Fernando Llanos Masciotti / EDUCACCIÓN
En algunas sesiones, libros de texto, guías metodológicas, material digital y, en general, en la práctica pedagógica escolar, las actividades relacionadas con la reflexión crítica sobre la lectura brillan por su ausencia y se confunden con otras actividades de poca demanda cognitiva o que se relacionan con actividades literales o inferenciales o que, finalmente, nada tienen que ver con el texto leído, sino solo con sus saberes previos.
1 ¿Qué opinas acerca del cuento?
Se puede decir mil cosas y todas ser legítimamente posibles: me pareció bonito. Feo. No me gustó. Interesante. Aburrido. Divertido. Muy larga. Muy corta.
La apreciación, por sí sola, no es una reflexión crítica. Se necesitan algunos elementos para realizar una actividad de reflexión crítica:
- Que el estudiante tenga la oportunidad de justificar su respuesta (incluir el porqué de su apreciación).
- Que la pregunta o actividad planteada sea suficientemente específica.
Distinto sería una repregunta o algo más acotada y sobre la cual pueda justificar su respuesta
Propuesta 1: ¿Qué parte es la que más te gustó del cuento? ¿Y qué parte es lo que no te gustó? ¿Por qué?
Esta pregunta o repregunta implica seleccionar la escena o parte del texto que gustó o disgustó: describirla y explicar brevemente el porqué del gusto o disgusto en base a lo leído y, por supuesto, en relación a sus saberes y experiencias previas.
2 ¿Te pareció bien que Mateo rescatara a su compañero Pedro del accidente? ¿Por qué?
Esta es de esas preguntas con las que el estudiante no necesita leer el texto. Ya se le dijo todo: lo que hizo el personaje. Y es de esas acciones que son obviamente calificadas como buenas. No es una reflexión crítica sobre el texto; solo es una opinión sobre una acción contenida en la pregunta. Por otro lado, el tema en cuestión se resuelve por sí solo. Nadie en su sano juicio diría que le parece mal la actitud de Mateo. No es discutible o controversial. El estudiante no tiene que evaluar entre el bien y el mal ni tampoco tendrá que dudar ni releer la pregunta. Le parecerá bien que cualquier ser humano rescate a otro en peligro.
Aquí podríamos agregar otros dos elementos necesarios para una reflexión crítica de la lectura:
c. Que la actividad planteada no dependa solo de los conocimientos previos de los estudiantes, sino de su relación dialogal con el texto.
d. Que la actividad propuesta sea controversial y discutible.
Digamos que tenemos un cuento y en ese cuento hay un fragmento que dice:
“…Mateo supo que ese hermoso animal le había salvado a vida. Ese perro le había acompañado desde que nació y ahora, en medio de ese desierto, y con la pata destrozada, tenía que dispararle mortalmente…”
Propuesta 2: ¿Crees que la actitud de Mateo con su perro en el cuento estuvo bien? ¿Por qué?
En primer lugar, con esta pregunta le das una oportunidad al estudiante para que lea el texto, distinga la escena pertinente y pueda comprenderla bien en el cotexto de la lectura. En segundo lugar, a partir de la comprensión de la escena, el estudiante podrá analizar, evaluar y reflexionar sobre una situación difícil, debatible, controversial.
Otro caso:
Digamos que el autor escribe sobre un tema polémico. Digamos “La legalización de drogas”. El autor sostiene tres argumentos en contra de esta legalización. Y luego se plantea la siguiente pregunta:
3 ¿Estás de acuerdo con la postura del autor de este texto? ¿Por qué?
Si el estudiante está de acuerdo o coincide con el autor, legítimamente resumirá algunos de los argumentos cuando explique su postura. No tendría por qué no hacerlo. Pero no implicaría necesariamente una reflexión, sino solamente un parafraseo o copia del argumento con el que está de acuerdo. No implica mayor demanda cognitiva. En cambio, si alguien no estuviera de acuerdo, posiblemente la tarea tendría mayor complejidad, pues tendría que explicar y sustentar desde ideas propias y no del texto. Sin embargo, no podemos obligar al estudiante a que adopte un punto de vista con el que no está de acuerdo solo para exigirle algo más complejo.
De ahí, podemos deducir otro elemento necesario para la reflexión crítica:
e. Que la actividad o pregunta no lleve solo a resumir o repetir las razones de un texto.
No es muy sencillo hacer una pregunta de reflexión sobre un texto argumentativo. Pero se podría trabajar algunos ejercicios de contraargumentación. Por ejemplo:
Propuesta 3: ¿Cómo se podría refutar algunos de los argumentos planteados en el texto?
La siguiente pregunta:
4 ¿Qué te pareció el lenguaje empleado en el cuento?
En este caso, se intenta reflexionar sobre cómo se usa el lenguaje en el texto. Sin embargo, la pregunta todavía es muy general, lo que también llama a respuestas muy generales (a menos que sigamos repreguntando). Mientras más acotemos la pregunta, es mejor. Por ejemplo:
Propuesta 4: En esta parte del texto, ¿para qué sirve (paréntesis, comillas, guiones, etc.)?
En algunas partes de texto ¿por qué el autor usa (coloquialismos, citas, etc.)?
Hasta aquí algunas reflexiones sobre la reflexión crítica llevada a preguntas o actividades. Creo que la reflexión crítica sobre las ideas del texto o sobre la forma o lenguaje del texto implica una alta demanda cognitiva en la que se ponen en juego diversas habilidades como la de contrastar ideas, cuestionar acciones, ideas, sentimientos, y sustentar su posición, evaluar recursos formales e intenciones del autor, adoptar interpretaciones, analizar problemas y proponer soluciones, encontrar posibles contradicciones, reconocer el sesgo o ideología del autor en un contexto determinado, dialogar con el texto para concluir con una posición justificada.
Para un estudio mucho más riguroso sobre el tema, no dude en leer esta tesis de Adolfo Zárate: “La lectura crítica en los libros de texto de educación secundaria. Concepción y tratamiento metodológico” (2010)