Liz Pasco Carmona / Para EDUCACCIÓN
JL era, si no el más emocionado, el que más lo demostraba. Entramos al albergue y conoció a H, de más o menos 14 años. Claudia, líder del proyecto, los había unido por sus características y un poco de intuición. JL entraba con la energía de haber estado jugando antes y H parecía poco menos que fastidiado por tener que conversar con él: no lo miraba a los ojos, no sonreía y respondía lacónicamente. El equipo de apoyo del proyecto paseaba nervioso alrededor de los demás mentores. Era el primer acercamiento de los mentores con un grupo de niños con cáncer y queríamos que todo saliera bien. Luego de la primera media hora, todos parecían estar involucrados en una conversación o algún proyecto artístico.
Pasada la hora y media, el uno a uno[1] terminó. JL se acercó a nosotras con un rostro que luego interpretaría como de incredulidad y emoción. Nos contó que H era del pueblo donde nació y vivió su abuelo durante su juventud, y por diversos motivos él nunca lo había conocido. Nos contó que a veces dudaba de su existencia, pero que H le había confirmado casi todo lo que él le había contado. Conectaron, el primer paso para ser Yuntas.
Desde ese día, ellos se ven por lo menos dos veces al mes para trabajar, a través del arte y el juego, el sentido de posibilidad; al igual que todos los mentores y niños o niñas de los diversos proyectos de Yunta. Lo que caracteriza esta experiencia es la particularidad de cada encuentro enfocado en ayudar y –sobre todo– dejarse ayudar.
Yunta se creó en el 2013 por un trío de jóvenes arequipeños, con el objetivo de lograr un vínculo entre un mentor –amigo o amiga calificado[2]– y mentee –un niño o niña de algún contexto vulnerable– que brinde aprendizajes positivos para ambos. Trabajamos en contextos distintos: zonas rurales en Arequipa (Villa Cerrillos y AAHH José Luis Bustamante y Rivero), y zonas urbanas (Ate y San Miguel) y albergues de niños con cáncer (proyecto piloto) en Lima, todos monitoreados por Líderes y asistentes de proyectos, quienes ponen sobre la mesa los artefactos para que la magia suceda.
En este punto, es importante definir qué es el mentoring para Yunta. Y para esto tenemos una historia que se gestó en el último encuentro Lima-Arequipa: El señor Nacho, el chofer oficial de la ONG desde sus inicios, es quechuahablante y en nuestro afán por saber más palabras, caimos en la principal: Yunta. –En el argot peruano significa amigo, pata, causa, amigaso, claro- dijo alguien. –Toros que aran la tierra, pues– respondió el señor Nacho– pero sepan bien que los toros tienen que crecer juntos para ser yuntas, si los juntas así no más, no funciona. Se nos erizó la piel. Resonó. Eso es el mentoring para Yunta: dos personas que, desde sus diversas experiencias, aprenden uno del otro y desarrollan un vínculo para crecer juntos.
Tenemos una metodología de trabajo activa, que incluyen arte, juegos y rituales alineados a cinco ejes temáticos que buscan potencializar habilidades, desarrollar el sentido de posibilidad y afianzar la autoestima, no sólo en los mentees, si no también en los mentores: recordemos que si los dos no crecen juntos, no pueden ser Yuntas.
Lima, 31 de octubre de 2015
NOTAS
[1] Traducción de One on one, que describe parte de la sesión, donde el mentee y el mentor tienen un tiempo de conversación a solas. Este concepto es usado por Youth Mentoring Connection, la ONG aliada a Yunta.
[2] Los mentores de Yunta pasan una ardua selección, donde se analizan sus motivaciones y habilidades personales para enfrentar el rol de mentor.
