Edición 6

Rol del directivo escolar en el marco de la reforma educativa

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Carlos A. Yampufé Requejo
cayare2@gmail.com
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Este año 2015 “año del fortalecimiento de la Educación” se inicia con una serie de cambios de roles y ceses en el personal directivo, docente y auxiliar de las Instituciones Educativas Públicas del Perú, todos ellos en base a la implementación de la Ley de Reforma Magisterial. Esto ha generado para unos una catástrofe laboral semejante a un “terremoto de 9 grados en la escala de Richter”, y para otros una “oportunidad de hacer carrera y desarrollarse” en lo profesional, institucional y personal.

Terremoto para aquellos docentes que por no contar con título profesional docente deben dejar las aulas y buscar una nueva oportunidad laboral. Para aquellos que lograron profesionalizarse y deben enfrentarse a una prueba para determinar si se incorporan a la carrera pública o deben dejar también las aulas. Igualmente para aquellos docentes que no fueron ratificados en la evaluación excepcional de directivos porque salieron desaprobados o porque no se presentaron a ella y hoy son ubicados en plaza docente. Asimismo (con menor intensidad para los docentes pero de gran intensidad para las escuelas), el proceso de racionalización, que pretende aplicarse de manera inflexible considerando topes mínimos de estudiantes que la mayoría de escuelas –especialmente rurales y urbano marginales- no cumplirían. Esto generaría un gran movimiento de personal en el que los posibles grandes afectados serían los docentes contratados, a quienes les están prometiendo renovarles el contrato automáticamente este año 2015.

Oportunidad de desarrollo para los docentes que están logrando reubicarse en una escala magisterial que le permita respirar económicamente con tranquilidad y seguir avanzando en esta carrera, así como para los colegas docentes que asumirán cargos directivos en plazas que quedaron vacantes, motivo de la salida de muchos de los anteriores. Uno de los grandes inconvenientes, y que cobra plena vigencia, es lograr una respuesta contundente y adecuada a la interrogante que plantea el experto Ricardo Cuenca:

¿Qué hace suponer que los directores, sin formación especializada, ni situación legal que los ordene en una carrera, harán un buen trabajo y que además este redunde en mejores aprendizajes?

Hasta hoy el rol del director escolar no ha sido sino, en su mayoría, el de recibir recursos para pintar las fachada de la escuela y revisar la asistencia del personal docente. La nueva generación de directivos ha recibido un curso de capacitación que deja aún mucho que desear en cuanto a la formación de un líder pedagógico, capaz de dar soporte al desempeño y práctica pedagógica para el logro de aprendizajes de calidad.

Ante la ratificación de solo 3028 directivos a nivel nacional y la posible situación de confrontación que se vislumbra en el proceso de relevo en el cargo directivo de quienes no aprobaron o no se presentaron a la evaluación excepcional, muchos docentes a quienes se les encarga la dirección por solo dos meses (enero y febrero) se encuentran con:

  • La dificultad de aquellos directivos que se resisten a dejar el cargo. Estos nuevos directivos de dos meses encargados tendrían que enfrentarse y luchar contra otro colega que se niega a ser relevado. Varios de los directivos salientes presentan sus medidas cautelares en las que el poder judicial ordena suspender el concurso en sus plazas mientras no exista una sentencia definitiva, otros anuncian que se aferrarán a sus cargos, pidiendo a sus docentes y padres de familia hacer causa común y no permitir el ingreso del nuevo director encargado.
  • Acción seguida, recibir y manejar con un cuidado casi quirúrgico el inventario escolar, el activo y pasivo del presupuesto preventivo, así como realizar un arqueo y corte presupuestal de la anterior gestión.
  • Otra situación de enfrentamiento y lucha contra la pared es aquella en la que el directivo de dos meses encargado debe aplicar lo normado en el proceso de racionalización docente en la que muchas escuelas podrían disminuir la cantidad de aulas por no cumplir con la cantidad mínima de estudiantes para su funcionamiento.
  • El tercer proceso que debe enfrentar el directivo de dos meses es ordenar y actualizar la documentación, en el caso de educación secundaria el cuadro de asignación de horas sin “día libre” para los docentes. En todos los niveles se debe elaborar el Plan Anual de Trabajo 2015, actualizar el Proyecto Educativo Institucional y Proyecto Curricular Institucional, así como las programaciones curriculares de aula.
  • Finalmente, cuestión fundamental, promover el buen clima escolar entre todos los agentes educativos, logrando una matrícula oportuna, y organizar el buen inicio del año escolar.

