Milagros Asto Sánchez / El Comercio
«Nací en Finlandia en 1958. Soy decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki y especialista en la enseñanza de física, química y matemáticas. También soy investigador senior. Aunque no lo crean, yo no era un buen estudiante».
Para muchos, Finlandia es sinónimo de buena educación. Su índice de abandono escolar no llega al 1% y suele disputar los mejores resultados en las pruebas PISA (en su última edición obtuvo el quinto puesto en ciencias, el cuarto lugar en lectura y el duodécimo en matemáticas). ¿Cómo lo hace? El finlandés Jari Lavonen –reconocido experto en el tema– destaca que en su país la educación es gratuita, que los niños finlandeses están entre los que menos horas pasan en el colegio, los que hacen menos tareas y, claro, los que empiezan a ir al colegio a los 7 años.
—En el Perú diríamos que 7 años es un poco tarde…
En la Unión Europea (UE) hay solo cuatro países donde la educación oficial empieza a los 7 años, en la mayoría de países suele empezar a los 5, 6 o incluso a los 4 años. En Finlandia tenemos una educación de preprimaria que empieza a los 6 años, pero el objetivo de esta educación es desarrollar las competencias básicas como la colaboración y la consideración con los otros. Todo ello a través de la creación de juegos. Esto es bastante importante porque los niños tienen que aprender a aprender.
—¿Y a los 7 años ya están listos para aprender?
Esto viene de una tradición bastante larga que dice que los seres humanos deberían ser responsables al momento de ir a la escuela. Además, hay investigaciones que afirman que es mejor ejercitar el cerebro a una temprana edad sin recurrir a una educación formal. También se ha comprobado que es mejor enseñar a leer y escribir a los niños a una edad más tardía porque aprenden mucho más rápido y así evitamos que se frustren.
—¿Cuáles son los errores más comunes cuando pensamos en la educación de los niños?
En muchos países, las autoridades buscan que los docentes sean efectivos y obtengan notas altas de los estudiantes en los exámenes. Sin embargo, esta concepción es bastante mala porque se centra en los exámenes y los exámenes evalúan cosas que se pueden medir, como la memoria u otras destrezas bastante simples. Muchos profesores o familias creen que eso es lo principal y al final le dan más importancia a los exámenes que al hecho de adquirir una competencia adecuada. Se está destinando la educación solamente a pasar los exámenes, ¿dónde quedan la creatividad, la colaboración? Se comete el error de dejar de lado estas capacidades para enfocarse en los ránkings y en la competencia entre las personas.
—¿Buscar la competitividad es otro error?
Yo creo que la competencia a nivel escolar no es positiva porque el trabajo debe ser distribuido entre las personas para que todo funcione bien. Si nos centráramos solo en los exámenes, estaríamos formando personas más comprometidas con la competencia que con la colaboración.
—¿Cuál es la relación que debe tener el profesor con el alumno?
Cuando un estudiante no obtiene resultados altos se suele culpar al docente, pero yo considero que poner toda la presión sobre el maestro no es efectivo. Hay que enfocarnos más en la disposición del docente, en que acompañe al estudiante, pero el centro del proceso es el alumno. El papel del profesor es apoyar a los estudiantes y hacer que ellos se comprometan con su aprendizaje. En Finlandia, los docentes les dan a los alumnos un ‘feedback’ escrito, no con calificaciones numéricas. En mi país los docentes son muy apreciados y la profesión de profesor es muy atractiva. Trabajar en eso es muy positivo.
—Mencionó la prueba PISA, en la que el Perú tiene malos resultados, pese a una última mejoría. ¿Qué es lo positivo y negativo de esa medición?
La prueba PISA es un examen suministrado por la OCDE con un objetivo: buscar el crecimiento económico de los países e identificar las naciones donde haya tres cosas fundamentales: materias primas, energía y gente inteligente. Esto porque obviamente va a considerar a países que tengan estos tres elementos para invertir o trabajar con ellos. Pero más allá de eso, lo que hace PISA no es medir qué tanto han aprendido los chicos, sino qué tantas competencias han desarrollado para aprender nuevas cosas. Yo creo que ese es su principal aporte. Para mí, el ránking no es importante, pero sí la información que brinda sobre diversas áreas.
—¿Cuáles son los principales enemigos de una buena educación?
Yo creo que el más importante es la inestabilidad. Es vital tener una política educativa estable. Si hay muchos cambios, no se va a poder hacer esto de una manera correcta porque se puede tener un ministro con buenas ideas, pero de nada sirve si este ministro cambia el currículo y luego viene otro ministro y lo vuelve a cambiar. La educación funciona cuando hay un ambiente pacífico, una visión común, solo así se puede avanzar. La desigualdad también es un enemigo importante. Mientras más equitativa sea la educación, mejor va a ser el resultado.
—¿Qué dice de un país el tener una mala educación?
Es curioso, las estadísticas dicen que no necesariamente mientras más dinero tenga un país, va a tener una mejor educación; y eso nos dice que no importa cuánto dinero tengamos, sino cómo usamos el dinero.
—Muchos creen que ir a la universidad es el objetivo, ¿debería ser así?
La respuesta es no. La sociedad necesita todo tipo de personas, no solamente a las personas que reciben una educación universitaria o que tienen un grado académico. En Corea del Sur, el 95% de las personas van a la universidad, se enfocan en tener buenas notas, en competir, pero terminan la universidad y no todas tienen trabajo. Esto también afecta a la población porque la gente está más interesada en estudiar que en formar una familia y tener hijos. No creo que eso sea muy positivo. La UE recomienda que alrededor del 40% de personas vaya a la universidad en cada país.
—Si tuviera que resumir en una frase para qué es importante estudiar, ¿qué diría?
Yo creo que es fácil. Es importante aprender habilidades de colaboración para poder desempeñarse bien en la vida y en el trabajo. Me parece que es eso. Para aprender cómo sobrevivir en la sociedad y ser una buena persona.
Fuente: El Comercio / Lima, 05 de marzo de 2017