemplo, muchas Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL) tienden a abordar las necesidades de aprendizaje de sus docentes mediante capacitaciones. No obstante, un problema recurrente es que estas capacitaciones suelen ser impartidas por agentes externos que, en muchos casos, desconocen las necesidades específicas de ese territorio y de sus docentes. Como resultado, las capacitaciones se estandarizan, perdiendo efectividad e impacto.

Además, la falta de comprensión de las acciones implementadas por otras unidades o niveles del sistema puede derivar en una sobrecarga para los docentes, afectando su bienestar y, en última instancia, la calidad de su enseñanza. Esto se traduce en varios desafíos:

  • Sobrecarga de trabajo para los docentes, que dificulta la adquisición de aprendizajes significativos.
  • Sobrecarga para quienes gestionan las capacitaciones, dificultando el monitoreo de su calidad.
  • Confusión entre los docentes debido a la proliferación de metodologías y expectativas no alineadas.
  • Desperdicio de recursos en capacitaciones de bajo impacto.

En resumen, para considerarnos un sistema educativo coherente, es crucial que nuestras acciones estén alineadas con el propósito común que compartimos, como el Proyecto Educativo Nacional (PEN). Asimismo, es necesario comprender las acciones emprendidas por otros niveles y componentes del sistema para asegurar coherencia, evitar duplicación de esfuerzos, y orientar nuestras acciones hacia la complementariedad.

EXPLORANDO METODOLOGÍAS

Los Sistemas de Gestión de la Calidad (SGC) definen la calidad como el grado de satisfacción con respecto a la constitución, forma y desempeño de un bien, determinado por su contexto espacial y temporal. Este último aspecto es crucial, dado que vivimos en un mundo acelerado donde las percepciones de calidad evolucionan constantemente. Por ejemplo, hace algunos años, el dominio de una computadora o del idioma inglés se consideraba una ventaja competitiva; sin embargo, hoy en día ambos se han convertido en necesidades básicas.

La rapidez con la que avanza la sociedad exige también una adaptación rápida de los individuos, lo que convierte los criterios de calidad en elementos dinámicos y en constante evolución. En este sentido, y para garantizar la calidad, el ámbito educativo ha adoptado metodologías más eficaces que permiten responder de manera oportuna y pertinente a estos cambios, apropiándose de enfoques utilizados en los negocios y en el marketing. Dos ejemplos claros y ampliamente reconocidos en nuestros sistemas educativos son el Diseño de Experiencia del Usuario (UX Design) y el Pensamiento de Diseño (Design Thinking). Ambas metodologías se centran en la satisfacción del usuario y en la mejora continua mediante iteraciones o ciclos precisos y eficientes.

Ciclo de Deming

El ciclo de Deming (PDSA: Planificar, Hacer, Estudiar, Actuar), se aplica de manera efectiva tanto en el aula como en la gestión educativa y en la mejora progresiva de proyectos. Este ciclo facilita la identificación de problemas, el diseño de propuestas de mejora, la implementación de acciones y el análisis de resultados para tomar decisiones informadas. La documentación sistemática de estos procesos es fundamental para diseñar teorías de aprendizaje replicables y transferibles.

Lean Six Sigma

Lean Six Sigma es una metodología que combina los principios de Lean y Six Sigma para optimizar procesos mediante la eliminación de desperdicios y la reducción de la variabilidad, es decir, de las diferencias que se pueden encontrar en los múltiples componentes y niveles del sistema. Lean se enfoca en mejorar la eficiencia al eliminar actividades que no agregan valor, mientras que Six Sigma utiliza herramientas estadísticas para mejorar la calidad y la consistencia de los resultados. La integración de ambas metodologías en el contexto educativo no solo mejora la gestión de recursos, sino que también fortalece las competencias profesionales al promover un enfoque sistemático y basado en datos para la mejora continua.

PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA

La mejora continua en el ámbito educativo exige un cambio radical en la cultura organizacional, un cambio que solo puede lograrse a través de la participación activa de todos los actores del sistema educativo. Es importante destacar que la cultura organizacional no se transforma simplemente mediante la implementación de proyectos aislados, sino a través de pequeñas acciones diarias y consistentes en la organización.