En suma, el rol del directivo de dos meses es ablandar la transición en la gestión escolar y dejar expeditos los procesos para la llegada del nuevo directivo que asumirá su cargo en el mes de marzo.

En cuanto al proceso de evaluación del desempeño y posible renovación de contrato docente, se realizaría con 2363 maestros de los más de 100 mil contratados. Eso quiere decir que el 2,4% aproximadamente de los docentes sería renovado en su plaza, ya que sólo los directores ratificados por el proceso de evaluación excepcional podrán proponer dicha renovación. La gran mayoría de plazas ocupadas en el 2014 se convertirían en vacantes para un nuevo proceso de adjudicación 2015, según el cuadro de mérito del año anterior, ya que no serían evaluados para el presente año.

El directivo que asume su cargo a partir de marzo y por tres años consecutivos (2015 – 2017) tiene la gran responsabilidad de liderar los procesos pedagógicos y llevar a la escuela al logro de las metas previstas en la mejora de los aprendizajes de los estudiantes. En este sentido, se convierte en el soporte pedagógico de los docentes, por lo que requiere especializarse en este aspecto.

Su responsabilidad llega a articular y desarrollar los diferentes ámbitos de acción en los que se desenvuelve la escuela y lograr:

  • Una Gestión Escolar democrática orientada al cambio institucional que garantice la calidad de la enseñanza y se comprometa con los aprendizajes. Es necesario que el director asuma el liderazgo pedagógico, que exista una participación democrática, con una organización abierta a la comunidad y que exista una cultura de autoevaluación y mejora continua.
  • Procesos pedagógicos que respondan adecuadamente la pregunta: ¿qué se debe enseñar?, de manera pertinente a las diferencias, desarrollando y evaluando capacidades de actuación sobre la realidad “competencias”, por indagación y en colaboración. Tenemos entonces la política curricular y la práctica pedagógica para desarrollar los procesos pedagógicos.
  • Construir relaciones humanas. Una convivencia grata, inclusiva, estimulante que acoja a todos, propiciando permanentemente la colaboración mutua; promoviendo altas expectativas y aceptando y valorando las diferencias. La convivencia debe ser democrática e intercultural.
  • Lograr un nuevo pacto social que redefina la misión de las instituciones educativas y los roles de cada uno de los agentes de la comunidad educativa, con nuevos consensos sobre qué aprender y cómo, con una gestión del saber local a favor del aprendizaje y el respeto al rol paterno de la educación.

En consecuencia el nuevo rol del Director escolar exige una mayor preparación como líder pedagógico, desde un punto de vista moderno y profesional, que le permita un desempeño integral al momento de asumir la dirección de una institución educativa pública. En ese sentido, se debe lograr una formación de directivos preparados, competentes, con capacidad para elaborar ideas, proyectos. Asimismo, cada director no solo será capaz de encargarse del manejo del personal y de recursos, sino también de liderar los procesos pedagógicos para alcanzar las metas propuestas y una buena gestión educativa.

Este perfil de Director es radicalmente diferente al anterior pues trasciende la idea de un docente que accede al cargo solo en virtud a su experiencia como profesor de aula. Si bien es cierto esto seguirá siendo un aspecto fundamental en su desempeño, también tiene mayor ponderación su preparación, la cual podrá asegurar su continuidad en el cargo. Precisamente, la nueva ley magisterial contempla la renovación de directores cada tres años, a diferencia del ordenamiento anterior, según el cual el cargo era permanente, sin límites de tiempo.

Aquí se hace necesario y de vital importancia un programa de formación de directivos que el Ministerio de Educación debe liderar. El problema es que el MINEDU ya ha demostrado fehacientemente que no es el más capaz para implementar estas propuestas. Queda entonces que las regiones se organicen y ejecuten acciones que hagan viable el contar con directivos especializados y comprometidos con la noble labor de educar a la sociedad, un Sistema Regional de formación en Gestión Escolar debe implementarse con miras a la gestión por resultados. Ahora, si no sucede esto, no se puede garantizar la mejora de la educación peruana.

Lima, 20 de enero de 2015
[Fotografía (c) MINEDU]

 

Carlos Yampufe Requejo
Licenciado en Educación, en la especialidad de Matemática, en la Universidad Mayor de San Marcos. Ex miembro del Consejo Nacional de Educación y actualmente Director en la Institución Educativa N° 10117.