Para construir esta cultura, es fundamental desarrollar un entendimiento compartido del sistema, sus objetivos y metas, asegurando que todos los actores comprendan y manejen definiciones operativas comunes (es decir, un entendimiento compartido de las acciones o terminología clave). Además, es vital fomentar un ambiente laboral que abrace la vulnerabilidad, promoviendo la asistencia y el soporte mutuo. Este enfoque permite a los individuos enfrentar mejor sus debilidades, incentivándolos a reinventarse y a mejorar constantemente. A partir de este proceso de autoconocimiento y mejora, los equipos se fortalecen, se permiten redefinirse y abordan los desafíos como oportunidades significativas de mejora.

Invertir tiempo en conocer a las personas, identificando los aspectos que pueden ayudarlas a alcanzar su máximo potencial dentro de la organización, es esencial para formar hábitos que faciliten la autonomía y la sostenibilidad de ideas innovadoras. Una estrategia valiosa para abordar la frecuente resistencia al cambio en las organizaciones educativas es diseñar perfiles basados en los principios del Diseño de Experiencia del Usuario (UX Design). Esta metodología permite personalizar las intervenciones y adaptarlas a las necesidades y expectativas de los diferentes actores del sistema.

Aunque esta perspectiva que combina vulnerabilidad y soporte requiere tiempo y esfuerzo, los resultados a mediano y largo plazo son significativos, no solo en términos de calidad y equidad educativa, sino también en cuanto a una visión integral y coherente del sistema.

CONCLUSIONES

En el ámbito educativo, la distinción entre planificación y estrategia es crucial, pues define el alcance y propósito de nuestras acciones. Mientras que la planificación se limita a la organización detallada de actividades, la estrategia establece un marco cohesivo y adaptativo que orienta la toma de decisiones hacia objetivos a largo plazo. Para transformar efectivamente nuestras prácticas educativas, es imperativo abandonar la visión reduccionista que considera la planificación como un fin en sí mismo, y adoptar un enfoque estratégico integral.

La comprensión profunda del sistema educativo, con sus múltiples niveles y componentes, es esencial para diseñar estrategias efectivas. Aplicar metodologías dinámicas como el ciclo de Deming, Lean Six Sigma y el UX Design no solo optimiza los procesos, sino que también asegura la adaptabilidad y la calidad continua en nuestras prácticas educativas. Estas metodologías permiten crear un entorno donde cada decisión está alineada con los objetivos comunes del sistema, garantizando así la coherencia y eficiencia de las acciones implementadas.

La participación activa de la comunidad educativa es el pilar que sostiene la transformación cultural necesaria para la mejora continua. Al involucrar a todos los actores en el proceso de cambio, se supera la resistencia y se fomenta un entorno donde la mejora es vista como una oportunidad constante. Esta participación, junto con un enfoque estratégico bien articulado, fortalece la gestión educativa, enriquece las competencias profesionales y mejora la experiencia educativa de todos los involucrados.

En última instancia, la clave para construir un sistema educativo más eficaz, equitativo y preparado para los desafíos del futuro radica en promover una cultura de mejora constante. Al transformar la planificación en un proceso dinámico y adaptativo, podemos avanzar hacia el logro de una educación de calidad que responda adecuadamente a las demandas cambiantes de nuestro entorno.

Lima, setiembre de 2024

REFERENCIAS

Foundstone Conversations. (n.d.). Roger Martin – What is strategy? Planning is not strategy (Full version) [Video]. https://www.youtube.com/watch?v=NkIRr5DoYus
Deming Institute. (s.f.). The Deming System of Profound Knowledge. Recuperado de The Deming System of Profound Knowledge® (SoPK) – The W. Edwards Deming Institute
Matorera, D. (2018). Quality Management Systems in Education. InTech. doi: 0.5772/intechopen.71431.

 

Kristel Oyola Carrión
Evaluadora Asociada del Centro de Diseño, Evaluación e Investigación de la Educación en la Universidad de Michigan. Gerente general de FUNGLISH PERU. Gestora Educativa con experiencia en implementación de proyectos a gran escala basado en el uso de metodologías activas. Amplia experiencia como consultora educativa para las direcciones de Educación Básica Regular, Innovación Tecnológica en la Educación, Promoción del Bienestar y Desarrollo Docente, y Educación Secundaria del Ministerio de Educación. Fue parte del equipo elaborador del Programa para el Área de Inglés del Currículo Nacional 2016. Con maestría en Estudios Educativos con especialización en Evaluación de Programas y Mejora de la investigación en la Universidad de Michigan; así como estudios de maestría en Diseño y Gestión Curricular e Innovación del Aprendizaje en la UNIFE. Especialización en Liderazgo en la Innovación y Mejora Educativa en la Universidad de Michigan.